CUESTIONES PROVISORIAS: SUEÑOS, CONJETURAS Y ASOCIACIONES (16): EL REGALO DE UNA MADRE

CUESTIONES PROVISORIAS: SUEÑOS, CONJETURAS Y ASOCIACIONES (16): EL REGALO DE UNA MADRE

por - Cuestiones provisorias, Varios
19 Ago, 2021 08:38 | Sin comentarios
El sueño llega al final. Antes, una asociación tras otra sobre la sustancia, la velocidad, el montaje y así. Un poco de Otra ronda, Los habitantes, Batman y así. O Vinterberg, Peleshian y Nolan y así.

Debería ser una cita de Henri Michaux, pero elijo una de W. V. Quine. Antes de la cita y del nombre, una aclaración: nunca consigo entender del todo a los lógicos porque nunca pude asimilar las fórmulas que tanto les gustan. Los “jeroglíficos” de la lógica que conjuran la subjetividad en el empleo de la razón son hermosos y útiles, y suponen un rigor que para muchos profesionales del concepto constituye una condición ineludible de su oficio. El resto —creen— es pura jeringonza que, en el mejor de los casos, puede ser buena literatura, posición que luce razonable, pero que es tan reduccionista como prejuiciosa. La filosofía no puede ser solamente una terapia del lenguaje y sus errores.

La cita: “Hobbes profesó un materialismo puro —un mecanicismo, de hecho— como dos mil años antes había profesado Demócrito: solo hay materia en movimiento. El pensamiento es movimiento en el cerebro”. El párrafo proviene de un libro que me encanta: Del estímulo a la ciencia. Hace tiempo que suelo con un libro titulado Del estímulo al cine. Empezar en los estímulos y hallar los límites de todo lo que se puede pensar en la materia es una posición frente al mundo. Y la materia, además, puede estar encantada. Metafóricamente.

Los habitantes

Hermosa sentencia la que se refiere al pensar como movimiento. Me detengo ahora en esa condición que define la combinación de palabras en el tiempo: el movimiento. El cerebro recibe estímulos, trabaja sobre una multitud de otros precedentes convertidos y retenidos en palabras que vuelven a disponerse para asimilar nuevos estímulos. Se piensa en palabras, ruidos que fueron alguna vez estímulos que con el tiempo desdibujan el origen y más tarde devienen otra cosa. Lo que determina la cualidad del pensamiento, sobre todo en la exigencia frente a un dilema conceptual o ante la resolución práctica de un problema, es la velocidad con la que se pueden aunar conjuntos de palabras que según el caso instituyen un inesperado ordenamiento frente a algo ya dado y petrificado o también responden ante un requerimiento de una acción necesaria.

Digresión sobre dos términos centrales en la historia actual de la imagen: velocidad y movimiento. ¿No son estos dos, hoy más que nunca, los conceptos que cifran las operaciones de montaje?

Primer caso: la velocidad frenética de las primeras escenas de las películas de Christopher Nolan sobre Batman. ¿A qué responde la aceleración? Los sonidos y las imágenes toman velocidad sincronizada, como si en la sustitución alocada en microsegundos le confiriera a la secuencia en su dimensión atómica la consistencia que precisa para funcionar.

Segundo caso: la velocidad musical de los planos de varias películas de Artavazd Pelechian. Escollo imperceptible: los planos se despliegan sin detención excepto en determinados momentos, pero el sentido del ritmo no está situado en el instante sino en el todo y en las distancias entre los planos, que además siguen un propósito constructivo donde se vislumbra un conjunto, una unidad. En Los habitantes, por ejemplo, la sucesión de planos a una velocidad altísima trastoca cualquier perspectiva que imite la visión de los científicos, la mirada de los cazadores y la atención de los visitantes de un zoológico. Si fuera música, el tiempo de los planos visuales tendría el tiempo de las semicorcheas, mientras que el sonido cambia constantemente de métrica. Sistema de velocidad heterogéneo, divergencias entre imagen y sonido. 

Walden. Diaries, Notes and Sketchs

Tercer caso: la velocidad de los planos en las películas de Mekas. La Bolex impone un tiempo del registro; el cineasta lituano lo aprovecha. A diferencia de Nolan, el concepto microfísico en el plano está circunscripto a materializar la fugacidad del tiempo, sin renunciar a buscar en esa experiencia inmediata de lo efímero la huella de lo hermoso que anida en el mundo.

Fin de la digresión. 

Discusión de los últimos meses en torno a Otra ronda de Thomas Vinterberg. 

