LOS SUEÑOS PERDIDOS

El título de la extraordinaria película de Mariano Donoso remite a un recorrido ferroviario. En un pasado no muy remoto, los trenes argentinos podían abarcar distancias inmensas; la superficie extensa de un país signado por geografías diversas pudo recorrerse en otro tiempo viajando en tren, invención móvil propia de la Segunda Revolución Industrial (o como se dice aquí: de “la nueva Edad de Hierro”), tan estrechamente asociada al cine.

La memoria viva de un hombre octogenario que trabajó (y defendió hasta el último minuto su fuente de trabajo) en Ferrocarriles Argentinos es el primer testimonio que se escucha en Buenos Aires al Pacífico. Su recuerdo y sus discretas lágrimas evocan algo más que una época próspera de trabajo; ese hombre presintió un vago sueño colectivo, ahora perdido. He aquí el tono espiritual y materialista del film. Dicho así el film de Donoso podría ser confundido con una evocación amable de un episodio trágico de la vida argentina ligado al transporte, pero tal descripción es insuficiente; el ensayo lúdico del cineasta es una especulación pluralista del siglo XX y su irradiación espectral en el nuestro.

Buenos Aires al Pacífico, Argentina, 2018.

Dirigida por Mariano Donoso. Escrita poe MD y Mariana Guzzante. 

Literalmente, la película nació de un sueño: Donoso se dedicó a reconstruir el encuentro onírico con el fantasma de su madre muerta, lo que derivó inesperadamente en este film, que no es otra cosa que una meditación libre sobre el cine, el capitalismo, la literatura, la filosofía, la paternidad, el cuerpo de los trabajadores, las catástrofes naturales, el peronismo. El famoso dicho popular “el que mucho abarca poco aprieta” es conjurado desde principio a fin, porque el cineasta participa de la hermosa tradición borgeana que permite establecer relaciones posibles entre circunstancias microscópicas y eventos de una espesura casi cósmica. Las asociaciones en escena nunca son caprichosas, el provecho estético que se extrae de ahí es admirable.

Dividida por capítulos sin que se persiga un ordenamiento lógico, Buenos Aires al Pacífico trabaja su relato de forma arborescente: Donoso escenifica el sueño con su madre, sigue con la historia de la línea ferroviaria, y de ahí en más se emancipa haciendo un viaje por territorios (abandonados) del país mientras compila historias que delinean, entre otras cosas, la gran Historia de una nación, cuyo destino pudo haber sido luminoso. En un páramo de la Cordillera, en un galpón abandonado, se lee un letrero: “Bienvenidos a la Argentina”. Es un plano de una contundencia semántica dolorosa. Vivimos entre escombros.

El tono elegíaco y nostálgico que predomina en el relato es a menudo matizado por la aparición de personajes; uno cuenta una desconocida historia de Marcel Proust, que liga al escritor con el ferrocarril; otro, un geólogo, propone una lectura de la formación de los continentes. La sustancia narrativa es siempre sorprendente, no menos que las texturas visuales (y sonoras). Como Donoso es un fotógrafo prodigioso, cada plano denota una gran composición pictórica, y la selección y el empleo de materiales de archivos son conmovedores.

Buenos Aires al Pacífico pertenece a la mejor tradición del cine ensayo, aquella en la que brillaron y brillan cineastas como Chris Marker y Bill Morrison. Donoso honra esa tradición y añade una expresión de curiosidad intelectual capaz de darles cabida a los más humildes del mundo, porque el cine, para él, siempre es un encuentro con los otros.

Esta reseña fue publicada en el diario La Voz del Interior en el mes de agosto de 2019.

Roger Koza / Copyleft 2019

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