CANNES 2024 (10): CINE DEL PRESENTE

CANNES 2024 (10): CINE DEL PRESENTE

por - Festivales
18 Jun, 2024 10:35 | Sin comentarios
Una segunda lectura sobre la última edición del Festival de Cannes 2024.

El viernes, 17 de mayo, a las 16.45 de la tarde de Europa, en la pequeña sala Buñuel, por primera y única vez se proyectó Scènarios, de Jean-Luc Godard. Es difícil decir qué es exactamente la pieza póstuma del cineasta que pensó el cine como pocos. Sabemos que dos años atrás, un 13 de septiembre, decidió poner fin a su vida. Como buen cineasta que grita acción y corte en un rodaje, pensó que tenía el derecho de hacer lo mismo con su propio papel en el mundo. El último plano de Scènarios fue filmado la noche anterior al día de su muerte. Godard escribe en su cuaderno un conjunto de premisas que intentan subvertir el principio de identidad. A puede no ser igual A. Al hacerlo, se equivoca, intenta corregir y dice ya está. El ejemplo empleado es el de un caballo blanco como prueba de la inexistencia de los caballos en general, lo que resulta más adecuado que postular un no caballo. A Godard le gustaba leer a Wittgenstein, quien también tenía sus cuadernos de anotaciones y jugaba con los límites de la lógica. El razonamiento se introduce en el corto en dos o tres ocasiones, pero Fabrice Aragno, Jean-Paul Battaggia y Nicole Brenez, quienes quedaron a cargo del corte final, decidieron mostrar la última imagen del maestro en la que vuelve sobre el problema de la identidad. En esa noche, lucía calmo, desalineado, sonriente, incluso sabiendo que al otro día la función llegaba a su fin.

Scènarios

Después de los 18 minutos de esa pieza inclasificable se proyectó un material de 38 minutos en el que Godard explica lo que se acababa de proyectar. Era una grabación previa a la realización. Godard tiene un cuaderno en sus manos en el que están las imágenes de la película. Explica los cortes, el travelling que debe ir de izquierda a derecha siguiendo los cinco capítulos concebidos. Se refiere a la inserción de la música, los silencios y el sentido de algunas imágenes. En un momento dice algo tan simple como revelador: al leer un libro siempre existe una breve pausa obligada por el cambio de página. Añade que eso no sucede con el cine, en el que la continuidad se impone a cada salto de escena y cambio de tiempo y espacio. En esa breve aseveración hay un abismo para pensar. Hacerlo tal vez implica comprender no solamente la diferencia del cine y la literatura en un sentido amplio, sino también una experiencia del mundo sostenida en la palabra y otra transmitida en la imagen. Durante toda su vida, Godard trabajó para que esas dos experiencias de mundo no estén lejos. Entrevió un peligro y lo intuyó tardíamente como un «adiós al lenguaje». 

No faltaba nadie en esa tarde de mayo. Cineastas, críticos y programadores de todo el mundo. Mientras eso sucedía, toda la prensa del espectáculo esperaba por el elenco de Kinds of Kindness. Ver a Emma Stone y Margaret Qualley, miembros del elenco de la despareja comedia de Giórgos Lánthimos, resultaba más atractivo que ver y escuchar a Godard. En esas contradicciones se erige el imperio de Cannes, el festival de festivales que escribe la agenda del año, vindica directores nóveles, consagra carreras en ejercicio y celebra a los maestros del cine que aún filman.

EL ORO Y EL SEXO

Sean Baker tiene una filmografía coherente y hermosa. Sus películas más conocidas, Tangerine y The Florida Project, son representativas de su tema predilecto y el punto de partida de todas sus películas: el lado oscuro del sueño americano, la relación intrínseca entre la economía y el sexo. Los protagonistas de sus películas suelen ser travestis, actores y actrices porno, madres solteras que pueden prestar servicios sexuales para llegar a fin de mes. 

