Lembro mais dos corvos, Gustavo Vinagre, Brasil, 2018.

Una habitación y un personaje bastan para sostener (y amar a) una película. En efecto, en un pequeño monoambiente de Sao Paulo, Julia Katharine, quien sufre de insomnio, repasa en tono confesional y lúdico toda su vida mientras Gustavo Vinagre pregunta y cada tanto va modificando los encuadres. Lo que se delinea paulatinamente es que el cine ha sido para Julia mucho más que un refugio, más bien una ascesis mediante la cual ha podido trabajar sobre sí desde su condición de mujer trans hasta otras temáticas menos decisivas a lo largo de su vida. Julia puede discurrir sobre Ozu, ironizar sobre la falta de valentía erótica de un filme de von Trier o invocar títulos y estrellas de Hollywood, comentarios que se entrecruzan con memorias familiares, laborales y amorosas, lo suficiente para que el filme avance rítmicamente hasta alcanzar su misterioso desenlace. Si bien el cine de Vinagre tiene muy poco contacto con el del Eduardo Coutinho, la virtud socrática con la que dirige el discurso del personaje remite bastante a las mejores películas del maestro, pues este filme entrañable está esculpido por la confianza que se erige en la naturaleza del diálogo cuando este puede valerse estéticamente de la intimidad de un personaje.

Roger Koza / Copyleft 2018