DJ QUENTIN
Por Roger Koza
A diferencia de muchos directores (y escritores), Quentin Tarantino no padece ese malestar identificado por Harold Bloom como “ansiedad de la influencia”: no sólo hay huellas de otros cineastas en su obra, sino que esto es una búsqueda consciente y parte de un sistema de promoción deliberado. El narcisismo creativo del director de 49 años es más poderoso que cualquier gesto paranoico acerca de su originalidad. Él cree en él, una tautología comprobable, indiscutible, a tal punto que John Ford le parece un cineasta sobrevaluado.
Tarantino no está entre aquellos que pretenden ser grandes creadores, mentes brillantes o almas superiores capaces de abstraerse mágicamente de todas las influencias posibles para expresar su voz diáfana y una visión inmaculada. El mito de la originalidad pura es siempre sospechoso, aunque frente a cineastas como Robert Bresson o escritores como Ludwig Wittgenstein el mito puede conjurar el sinsentido.
Pero el genio de Tarantino pasa por otro lado. Su cinefilia no fue adquirida en visitas sistemáticas a una mítica cinemateca parisina. Su amor por el cine y su conocimiento provienen de su trabajo en un videoclub: una aventura autodidacta y caótica, de querer verlo todo. Fue esto lo que sorprendió a Dennis Christopher, que tiene un papel secundario (Leonide Moguy, el que arregla las cuentas del siniestro personaje de DiCaprio) en Django sin cadenas. Aparentemente, Tarantino había visto todas sus películas, incluyendo una malísima como Dead Women in Lingerie (1991). Una certeza: en la cinefilia de Tarantino conviven Jean-Luc Godard y Alan Holleb, y nadie es más importante que otro. Si la democratización absoluta tiende a la banalización es un problema de otro orden.
Hay algo de DJ en Tarantino, que trabaja sobre una infinidad de citas y a partir de eso inventa algo completamente nuevo. Las coreografías extraordinarias y cierta estructura dramática de Kill Bill, la venganza: Volumen 1 se pueden rastrear en cantidad de filmes japoneses, entre ellos Pistol Opera (2001) y Shurayukihime (1973), de Seijun Suzuki y de Toshiya Fujita, respectivamente. Bastardos sin gloria remite un poco a Los cañones de Navarone (1961) y Doce en el patíbulo (1967), entre otras tantas fuentes, y ahí están los especialistas de Quentin, listos para localizar las influencias y sus variaciones. Pero en el universo de Tarantino las influencias trasmutan.
En Django sin cadenas la inspiración es diversa y las citas vienen de todas partes. En principio, pertenece a un universo simbólico preciso y propio de dos géneros: el ‘spaghetti western’ y el ‘blaxploitation’. Es, esencialmente, un filme sobre el racismo en clave de western. Y también, como no podría ser de otro modo, se trata de una película sobre el goce de la revancha. El universo ideológico de Tarantino nunca se ha caracterizado por una claridad cartesiana. Impulsos, delirio, prejuicios y un liberalismo bestial ordenan el universo simbólico de sus films.
El cameo de Franco Nero en una de las escenas más incómodas de Django sin cadenas nos remite directamente a su personaje en Django (1966), de Sergio Corbucci. La otra parte del título habría que buscarla en Hércules encadenado (1959), de Pietro Francisci, y aunque el tiempo histórico es otro, el tema es el mismo: la esclavitud. Pero la gran influencia es Mandingo (1975), de Richard Fleischer, sobre todo desde el momento en el que Django (Jamie Foxx) y el Dr. King Schultz (Christoph Waltz) se encuentran con Calvin Candie, el psicópata blanco de turno. Hay más referencias, como El camino de la venganza (1968), de Sydney Pollack, y Los trotamundos (1971), de Paul Bogart. Y se podría seguir por horas.
Lo extraño es que más allá de todas las películas que la habitan, Django sin cadenas no se parece a ninguna de las citadas, y a ninguna otra. Paradoja de una poética y una estética brutalmente aprendidas y sin mediación académica: Django sin cadenas es un film absolutamente autónomo y desencadenado, acaso porque el salvaje alquimista Tarantino sabe mezclar elementos conocidos para engendrar criaturas, diálogos y secuencias jamás vistas en el cine. Y aquí no sólo se trata de cineflia, inquietud que molesta a varios de sus acólitos ortodoxos, pues vuelve a insistir con la Historia, la de su país, casi siempre oscura, un gran relato donde se coleccionan prácticas violentas y despiadadas, y que un cineasta como Tarantino es sin duda una expresión fidedigna.