Ahora

En la película ganadora de la Palma de Oro, Anora, la protagonista que le da nombre al título es una bailarina de un cabaré que puede frotar al cliente mientras alguien la mira y coloca billetes de 100 dólares en su tanga. El hijo de 18 años de un oligarca ruso se entusiasma con la joven y la contrata como acompañante por unas semanas. La pasan muy bien, tal vez se han enamorado y en un momento de locura deciden casarse. No tardan en llegar las noticias a Rusia, y desde Moscú se envía al representante que se ocupa de los asuntos familiares en Estados Unidos para que anulen el matrimonio. Con estos elementos, Baker desmantela la fantasía machista de Mujer bonita, agrieta la felicidad asociada al dinero y desactiva una lógica vincular inscripta en la ley de la oferta y la demanda. 

Hay algo milagroso en Anora, algo que sucede entre la protagonista y un personaje falsamente secundario en el final que tiene algo de la contundencia de finales indelebles como los de Rosetta y Viva el amor. Lo que ocupa toda la pantalla es la decencia, una forma de ser que no pertenece al orden del capital. Baker no claudica nunca en decirlo, como en cada una de sus películas. Y con este film se le reconocieron su coherencia y su coraje. ¿Quién se anima a contradecir el sentido común del presente que solo mide el acto de existir en dólares y bitcoins?

PLANOS VIAJEROS

La competencia oficial no escatimó con sus títulos pomposos y lacerantes. El kitsch tuvo su exponente fiel en Parthenope, de Paolo Sorrentino; la crueldad gratuita, característica en la agenda estética de Cannes, contó con una película danesa titulada The Girl with a Needle para suministrar la cuota acostumbrada de sadismo: dos mujeres asfixian con sus respectivos cuerpos un bebé. Basta observar el empeño en la planificación del plano y su fuera de campo para detectar la abyección del caso. La lista de atrocidades y banalidades podría ser mayor si se atendieran otros títulos, pero es suficiente decir que el jurado premió todas las excepciones a las películas del canon oficial de Cannes.

Grand Tour

En la competencia oficial hubo una película por encima de todas. Miguel Gomes, quien se llevó el premio a la mejor dirección, estrenó la asombrosa Grand Tour. El relato transcurre en 1918. Un miembro de la corona inglesa llamado Edward escapa de su prometida desplazándose de un lado al otro por todo el sudeste asiático. Molly es perseverante y lo busca. ¿Se encuentran? Es posible que los siete años sin verse sean una razón suficiente para que el protagonista entre en pánico, pero también lo es para que Gomes aproveche la fuga permanente del personaje para introducir otra película en el interior del drama que consiste en viajar a través de su cámara por Tailandia, Indonesia, China, Vietnam, Japón.

Grand Tour es una película esplendorosa. Las marionetas de Oriente, las geografías cambiantes, los monjes zen, músicas disímiles, arquitecturas pretéritas y modernas, las tradiciones vigentes, los rostros milenarios se incorporan a una puesta en escena notable en la que jamás se deja de narrar como tampoco de viajar y experimentar con el lenguaje del cine. En efecto, las sobreimpresiones de Gomes en esta película son todas inolvidables, recurso exangüe del cine que acá demuestra ser concebido como pliegues y despliegues de tiempos y espacios en movimientos en los que se amalgaman memorias, fantasías y percepciones del presente. Una alucinación.

AFUERA LA VEN

El cine argentino tuvo una presencia manifiesta: cuatro largometrajes, un cortometraje en secciones paralelas. Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, de Hernán Rosselli, exhibida en la Quincena de los Cineastas, es un prodigio de cine de montaje en el que se devela el juego clandestino de quiniela como una forma en la que el proletariado del conurbano aprende a especular, contrapartida de cómo lo hacen los ricos en el mercado financiero.

Simón de la montaña, no obstante, fue la gran revelación de este Cannes 2024. Fernando Luis se llevó el premio a mejor película de la sección Semana de la Crítica. En ese film singularísimo, Lorenzo Ferro brilla todavía más que en El ángel. Su personaje encuentra asilo espiritual cuando comparte su tiempo con personas que tienen certificado de discapacidad. ¿Por qué un joven que vive en la Patagonia siente que su comunidad de pertenencia es con esos jóvenes y no con los que más se parecen a él? Nadie sabe muy bien quién es, y menos cómo se toma un camino de vida a otro. Esa contingencia radical del Yo es la que surge a la superficie en Simón de la montaña. La fragilidad es apabullante, y no le pertenece solo al personaje.

*Publicado en el mes de mayo por Revista Ñ.

(Fin de la serie)

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