FESTIVAL DE CANNES 2017 (01): 70 AÑOS DE PODER
En una pequeña ciudad menos glamorosa de lo que se cree, situada en el sur de Francia, se celebra todos los años en el mes de mayo el festival de cine más famoso de todos. Cannes es al cine lo que a los católicos la Santa Sede: una institución que gobierna las creencias de sus fieles. ¿Qué es el cine? ¿Quiénes son los autores de hoy? El canon cinematográfico se dicta desde esta pequeña ciudad costera.
El actual mandamás se llama Thierry Frémaux; es él quien toma la decisiones finales. Tal filme va a la competencia oficial, tal otro a la segunda competencia en importancia, llamada Una Cierta Mirada. Es el único festival del mundo en el que los cineastas están dispuestos a todo, incluso, como ha trascendido en varias ocasiones, a alterar los finales o quitar metraje. Ir a Cannes es un poco más que ganarse un Óscar. Cannes canoniza.
En esta edición número 70 la competencia tiene abundantes nombres consagrados. Entre las 19 películas, Happy End es el film que parece reunir todos los requisitos para llevarse el máximo galardón, la famosa Palma de Oro. Quienes dicen que es difícil que el austríaco Michael Haneke se lleve por tercera vez ese premio puede que estén en lo cierto, pero un film sobre refugiados, con un elenco que cuenta con Isabelle Huppert, Toby Jones y Jean-Louis Trintignant, y dirigido por un director que goza del máximo prestigio, es, antes de que todo empiece, un candidato lógico.
Hay otros nombres de prestigio. Vuelve Todd Haynes con Wonderstruck, también Sofia Coppola con The Beguiled, film que tiene a Kirsten Dunst, Colin Farrel y Nicole Kidman en el elenco. Ambas películas están basadas en novelas y sus relatos transcurren en el pasado. Hay otros títulos estadounidenses, y el más llamativo es uno de los dos films producidos por Netflix: The Meyerowitz Stories, de Noah Baumbach, cuyo solo elenco congregará fotógrafos y fans del cine de Hollywood: Adam Sandler, Ben Stiller, Emma Thompson y Dustin Hoffman pisarán la alfombra roja, y todos estarán felices.
Los cinéfilos esperan ansiosamente la otra película producida por Netflix. Okja, del magnífico director coreano Bong Joon-ho (The Host). La menesterosa sinopsis del catálogo dice bastante poco, pero el punto de partida es demasiado atractivo: una niña resiste como puede frente a las multinacionales que se quieren apoderar de su querida entidad peluda y gigante. Lo fantástico en Bong conlleva siempre alguna lectura política oblicua. Tilda Swinton, Jake Gyllenhaal y Paul Dano son parte del elenco. También estará el genio de Hong Sang-soo, y con dos películas: una en competencia (The Day After) y la otra en sección especial (Claire’s Camera).
Bong no es el único extranjero seducido por producciones estadounidenses. En Cannes compiten Ruben Östlund con The Square y Yorgos Lanthimos con The Killing of a Sacred Deer; los dos directores europeos han dejado el viejo continente y trabajan ahora con estrellas de Hollywood. Es una tendencia en el festival.
Entre las francesas hay una destinada al escándalo. Le Redoutable cuenta la historia de un ya consagrado Godard enamorándose de Anne Wiazemsky, una actriz que en el rodaje de La Chinoise tenía 17 años. Poca gracia le debe causar a Godard que el director encargado de reconstruir su pretérita historia de amor sea Michel Hazanavicius. El director de El artista tiene tanto que ver con él como Juan José Saer con Paulo Coelho. Serán momentos de abucheos y aplausos, de controversias y rumores, algo que no puede faltar en el país que inventó la cinefilia.
Los criollos
Nadie hubiera imaginado que Zama, de Lucrecia Martel, habría de faltar en este Cannes 2017. Se la esperaba el año pasado, y cuando se supo unos meses atrás que Pedro Almodóvar iba a ser el presidente del jurado oficial, las posibilidades de que estuviera el cuarto film de Martel se esfumaron por segunda vez. El director español es uno de los productores de Zama.
Hasta último momento circulaban los rumores sobre La cordillera, el tercer largometraje de Santiago Mitre. Nadie dudaba de que iba a estar, pero no se sabía en cuál de las dos competencias oficiales. Finalmente quedó en Una Cierta Mirada. El thriller político con gran elenco latinoamericano, encabezado por Ricardo Darín, acerca de un escándalo familiar de corrupción durante una cumbre de países de la región es una de las dos películas argentinas en esa sección. La otra resulta una sorpresa: La novia del desierto, de Cecilia Atán y Valeria Pivato, es una ópera prima (por lo que también competirá por la Cámara de Oro). En los papeles, se trata del viaje de una empleada doméstica por el desierto argentino, después de trabajar décadas para una familia.
Hay otro film argentino que se verá en Cannes. Es el corto titulado Pequeño manifiesto en contra del cine solemne, de Roberto Porta. Se proyectará en la selección competitiva de Cinéfondation, el semillero del festival.
Pero hay otra presencia en Cannes. Nahuel Pérez Biscayart protagoniza 120 battements par minute, de Robin Campillo. Es un film de la competencia oficial y promete ser otro de los títulos franceses que levantará discusiones. No es descabellado conjeturar que el joven actor argentino pueda consagrarse en esta edición. Ningún papel que haya hecho hasta el día de la fecha ha sido intrascendente. La intensidad dramática del intérprete y el tema radical del film (un grupo de jóvenes que padecen una enfermedad terminal atacan las empresas farmacéuticas que no les dispensan el medicamento para su cura) permiten creer que aquí puede haber un premio para un representante vernáculo.
*Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de mayo 2017
* El fotograma pertenece a Clara’s Camera
Roger Koza / Copyleft 2017
Cannes canneniza.