FICIC 2018 (03): LOS CORTOMETRAJES DE COMPETENCIA
Ciudades de huesos João Salaviza, Portugal, 2017
Para todos nosotros, cinéfilos del siglo XXI, asociar Cabo Verde a Portugal es también invocar al gran Ventura de las películas de Pedro Costa. De aquí en más también recordaremos a Karlon, un rapero de esa misma isla que rechaza la vivienda asignada por el Estado portugués para vivir desnudo en la naturaleza o en las inmediaciones agrestes no muy lejos de Lisboa, como se puede divisar en la soberbia panorámica final. Todo sucede prácticamente en la oscuridad y entre susurros, y el contrapunto de ese grado cero de visibilidad y audición es la rabia del personaje, que aún resiste en soledad frente a la abdicación de sus coetáneos.
Doce clavos, Paula Hernández, Argentina, 2017
Un hombre llama por teléfono a una mujer en la noche; es una invitación a pasar un buen rato y tener sexo. Lo que le interesa a Hernández no es necesariamente el evidente placer que los personajes comparten y los planos testifican, sino el incierto después y la ineficacia del erotismo a secas para abarcar por completo el deseo. La administración del tiempo narrativo es notable y se suministra la información justa y necesaria para saber algo de los personajes: los detalles elegidos sintetizan y las elipsis ordenan.
El árbol que vio la revolución, Marcos Rodríguez, Argentina, 2018
El viejo gomero sigue ahí, antes de la Revolución de Mayo y de que a un territorio se le bautizara como Argentina. El árbol está desde 1790, quizás antes, en una plazoleta ubicada en Recoleta, pleno corazón de Buenos Aires. Es un testigo mudo de la historia, y asimismo una entidad biológica y cósmica que persiste en el tiempo. Una especie que se despliega y expande, y que también desafía al cine. ¿Cuál es el plano exacto para filmar a ese a árbol?
El proletario volador, Philipp Warnell, Reino Unido, 2017
En un campo donde se cultiva lavanda, un hombre, cuya vestimenta podría ser la de un religioso o la de un campesino, realiza algunas tareas vinculadas a aquel quehacer y otras desligadas del cultivo, como tocar un triángulo en un espacio que remite a un recinto sagrado. Mientras eso sucede, una meditación intermitente sobre el espacio y otros conceptos derivados que implican lugar y pertenencia, basada en un texto de Jean-Luc Nancy, interviene dialécticamente sobre el orden visual y sonoro. Además, dos perros viajan en una nave soviética al espacio.
Entre dos aguas, Matías Lucchesi, Argentina, 2018
Un caballo, un cuidador a punto de sacrificarlo, una pareja de adolescentes que planea otro modo más digno de transición al otro mundo para el animal. En menos de 12 minutos, Lucchesi puede combinar un contenido lirismo con una cuota de suspenso, entendiendo cabalmente el ritmo que necesita su film y empleando en varias ocasiones panorámicas muy elegantes para sostener un relato simple y efectivo en el que está en juego la única experiencia de la que se desconoce todo. Paula Hertzog vuelve a trabajar con el director, y resplandece como siempre.
Púas, baldios, Marta Mateus, Portugal, 2017
Dos son los protagonistas de Farpões, baldios. El primero es tan ubicuo que desaparece frente a los ojos. La luz es una condición de todo registro, y supone también la oscuridad. El otro protagonista es el pueblo, una entidad siempre evocada, algo abstracta y a menudo confundida con la representación de una multitud. El plano general en el que todos los miembros de esta tierra situada al sur de Portugal “posan” para Mateus sería la condensación del sentido de todos los planos en ese solo. El resto del film es juego, trabajo y descanso. Y también recuerdos
Fragmentos desde el exilio, Pablo Martín Webber, Argentina, 2018
Una táctica infalible: la ciencia ficción es ideal para ejercer la crítica política. Unos presuntos informes realizados durante el 2015 en Córdoba y recapitulados 50 años más tarde por un alienígena permiten indagar sobre el ubicuo control policial, el devenir técnico de los hombres, la historia política de la provincia y la relación de todo esto con el triunfo macrista en ese año La inestabilidad de las imágenes y el tono perplejo de la voz en off del agente operan el distanciamiento narrativo necesario para horadar cualquier forma de certeza ideológica.
Fuegos, Martín Pawley y Marcos Pérez, España, 2017
La percepción no es un tema menor y es tan esclava del hábito como cualquier otra práctica que reclame asiduidad. Ver y oír le competen a cualquier espectador. Una película como Fuegos no es otra cosa que una modulación sensible frente a esos dos actos que determinan la relación con el mundo. Un lente especial reproduce un centro perceptivo: el mundo luce esférico y en el cielo cientos de fuegos artificiales explotan sin cesar. La trayectoria de los proyectiles y las figuras azarosas del humo consuman un hecho estético, y el sonido de las explosiones puede suscitar asociaciones tan diversas como un festejo o un bombardeo.
