BABYLON
ÉRASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD
Todo comienza con el traslado de un elefante en un páramo de California. Elegir al mamífero terrestre más voluminoso para protagonizar un gag es una confesión sin ambages del tono de los posteriores 180 minutos restantes, cuya escena siguiente, una bacanal organizada por la incipiente industria cinematográfica estadounidense de la década de 1920, redobla la apuesta por el exceso. La estridencia y la ambición definen las películas de Damien Chazelle (Whiplash: Música y obsesión, La La Land, una historia de amor y El primer hombre en la Luna); también el amor por el cine no exento de perversión, las artificiosas proezas formales y la grosería como vehículo del humor. (La cantidad de vómito que se vierte en la cara de los personajes en Babylon puede ser menor a la de la ganadora de Cannes Triángulo de tristeza, pero la del sueco carece de la precisión coreográfica para lanzar tan simétricamente una lluvia estomacal).
Frente a películas como Babylon que invocan un período de la historia de un arte desde la ficción entretejiendo fantasías y hechos verídicos, personajes imaginarios y otros reales, es mejor distenderse y prescindir del cotejo con lo verídico. El quién es quién tiene acá la importancia de un crucigrama matutino en el dominio de un idioma. En efecto, Chazelle incluye personajes con nombres propios del Hollywood de la época y emplea otros que son remedos de sus grandes estrellas. De los tres principales, Jack Conrad (Brad Pitt) es un símil de Rodolfo Valentino y Nellie LaRoy (Margot Robbie), de Clara Bow. El asistente improvisado devenido en productor ejecutivo que interpreta el mexicano Diego Calva es pura ficción. (Si existe el deseo de saber algo más sobre el cine de Hollywood de esa década y el libertinaje de sus criaturas, una lectura de Hollywood Babylon puede ser más instructiva, aunque mucho mejor sería ver las películas de su autor, Kenneth Anger).
Todo el esfuerzo por representar una época está concentrado en el mobiliario, los atuendos, los peinados y el diseño de arte en general. La Historia del siglo XX está elidida, como si Hollywood fuera un planeta paralelo en el que todavía no se legisló sobre el cuidado de la moral de los espectadores. El deseo por transmitir ese tiempo de placeres infinitos se advierte en cada pasaje que involucra al palacio de los productores, donde siempre se vive de fiesta. Para el estándar moral del Hollywood actual, sin ningún código Hays tácito, hay bastantes penes en cuadro y posiciones del Kamasutra. En la orgía del comienzo, el sexo colectivo y en público está integrado a bailes y espectáculos circenses. Al compararla con la famosa orgía de Calígula (1979), se pueden mensurar los límites de nuestro tiempo. El montaje de aquellas escenas de Tinto Brass era admirable; también lo son los planos secuencias en Babylon con los que se merodea el inmenso living en el que se bebe, so come, se baila, se tiene sexo y se toman drogas.
Las subtramas de Babylon, incluso la historia de amor entre los personajes de Robbie y Calva, son amablemente insignificantes. Insustancial resulta el descenso a los infiernos en el tramo final que se inaugura con la presencia de Tobey Maguire como maestro de ceremonia y propone una relación delictiva entre el hampa y la producción cinematográfica. La escena es en sí un rústico subrayado, y no es el único. Lo curioso es que Chazelle puede reunir en una misma película escenas ridículas con sublimes. De las últimas hay unas cuantas y están relacionadas con la reconstrucción del placer de hacer cine en el período silente y con la atención puesta a las consecuencias que puede tener la evolución técnica sobre la estética.
La escena en la que se está rodando un beso con un fondo bélico, o en la que Robbie a través de su personaje muestra todo su talento al controlar y modular las lágrimas en la repetición de una secuencia, son hermosas. La otra escena de una elocuencia formidable es aquella en la que Robbie/LaRoy tiene que rodar su primera película con sonido, una glosa perfecta de todos los efectos que suscitó la aparición del cine sonoro. Si la película se hubiera ceñido a esos segmentos notables, y a profundizar en cómo la mutación del cine silente en sonoro afectó la estética y la vida de las estrellas, Babylon habría resplandecido entre las grandes películas sobre el cine.
***
Babylon, Estados Unidos, 2022.
Escrita y dirigida por Damien Chazelle.
***
*Publicada en Revista Ñ en el mes de enero 2023.
Creo que esta propuesta es por demás impactante, cruda, divertida en algunos pasajes, confusa en otros y no deja indiferente al espectador. Verla desprevenidamente sin presunciones puede hacer que se disfrute mas. Los «expertos críticos» que hasta ahora la han analizado ya han cubierto y descrito todos los diferentes ángulos de la trama y a sus personajes. Sin embargo, personalmente me llama la atención que nadie se ha referido al trompetista afro americano quién con su decisión, tomada desde su dignidad, es el único que sobrevive en ésa loca carrera hacia la destrucción y final trágico de los otros personajes. Manny pagó su precio porque habiendo podido escalar como lo hizo, conservando sus valores, cambió en el proceso al vender su Alma.
He leído muchas opiniones que concluyen que esta película o la amas o la odias. Yo la amo desde su música, desde su fotografía y desde sus divertidas tomas que muestran el ingenio y creatividad de las personas.
Héctor:
Bienvenido su comentario; lo que sucede con el trompetista, un remedo de Louis Armstrong, remite a los señalamientos que me parecen aciertos en el film de DC. Sinceramente, ni la odio, ni la amo; la observo como un fenómeno de época: me parece un film desbordado por sus propio sistema de producción, cuya forma de sintetizar la historia del cine es propia de nuestro tiempo: pegando y cortando segmentos, a las apuradas y sin una lectura histórica del cine.
Una curiosidad: me pregunto qué le lleva a poner entre comillas a los críticos y su adjetivación previa para calificarlos, otorgándole las comillas una desconfianza a esa actividad. Los críticos no son necesariamente expertos; pueden serlo en algún tema, pueden ser también generalistas; ejercen un oficio, lo que implica ver y estudiar. Por otro lado, un crítico no opina, y de ser así no trabaja a fondo sobre sus textos, porque hacer crítica cinematográfica es en principio razonar una estética y esa acción del pensamiento en relación a un objeto no consiste en dar una opinión.
Saludos.
R
Su mejor película es Guy and Madeleine on a park bench, se ve que después tuvo que empezar a compartir demasiadas decisiones.
Coincido totalmente. El problema con DC es que todo su cine consiste en exarcerbar ideas del mas puro sentido comun (en la interpretacion mas trivial y peligrosa de la expresion) a limites tales que permiten disimular origen y naturaleza. Es eficiente y efectivo en esa tarea. Wisplhash es un buen ejemplo. El complejisimo mundo de la musica jazz reducido a mera practica (militarista) emprendedorismo ramplon y sentimentalismo berreta. Como señala Roger, ausencia total de problematica historica, un signo de epoca.