Este artículo fue publicado en otra versión por el suplemento Ciudad X durante el mes de enero 2013
Roger Koza / Copyleft 2013
No me queda claro que te pareció la película. ¿Viene en una crítica aparte?
Me gustaría conocer tu opinión Roger en lo referente a la cuestión ideológica o si querés a la construcción de ideología de la película.
abrazo
Querido Mariano: la crítica la subo el lunes. Y tiene un enfoque diverso, que incluye la ideológica. Abrazo. RK
Jean-Marie Straub: En Ford, la ficción no es nunca pretenciosa, no es un parásito que hace morir el árbol del cine, un ácido que lo ahueca todo, polvo en los ojos, sino algo que se sitúa al nivel de las historias para niños siendo a la vez extremadamente rico, llena del peso de la realidad.
Daniele Huillet: Todo el problema que nos planteamos durante Moses und Aron, es decir, que las imágenes no pueden bloquear la imaginación, está en Ford desde el principio y es así como él respira. Todo lo que Ford muestra y cuenta no satura jamás la imaginación ni la realidad, y eso es extraordinario.
Quizá le ha llegado a cierto cine el momento en que el parásito, el ácido que lo ahueca todo, el polvo en los ojos y la violencia que bloquea la imaginación ensanchen un espacio para que las vacías piruetas de una reelección imperial se solacen en sus revanchas.
Saludos.
PS: Aquella afirmación de Tarantino sobre Ford está casi al nivel de aquella otra del imbécil (Pedro Costa dixit) de Lars Von Trier sobre sus afinidades hitlerianas, claro, toda proporción guardada. Quizás sea más preferible el autodidactismo de un Wenders, un Herzog o un Santiago Alvarez que el tautológico «polemista» Quentin. Saludos.
Magonista: nada tengo que agregar; la cita y tu PS la podría haber escrito con sumo agrado. Saludos.
Roger, un pregunta ¿crees que sería funcional echar a andar aquella hipótesis que Quintín formula como teorema del punto fijo según el cual habría un isomorfismo estructural detectable al menos entre una relación privilegiada de los personajes del film y lo que Tarantino hace con sus materiales-influencias? aunque en el caso de Django sin cadenas cabría la posibilidad de hallar dicho punto fijo en cada secuencia, las cuales se nutren de cierta explotación cinéfila, a pesar de que, al parecer, todas van ancladas por aquel último ajuste de cuentas entre Django y Stephen (los dos sustratos ideológicos más feroces en el film, tomando en cuenta que Candie no es otra cosa que la sombra invertida de Stephen). Si bien la hipótesis de Quintín apunta a establecer el grado cero de la interpretación o al menos su condición de posibilidad nos parece “infranqueable” la necesidad de tematizar, al menos, el esquema sensoriomotríz que sostiene el conjunto de imágenes que Tarantino “acribilla”. Si bien la hipótesis de Quintín apunta saludablemente a establecer el grado cero de la interpretación o al menos su condición de posibilidad nos parece “infranqueable” la necesidad de tematizar, al menos, el esquema sensoriomotríz que sostiene el conjunto de imágenes que Tarantino “acribilla”. Acaso el ajuste de cuentas ideológico entre D y S duplica simbólicamente la puesta en cámara y en escena de Tarantino, o bien, una imagen-afección (Django) encadenada, por la puesta en forma, a una (re)acción redundante: exacerbada pirotecnia visual y auditiva que encadena formalmente a su personaje ideológicamente «desencadenado». Saludos.
PS: discúlpanos la repetición pero generalmente lo redactamos en word antes de transcribirlo. Saludos.
