EL BAFICI EN EL BAFICI 2015 (07): VICTORIA (SEGUNDA PARTE)
Por Jorge García
Muchas veces cabe preguntarse por qué (muchos) intérpretes de gran calidad, ya sean instrumentistas y/o cantantes no obtienen el reconocimiento que merecerían de acuerdo a sus calidades. Las respuestas pueden ser múltiples (la ausencia de un aparato publicitario que los instale en los grandes medios, la negativa a realizar concesiones en su repertorio, cierta vocación para manejarse dentro del underground musical), pero lo cierto es que hay una gran cantidad de músicos que deben limitar sus actuaciones a reductos de capacidad reducida, donde, eso sí, sus fieles seguidores los escuchan con perseverancia.
Victoria, Juan Villegas, Argentina, 2015
Dueña de una perfecta técnica, una voz muy bien timbrada, excelente afinación, gran intensidad expresiva y una enorme ductilidad para captar el espíritu de cada uno de los temas que interpreta, Victoria Morán, confesa admiradora de la gran Nelly Omar, es uno de los secretos mejor guardados entre las vocalistas nacionales de tango. Pero reducirla –a partir de esa admiración- a ser solo una continuadora de la enorme Nelly sería minimizar sus aptitudes, ya que Victoria es una excepcional cantante con una impronta absolutamente personal en sus interpretaciones, algo que ya se podía apreciar en su primer disco, Aquellas cartas, grabado hace nada menos que quince años. Y otro rasgo definitorio de su estilo como artista es el de recorrer en su repertorio tangos que no figuran entre los más transitados (porque, conviene recordarlo, Victoria Morán es -más allá de que ocasionalmente incursione en otros géneros- una gran cantante de tangos). Y es una verdadera suerte que ahora Victoria pueda grabar su segundo CD, una producción absolutamente independiente en el que, además, se estrenará como compositora.
Es posible que el fanatismo incondicional de Juan Villegas por la figura de Nelly Omar haya sido un factor determinante para que encarara el proyecto de este documental (en el que, como en muchos de los mejores trabajos del género, se incorporan numerosos elementos ficcionales). Es que el director –eludiendo rigurosamente la tentación de recurrir a las “cabezas parlantes” y a los testimonios admirativos.- opta en cambio por un seguimiento de la protagonista, tanto en sus quehaceres cotidianos, como en sus clases de canto, en un encuentro con su padre, en las canciones que canta en la intimidad con familiares y amigos, en el momento de una grabación o en alguna presentación en público. En todas estas situaciones, así como en su emocionado recuerdo del encuentro con Nelly Omar o en las respuestas que le da a un periodista que la entrevista, Victoria se muestra sorprendentemente espontánea y natural. Esa misma naturalidad es la que se desprende de la puesta en escena, sobria y recatada con un preciso trabajo de montaje (gentileza de Manuel Ferrari) en la que hay destacar el excelente plano final con la cantante encuadrada de espaldas a la cámara, ofreciendo una sentida interpretación de Adiós felicidad, un tema que inmortalizara el legendario Bola de Nieve. Un film sobrio y sensible, en el que solo cabe lamentar que Victoria Morán cante un solo tango, Manoblanca, con los bellos versos de Homero Manzi.
Jorge García / Copyleft 2015
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