BAFICI 2019: LA INDEPENDENCIA DESPUÉS DE 21 AÑOS
Como sucede en cualquier institución cultural y artística, después de un tiempo de existencia se erige una tradición. A fines de la década de 1990 y a principios de la primera década de este siglo, el BAFICI supo delinear una idea de cine. La modernidad de su propuesta se conquistó lentamente, también la relación del cine contemporáneo con el pasado y la habitual relación con el discurso de la crítica. El murmullo conservador sonaba cada tanto para adjudicarle una inexistente cualidad de elitista, deshonesta apreciación para un evento que siempre apostó a una programación plural y cuidó sus precios para que el acceso no fuera para pocos. En los primeros gloriosos años en el Abasto el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente conoció su mejor momento.
El paso por la Recoleta fue cuestionado, pero no llegó a afectar la propuesta estética, que fue cambiando en el tiempo sin traicionar los contingentes pero férreos fundamentos del inicio. Las últimas ediciones se caracterizaron por visitas célebres. Como sucedía en los comienzos, cuando en el BAFICI se podía ver caminar a Tsai Ming-liang, Béla Tarr, Jim Jarmusch y Raúl Ruiz, en las últimas ediciones el público pudo ver y escuchar a Peter Bogdanovich, Nanni Moretti, John Waters. Este año se apostó por invitar a Brian De Palma, pero la suerte no acompañó a los organizadores. Las razones se desconocen, las conjeturas no. Un año atrás, el dólar en Argentina costaba menos de 20 pesos. La devaluación de la moneda afecta todo y para un festival de cine es un golpe directo a su autonomía. El derecho de exhibición se paga en euros, a ciertos nvitados se los trae en dólares.
El cambio de sede (ahora el centro del festival será en Belgrano) y la menor cantidad de películas son la consecuencia de la economía deprimida del país y de la política cultural que se predica de esta. Con menos recursos, los responsables han intentado contrarrestar las famosas tormentas nacidas de un presunto cóctel azaroso de infortunios globales. ¿Será por eso que títulos como High Lifeno está en el festival? En otros tiempos, las últimas películas de Nadav Lapid, Angela Schanelec o Thomas Heise, notables títulos de la Berlinale, hubieran estado en la grilla. Se dirá entonces que al menos Hasta luego, hijo mío, de Wang Xiaoshuai, está entre las ofertas. ¿O acaso hay también un corrimiento estético que avanza sin mayor vértigo y modifica las prioridades?
El actual director artístico tiene razón cuando escribe en Twitter: “El 84% de la programación –sin focos ni rescates– del Bafici 2019 se verá por primera vez en Latinoamérica, y el 37% por primera vez en el mundo. Pero más impactante es el porcentaje de clarividentes que afirma que la programación es floja cuando el festival todavía no empezó”. En este BAFICI hay títulos magníficos como Los diarios de Angela – Nosotros dos, cineastas, Mektoub, my Love: canto unoy Santiago, Italia, un foco imperdible como el dedicado a Paulo Rocha (solamente con ver Los años verdes o Cambiar de vida el más exigente de los espectadores quedará satisfecho), otros de manifiesto interés como los de Muriel Box y Frield Vom Gröller , varias películas en las cuatro competencias principales que tienen relevancia y un clásico como Tiro de graciaque estará entre los hitos del festival. Tiene razón Porta Fouz: la programación no es floja, pero le sería difícil desmentir que sí es menos diversa y cuantitativa que en otros años. Por otra parte, con esta edición se confirma una tendencia que precede a su administración: el festival ha dejado de explorar territorios desconocidos. El cine asiático y el africano y sus autores (des)conocidos no tienen cabida en el mapa conceptual del festival.
El Bafici 2019 tiene algo propio de la edad de un joven de 21 años: la supervivencia y la identidad pasan por una nueva fase de definiciones. El futuro está abierto y en el presente defender la independencia cuesta muchísimo.
*Fotograma: Mudar de vida
Esta texto fue publicado con otro título (no elegido por mí) en Revista Ñ en el mes de marzo 2019
Roger:
Comparto tu apreciación del Bafici y subrayaría que la dificultad en sostener su autonomía es económica porque es política.
Saludos
Patricia
Coincido, Roger. Siempre se pesca algo interesante en la programación, pero este programa no está ni cerca del entusiasmo que generaban las grillas de principios de siglo. Por otra parte, ¿hace falta exhibir en el BAFICI películas como Duro de matar o Rocky IV? ¿qué concepción de la programación subyace a esta idea de exhibir en un festival que ha cultivado tradicionalmente el perfil de la exploración, incluso del pasado, filmes industriales hiper exhibidos?
Saludos