AMOR EN VINILO / JULIET, NAKED
La misteriosa licencia que sienten los distribuidores de películas extranjeras a la hora de traducir los títulos que adquieren para su exhibición merece algún estudio secundario sobre traducción, oportunismo e inexactitud. El título original de la luminosa y hermosa Amor en vinilo es Juliet, Naked, que se refiere a un disco “mítico” del cantante y compositor interpretado por Ethan Hawke, un papel a su medida, músico que fue alguna vez una promesa y que por distintas cuestiones malogró su carrera y su vida. Sin embargo, acaso involuntariamente, el término “vinilo” no es del todo improcedente, pues el tenue y lúcido romanticismo es propio del siglo pasado. Lo que resplandece en el film de Jesse Peretz es casi una transgresión respecto de un período actual más propenso al desencanto que al cinismo.
En una ciudad marítima de Inglaterra, un profesor de cine y estudios culturales estadounidense vive con su abnegada esposa, quien tuvo asimismo un paso fugaz por una universidad de Londres y ahora trabaja en su ciudad natal en un museo asociado afectivamente con su padre. La relación es insostenible, como tantas que persisten por un pacto inconsciente que perpetúa lo indeseado. El valor inadvertido de Amor en vinilo tal vez resida en seguir discretamente cómo se desanuda un vínculo sellado y renace la fuerza del deseo.
Amor de vinilo / Juliet, Naked, Estados Unidos, 2018.
Dirigida por Jesse Peretz. Escrita por Evgenia Peretz, Tamara Jenkins y Jim Taylor.
El profesor en cuestión adora desmedidamente a Tucker Crowe, el músico maldito que despareció de la escena musical décadas atrás. Sabe todo sobre él, y eso lo comparte con otros fanáticos en un sitio de internet dedicado a la estrella de la canción. El hartazgo de su mujer es tan evidente que, frente a la inesperada aparición de una grabación inédita del músico, esta deja una reseña negativa en la página web de su marido. Ese gesto pone en juego lo inesperado: Tucker y ella comenzarán una relación epistolar (electrónica) y luego se conocerán.
Amor en vinilo es mucho más que una comedia romántica. Al placer del vínculo que se establece por el ejercicio de la correspondencia, lo que ocupa el primer acto del film, se le suman otros, como el lugar que tiene la música en la vida de los hombres y mujeres comunes. Hay una escena magnífica en la que el insufrible marido de la protagonista expresa con una extraordinaria precisión el fundamento de su amor por la obra de Tucker. Se podrían citar otros pasajes. Esto se desprende de la fuente inicial del filme, una novela de Nick Hornby, en la que el universo musical cifra una conformación sensible del mundo anímico de los personajes.
El gran secreto del film reside en su reservado humanismo democrático. Todos los personajes tienen algún rasgo querible, incluso los secundarios, como la hermana lesbiana de la protagonista y sus candidatas o los hijos desperdigados por el mundo de Tuck. La imperfección de todos es una virtud sin subrayado, y es también la fe secular que escenifica el film, que emplea sagazmente un amplio catálogo de estereotipos para extraer de la insulsa universalidad de estos la singular característica de cualquier hombre o mujer. Este film pequeño y adorable evoca eso irrepetible que dos que se aman creen ver en el otro.
*Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La Voz del Interior en el mes de octubre de 2018.
Roger Koza / Copyleft 2018
Últimos Comentarios