Y ahora elogiemos las películas, Nicolás Zukerfeld, Argentina, 2017
La cinefilia es una forma de traducción. El estímulo del mundo y los estímulos que el cine le roba al mundo se confunden en el cinéfilo, pues el cine traduce el mundo y viceversa. El problema consiste en cómo traducir y vivir en(tre) el mundo y el cine. El joven protagonista puede ver 15 películas en pocos días, participar de un rodaje y traducir al mejor crítico estadounidense de la historia, Manny Farber, pero también debe trabajar en una librería vendiendo artículos y sacando fotocopias. El montaje no es solo un problema para los cineastas, es también una operación vital y selectiva para poder hacer lo que se ama.
La boca, Camilo Restrepo, Francia, 2017
Una mujer ha sido asesinada; el padre podría hacer algo al respecto, y así lo reclaman dos bailarinas y cantantes y un percusionista. El drama familiar se escenifica como si se tratara de un ritual (y a veces un sueño), y Restrepo concibe una forma fílmica capaz de seguir el ceremonial sin descuidar plano a plano la naturaleza del registro, cuya musicalidad se puede observar en cómo decide abrir y cerrar algunos planos respetando una cadencia propia y en función del desarrollo del relato. El severo rostro y la sola mirada del reconocido músico Mohamed Bangoura, que interpreta al padre, ya son de por sí un enigma.
Las expansiones, Manuel Ferrari, Argentina, 2017
Una selección de textos de los primeros viajeros que llegaron al Río de la Plata, entre el siglo XVI y XVII, y una precisa colección de planos actuales y de unas décadas atrás de Retiro y zona aledañas (y de los puertos de los que partieron los navegantes) entran en colisión dialéctica en este notable ensayo en el que la disonancia y la disyunción entre la descripción literaria y la imagen cinematográfica dan como resultado una clarividencia filosófica acerca del contingente devenir de un pueblo en un territorio. Una película muy cercana al libro El río sin orillas de Juan José Saer.
Las fuerzas, Paola Buontempo, Argentina, 2018
La vida los jockeys en sus inicios, a eso se circunscribe este laborioso retrato en el que jóvenes recién graduados empiezan a desempeñarse en un deporte que conlleva riesgo físico e inmediata recompensa económica. Buontempo observa a una distancia justa el entrenamiento, las clases, las rutinas, los caballos y otros pormenores de la profesión. La pasión que despierta la actividad se puede presentir a propósito de cierta anécdota. Todo lo demás consiste en precisión de registro y síntesis conceptual para espiar un microcosmos.
Las hormigas, Mariana Wainstein, Argentina, 2017
Vera está por cumplir 35 años, edad suficiente para evaluar qué se quiere y en dónde se está. La aparición de varias hormigas, un flirteo estéril, la persistencia de una migraña, la futura fiesta de cumpleaños, una cita de un libro de Abelardo Castillo y el peligro de ser degradada en el trabajo fuerzan a la protagonista a intensificar su conciencia, duplicada en la puesta en escena, que resuelve con gran eficacia tanto situaciones narrativas como perceptivas. A su vez, la expresividad de Paula Carruega logra reflejar la angustia y la confianza frente a la incertidumbre.
La película recordada, Isabelle Tollenaere, Bélgica, 2018
Como en Battles, la joven cineasta belga vuelve a indagar sobre el imaginario de la guerra y la pedagogía que lo naturaliza. Jóvenes soldados provenientes de guerras dispares en tiempo y espacio descansan en un bosque y cada tanto, mirando a cámara, cuentan alguna hazaña o calamidad de las que han sido testigos. ¿Lo que dicen lo vivieron, lo soñaron o lo vieron en algún film? Tollenaere sugiere que la guerra es una cultura ubicua, que se empieza a aprender en la infancia con los juguetes y se afirma en la adolescencia a través del cine.
MLA, Paulo Pécora, Argentina, 2017
“¿Qué se ve cuando se ve?”, pregunta Marie Louise Alemann, cineasta alemana fundamental en la escena del cine experimental argentino de la década de 1960. Pécora la entrevista en el otoño del 2013, casi dos años antes de su muerte. La espectralidad del film es conceptualmente perfecta, pues lo que sucede podría ser por sí mismo una respuesta a la pregunta de la protagonista: apenas se puede entrever una figura y retener un sonido que pueda coincidir con esta. Entre sus recuerdos, también se evoca a Tarkovski y a un perro, no menos fantasmales.
* El proletario volador (encabezado); 2) Púas, baldíos.
Roger Koza / Copyleft 2018
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