ESTRENOS ETERNOS (10): (M)OTHER

ESTRENOS ETERNOS (10): (M)OTHER

por - Críticas, Estrenos eternos
18 Jun, 2018 10:53 | Sin comentarios
Segunda película del director japonés, una confirmación total de su rigor formal e inquietudes conceptuales.

(M)other, Nobuhiro Suwa, Japón, 1999.

 Para filmar la vida doméstica se precisa distancia. He aquí un método, una modalidad consciente para indagar hasta dónde es posible registrar y reconstruir la organización y los vericuetos de la vida afectiva. En esta ocasión, Suwa elige la inesperada intersección entre la vida en pareja y la vida familiar; no solamente existe un cambio cualitativo cuando el deseo se yuxtapone a la institución que moldea el parentesco y perpetúa un linaje; el tema aquí es todavía más complejo, porque comprende el lazo familiar que no le es propio a uno de los miembros de la pareja.

Este riguroso drama amoroso se compagina a partir de un “intruso”: un empresario gastronómico tiene que cuidar a su hijo de 8 años porque la madre ha tenido un accidente. Será la primera vez que el niño vivirá con su padre –por motivos que el film dejará en claro–, que además convive con una “amiga”, bastante más joven y a su vez indiscutiblemente madura, como el relato revelará.

En una escena magnífica, el hombre recuerda su propia vida de niño y la relación con sus padres, que no se amaban. Esa descripción contextualiza el drama, pues el enlace entre la institución familiar y el deseo, al menos a fines de siglo pasado en Japón, ya no corresponde al modelo tradicional que Ozu retrató magistralmente en su cine. Sin embargo, los efectos que se disparan cuando el hijo empieza a interactuar en la cotidianidad de la pareja son tan universales y acaso atemporales como la vergüenza y la soledad.

Lo distintivo de Suwa es la precisión del registro y la forma que encuentra para discernir y representar un cambio en la posición afectiva de los tres protagonistas. La progresión narrativa y el suspenso emocional apenas se divisan, probablemente menos que los elocuentes planos distanciados –no fríos– con los que observa la interacción diaria, a menudo interceptada por una ventana o una puerta semiabierta. No todo es filmable, y quizás por eso en ciertos pasajes la sobreexposición opera como una fuga de luz en la propia película.

Roger Koza / Copyleft 2018