Magonista: mañana intento responderte como corresponde. Abrazo. RK
En principio, una vez escribí esto y tiene en principio conexión con lo de Quintín. Después te respondo como corresponde; estoy sin tiempo. Disculpame. RK
a mi la verdad es que tarantino con todos sus tics taras y mohínes me dá cada vez mas asco, representa el vórtice de lo norteamericano, el vacío metafísico y el puro impacto visual. Por mí se podría suicidar arriba de un porsche sobre alguna de las putas autopistas californianas como hizo su compinche guionista de pulp fiction.
Petimetre: tus deseos se expresan muy a lo Tarantino. Creo que en la lista para suicidios posibles hay mejores candidatos, incluso dentro del cine. Saludos. RK
Roger querido
Si te fijas, la productora que tenía con Lawrence Bender (Pulp Fiction hasta Bastardos sin gloria)se llamaba A Band Apart, film de Godard y además juego de palabras posterior a Reservoir Dogs. La que se mató era la montajista. Su ritmo en la moviola cambió radicalmente luego de Jackie Brown y escribió con más estructura, pues no contaba con la posterior tijera, y se apoyó en la producción de los hermanos Weinstein, que antes sólo distribuían sus películas. Justo antes de leer tu artículo, brillante por cierto, estaba hojeando la Angustia de las influencias de Bloom, y me parece que Tarantino no sólo no la siente, porque no ve en su predecesor (Como lo explica Bloom, a un padre que lo coarta) sino que me parece que va más allá y se ríe con su padre muerto (Ej: balazo en la cabeza del chico negro en Pulp Fiction -referencia directa al no balazo en la cabeza del cómplice de Pacino en Tarde de Perros de Lumet- en la parte trasera del auto) y así ad infinitum. De alguna manera el Videoclub está en el de manera genuina y se siente como un chico, como me sentía yo en el videoclub cuando era chico y elegía las pelis por la portada.
Te abraza
Pecho
Como cualquier cineasta del mundo, Tarantino es discutible estética, política o metafísicamente. Sin embargo, me parece un autor en sentido fuerte como hay muy pocos en el cine contemporáneo. Un cineasta cuyo sello autoral se reconoce en unos pocos planos y que, además, tiene la capacidad de re-leerse a sí mismo, enriqueciendo con sus nuevas películas los sentidos de su obra anterior. Es evidente desde Bastardos y más aún en Django que él está produciendo en su cine una reflexión política de su propia práctica. No es que simplemente toca temas políticos, sino, lo que me parece más interesante, que mediante procedimientos cinematográficos, reflexiona sobre la política del cine contemporáneo, sus vínculos con el espectador, las formas de representación de la violencia y sus efectos subjetivos y objetivos. Y contra la idea de que él cultiva una violencia física extrema en sus películas, se puede analizar en detalle la puesta en escena de Django para advertir cuánto fuera de campo hay. Y por sobre todo: Tarantino está lejos de la prepotencia sensorial del cine mainstream: sus películas tienen un amplio espacio para ubicar al espectador y darle oportunidad de distanciarse de la imagen y de la palabra y poder pensarlas.
Por último: toda la verborrea acerca de su cinefilia, sus homenajes, citas y referencias al cine anterior es bastante distraída: Tarantino se vale de su memoria cinéfila, pero no le exige al espectador que reconozca cada referencia. Sus películas producen sentidos con autonomía de ese jueguito bastante frívolo de «reconcer la cita» al que se entregan muchas veces los críticos y los cinéfilos de secta. Django se sostiene sola, sin necesidad de que el espectador hay visto ni deba ver ningún spaghetti w, ni blaxploitation, ni que tenga noticias de la existencia de Leone, Corbucci o quien sea. Lo fundamental no pasa por ese reconocimiento, sino por la reflexión sobre la forma cinematográfica que cada película suya estimula. Para mí, Tarantino es cada vez más político y cada vez más interesante, lo que no exige que uno esté de acuerdo con sus ideas.
«La que se mató era la montajista.», TENÉS razón yo creía que se había matado Avary, durazo a mil por hora.
Hoy en TN la periodista recomendó ver Chango desencadenado! y hace unos días otro del 13 comentó que ahora sí comprende lo que fué el racissmo en EEUU, JAJAJAAAAAAAAAA!
Sólo una cosa.
No entiendo nada lo que escribe Magonista.
¿De qué se escuda detrás de tanta verborragia enmarañada y poco hospitalaria?