CRÍTICAS BREVES (49) / MES FICUNAM 2014 (02): LETRAS VIVAS
Diálogo de sombras / Dialogue d’ ombres, Jean-Marie Straub y Danièle Huillet, Francia-Suiza, 1954-2013
Por Roger Koza
Alguna vez un gran cineasta asoció a los Straub con el punk. ¿Un exabrupto? ¿Una provocación maldita? Ese cineasta había hecho un film extraordinario con la pareja de cineastas trabajando en penumbras. El film en cuestión no era solamente una clase magistral sobre el montaje, sino también una comedia romántica. Ellos discutían sobre todo: la aparición de un gesto en el plano, el movimiento del viento, el cine, el comunismo.
Dialogue d’ombres es un film importante, absolutamente personal, acaso espiritista. Danièle Huillet ha muerto. El gran amor del director, su compañera de siempre, ya no está. ¿Podrá un texto de Bernanos traerla de otro mundo? Los tres primeros planos (un pájaro en una jaula, Huillet acostada y el paso lento de las nubes) provienen del pasado y también de un más allá. Huillet revive. A continuación, dos actores leen “Diálogo de sombras” de Georges Bernanos en el medio de un paisaje natural. Una pareja discute sobre el amor y sus actos, pero también sobre la (in)existencia de Dios y el miedo a la muerte. Danièle Huillet y Jean-Marie Straub se conocieron en 1954, cuando el texto de Bernanos recién se publicaba.
El procedimiento es el de siempre: lectura antinaturalista en un escenario natural que nunca deja de ser un espacio visto por los hombres, incluso si la figura de los lectores abarca en el plano un perímetro menor al que suele otorgársele a un hombre leyendo a la orilla de un río entre los árboles. En los planos generales fijos de Straub las entidades sin habla tienen una presencia peculiar que reenvía la imagen del hombre al origen de la civilización.
Diálogo amoroso y tenso, diálogo que parece más una confrontación dialéctica signada por un erotismo sublimado. Y al final llegará la síntesis: los amantes se reúnen en un mismo plano; ella dirá algo y quedarán mirándose en silencio.
Un cuente de Michel de Montaigne / Un conte de Michel de Montaigne, Jean-Marie Straub, Francia-Suiza, 2012
Empecemos por una cita justa: “Si se considera que un cineasta no es importante sino en la medida en que estudia, de film a film, un cierto estado del cuerpo humano, los films de Straub quedarán como documentales sobre dos o tres posiciones del cuerpo: estar sentado, inclinarse para leer, caminar. Lo cual es mucho”. Eso decía Serge Daney sobre el cine de Straub en un texto que ya poco se lee, lo que también sucede, probablemente, con los Ensayos de Montaigne. Antes de preguntarse por qué Montaigne, hay que decir algo: aquí nadie camina.
Tras un fundido en negro sostenido unos cinco minutos mientras suena una pieza de Beethoven, Barbara Ulrich lee en voz alta el capítulo VI del libro II de los Ensayos: “Del ejercicio”. Por qué Straub ha elegido ese texto permanecerá en el misterio. Tal vez habrá que ver las próximas películas de esta trilogía: The King’s Body y Redemption. De todos modos se dirá, como se viene repitiendo, que se trata de un texto actual. Hay una larga descripción de cómo las guerras religiosas en Francia en el siglo XVI afectaban al escritor. ¿Cuáles son nuestras guerras? ¿A quién se dirige? El texto puede aludir simbólicamente a una batalla de nuestro tiempo, pero la gran batalla es otra, la del cine y su relación con cierta pureza del registro del cuerpo, la voz, la naturaleza, y también con el conocimiento.
Habría que ver por lo menos dos veces la película: una para seguir atentamente la lectura, otra para verificar los imperceptibles cambios del cuerpo de Ulrich y la relación que se establece entre ella y la estatua de Montaigne, que va transformándose a medida que la Tierra se mueve y los rayos del sol dibujan un gesto mínimo de vida en la piedra.
Roger Koza / Coypleft 2014
Vi Un cuento de Michel de Montaigne en el docBsAs. Como en varios films recientes suyos, hay un prólogo musical con fundido en negro que nos recuerda que el cine no es sólo imágenes visuales, y nos convida como espectadores al placer elemental de la escucha musical. Si mi memoria no me traiciona demasiado, creo que el texto de Montaigne y la película en sí tratan acerca del cuidado o las prácticas de sí, particularmente en una vertiente de una suerte de ética epicúrea del dominio de las pasiones y la conjuración del miedo a la muerte. La materialidad de la estatua y de la voz que lee el texto son como dos eternidades opacas, quizás incluso fantasmáticas, abiertas a la temporalidad de la actualidad. Un placer leer tus críticas, y a la ansiosa espera de que Un diálogo de sombras llegue al BAFICI.
Sí, es cierto, el texto remite un poco al período final de Foucault. Para escribir sobre el film directamente leí el texto en la versión de Losada y vi varias veces la película. Lo que me sucedió es que la eternidad opaca de la estatua de pronto parecía cobrar vida a partir de los rayos del sol.
Los tres primeros planos de Diálogos son inolvidables. Un viaje total. El tercer plano sustituye al fundido en negro, pero es como vos decís: se trata de habilitar una experiencia de disyunción entre imagen y sonido al confinar a la imagen en un grado cero de luminosidad. El oído siempre acobardado por la potencia del ojo experimenta una magnitud que no suele ejercitar Saludos. Muchas gracias por sus palabras. RK
Ese texto de Daney junto al que sigue dedicado a Godard (El Terrorizado) son imperdibles. Ya (casi) nadie piensa y escribe así pero como no todo el pasado fue mejor: gran festival, Roger. Un abrazo.
Ese texto de Daney es mi versículo 8 que leo del Libro. Después hago mis plegarias. Abrazo grande. RK
PS: viene la directora de Nepal Forever.
Buenísimo!, saludos a Aliona!