Película simpática en la que se entrevé lo que el crítico argentino Marcos Vieytes, en una amena conversación con su par colombiano Pedro Adrián Zuluaga, describió como una película que reivindica una cierta forma de la amistad entre hombres. Es una buena descripción, porque muchos hombres juntos compartiendo alguna actividad sin la presencia de mujeres puede despertar sospechas. No hay muchas películas así, decían los colegas. 

Hay otras observaciones sobre la celebrada película del cineasta danés, algunas destinadas a atenuar el asentimiento generalizado que ha cosechado. Alguien ha sugerido que, si el extraordinario actor Mads Mikkelsen no hubiera bailado en el final, los efectos retóricos de la película no serían los mismos. Es incomprobable que así sea, y en lo que a mí me concierne, pienso que la secuencia es tan gratuita como demagógica, un subrayado narrativo no muy lejos de la autoayuda. Para una película que conmemora en el inicio a Kierkegaard y un poco antes del epílogo evoca el concepto de la angustia, es un desliz infeliz. 

Otra ronda

Pero lo más interesante de Otra ronda no tiene nada que ver con lo dicho hasta acá. Tal vez porque es evidente la relación que los cuatro personajes, todos docentes, establecen con el alcohol como método para alterar el equilibrio anímico fijado en una cómoda mediocridad en la vida, la auténtica molestia de la película resulte desapercibida. Que un 0.5 por ciento de alcohol garantice un cambio en el equilibrio dinámico de las emociones y en la velocidad asociativa de ideas, más allá de que se trate de una ficción conjetural, es una versión humorística de un saber que irrita y preocupa a los más viejos guardianes de la metafísica: el yo es susceptible de ser otro por la ingesta de una sustancia.

Dicho de otro modo: la sustancia que no es un accidente y supone que alguien es quien es porque existe un núcleo inmodificable que incluso desborda las marcas históricas de una biografía es trastocada acá por una sustancia exógena capaz de insinuar en los efectos sobre el yo la propia contingencia de la identidad. 

Añadido teológico: el gran correlato subjetivo del Altísimo es el alma, y todo aquello que, aunque sea momentáneamente, evapore la sustancia que define una identidad suscita una amenaza. No hace falta el exabrupto lisérgico de Miedo y pánico en Las Vegas o su versión adolescente y machista en ¿Qué pasó ayer? para advertir la endeble consistencia del yo. Basta un poco de vino para disolverse y transformarse en otro. Todos los modificadores de la conducta pasan por este filtro secreto. 

Después de escuchar unas cuantas veces “Mirá mamá” de Wos y también después de ver el video del tema, pienso en la velocidad del montaje del video y en el concepto narrativo que tiene que obedecer debido a la letra, que no es otra cosa que una alocución y una enumeración de declaraciones dirigidas a la madre del cantante respecto del estado de conciencia que percibe el artista tras alcanzar fama y dinero. La lógica rítmica tiene su correlato en la lógica del montaje, mientras que la melodía reclama alguna consideración narrativa en la sucesión de planos veloces. Velocidad y movimiento.

En la noche sueño con mi madre. Se cumplen 10 años de su muerte. Me dice en el sueño que apenas puedo reconstruir: “Mirá Rogé…”. La escena onírica se concentra en un solo acto. Me regala una caja de marroc. Como no ingiero azúcares procesados hace varios años, un marroc en sangre es el equivalente a la sustancia etílica de los muchachos de Otra ronda. Por esa razón, cuando tengo que dar una conferencia importante no olvido mi chocolate preferido. Un marroc basta para que pueda hacer un cambio y ensamblar en segundos dos ideas lejanas. Un buen hijo, por otra parte, no puede despreciar el regalo del espectro de su madre. 

*Foto de encabezado: tarde de un domingo en Córdoba (RK)

Roger Koza / Copyleft 2021

Otras Cuestiones provisorias: 

15. Cornelius y Buster (leer acá)

14. El señor de los hisopos (leer aquí)

13. Breve vida (leer aquí)

12. El momento de la ficción (leer aquí)

11. Las máscaras (leer aquí)

10: El trabajo de mis ojos (leer aquí)

9: Las pieles (leer aquí)

8. Las estampita del monje (leer aquí)

7. Desde el diván (leer aquí)

6. Un misterioso idioma (leer aquí)

5. El método Castro (leer aquí)

4. Bichos (leer aquí)

3. Memorias del teleconductismo evangélico (leer aquí)

2. En los primeros días de otoño (leer aquí)

1. En los labios de Luis (leer aquí)