Los bastardos / Les salauds, Claire Denis, Francia-Alemania (8)

Por Roger Koza

Los bastardos, el primer largometraje rodado en digital por Claire Denis, es la inversión dialéctica de 35 tragos de ron: la bondad y el sentido discreto de solidaridad de aquella película noble es sustituida por una vileza y un egoísmo que atraviesan el corazón de dos familias. Si en 35 tragos de ron el conflicto difuso en el seno de la institución familiar pasaba por la disolución del Edipo, en este heterodoxo film noir la perversión es el tema constitutivo del (des)orden familiar, como se materializa en los siniestros planos finales. El gran Vincent Lindon es aquí Marco Silvestri, un marino de carrera que ha decidido estar lejos de su propia familia (pues se considera una mala influencia), pero que ante una desgracia familiar que incumbe a su sobrina decide volver para socorrer a su hermana. Tal vez el funesto incidente esté vinculado con un hombre de negocios llamado Laport, y es por eso que Marco alquilará un departamento vecino al del sospechoso, que vive con su joven mujer y su hijo. El relato fragmentario (y onírico) propio de la poética de Denis puede ser confuso, pero todos los planos, muchos de ellos exquisitos en su composición, perpetúan una atmósfera violenta en la que predomina el desencanto. En Denis, el deseo (sexual) es esencialmente violencia diferida: un coito es filmado como intrusión y acoplamiento, y los cuerpos de los amantes son meros fragmentos en colisión. Lindon, Michel Subor y Chiara Mastroianni están perfectos, no menos que la banda de sonido de Tindersticks (su sonoridad ya es parte infaltable del cine de Denis).

Roger Koza / Copyleft 2013