MES FICUNAM 2012 (05): RUTAS ARGENTINAS

MES FICUNAM 2012 (05): RUTAS ARGENTINAS

por - Críticas, Festivales
06 Feb, 2012 04:15 | comentarios

Por Roger Koza

TIERRA DE LOS PADRES, NICOLÁS PRIVIDERA, ARGENTINA, 2011

Después de M, su conmovedora y rabiosa ópera prima acerca de su madre desaparecida en la última dictadura militar argentina, Prividera toma un camino inesperado aunque no menos personal, más allá del drama íntimo e histórico: filmar 200 años de historia argentina desde una necrópolis aristocrática, allí donde los supuestos héroes de la patria descansan. El cementerio de la Recoleta, en el centro de la Capital Federal, es el escenario elegido para que hombres y mujeres de distintas edades y profesiones (cineastas, escritores, actores, estudiantes, etc.) lean algunos textos centrales e ideológicamente relevantes de la Historia argentina oficial (y no oficial), en la mayoría de los casos al lado o al frente de las tumbas de sus autores. El resultado es magnífico y perturbador: los textos resultan actuales (y universales), más allá de que algunos pertenezcan al siglo XIX. Alberdi puede ser un contemporáneo de Paco Urondo; Rosas, de Lugones. Una cita de Evita, en uno de los momentos claves del film, adquiere una validez extrapartidaria, y de algún modo explicita la perspectiva del cineasta, jamás distanciada o neutra, sobre la violencia de clase que atraviesa la historia argentina. Si bien el texto urde un relato coral, algunas voces desentonan más que otras: las citas de Sarmiento, nunca fuera de contexto, denotan la barbarie congénita de su liberalismo de avanzada, mientras que el pasaje de la “Carta abierta a la Junta Militar” de Rodolfo Walsh sintetiza una lucha por la justicia y la equidad, y cada palabra tiene una dignidad irrefutable frente a otros discursos leídos, pletóricos de galimatías y figuras retóricas que sólo resguardan el odio y el desprecio de clase. Los cuidadosos planos fijos y las elecciones de encuadre se apropian de las estatuas del cementerio, haciéndolas valer como elementos de una puesta en escena lúcida en donde arquitectura y discurso sintetizan los antagonismos y luchas de un país signado por la violencia, lo que se anuncia desde el comienzo con un trabajo de montaje controversial sobre material de archivo de varios estallidos sociales, incluyendo el de diciembre de 2001, mientras suena el himno nacional argentino. Prividera no desestima mostrar la vida que subsiste en la ciudad de los muertos, y en varios pasajes filma a los cuidadores de los mausoleos y panteones (hay un plano de la tumba de un trabajador del cementerio), observa a los gatos que deambulan, a veces disputándose una paloma muerta, y registra la visita de turistas, estudiantes, familiares y compatriotas. Pero Prividera tiene reservado un giro final; un preciso travelling aéreo sobre el cementerio tendrá un destino específico que refuerza la idea de una contrahistoria: la que viven inconscientemente en la memoria, como los espectros que la representan, quienes desconocen el descanso eterno.

PAPIROSEN, GASTÓN SOLNICKI, ARGENTINA, 2011

Después de su extraordinario debut con süden, un retrato preciso sobre el músico Mauricio Kagel, Gastón Solnicki demuestra que su talento era independiente de aquella figura dominante y elegante, objeto y sujeto de su primer film. En esta oportunidad, tras 10 años de registro, Solnicki orquesta un retrato familiar que comprende cuatro generaciones (su abuela, sus padres, sus hermanos y sus sobrinos son los protagonistas, y el propio director no deja de ser una presencia estelar, aunque permanezca en un fuera de campo casi total) y un período histórico que va del Holocausto hasta el presente. Esta notable reinvención de la home movie propone una dialéctica misteriosa y sensible entre la gran historia y la vida cotidiana, y sugiere así un punto de intersección difuso entre la intimidad y los acontecimientos que determinan el devenir de los pueblos. El plano inicial es soberbio y multívoco: mientras el padre del director viaja con su nieto en un cable carril en una situación ostensiblemente de ocio, el (diseño de) sonido del móvil remite a los trenes cuyo destino eran los campos de exterminio. La voz en off de la abuela introduce casi al instante la desgracia, de lo que se predica una condición histórico-existencial: los Solnicki son sobrevivientes, una familia judía expulsada por el delirio fascista predominante a mitad del siglo pasado en Europa. La solidez del registro cotidiano devela amorosamente la neurosis familiar y también cierta ansiedad grupal que excede a la personalidad de cada miembro de la familia. Los textos que funcionan como separadores temáticos operan como indicadores, aunque la inteligencia del montaje, que incluye material de archivo en video y súper 8, consiste en compaginar actos, datos y épocas en un gran relato diferido sobre la inmigración, la contingencia de la identidad, la pertenencia de clase, la economía doméstica y global, y cuyo bonus track no es otra cosa que una meditación melancólica sobre el paso del tiempo y su relación con el registro cinematográfico.

ACCIDENTES GLORIOSOS , MAURO ANDRIZZI Y MARCUS LINDEEN,  DINAMARCA-ARGENTINA, 2011

En menos de una hora, Andrizzi y Lindeen sugieren una línea novedosa para el cine con vocación narrativa. Ya en En el futuro Andrizzi ensayaba una modalidad de relato en la que sus personajes contaban la película (un mosaico de historias sin conexión entre sí) y parecían ofrecer un testimonio de sus propias vidas. Esa zona indiscernible entre documental y ficción es aquí superada por un sistema narrativo similar más depurado en el que se preserva la fotografía en blanco y negro y un conjunto de historias autónomas, y en donde se repite una meditación filosófica discreta acerca del accidente como categoría existencial. Si bien los accidentes automovilísticos tienen cierto protagonismo, Accidentes gloriosos no es Crash, aunque la perversión de Cronenberg merodea en algunos pasajes. Un lentísimo travelling hacia adelante que culmina en un agujero con connotaciones eróticas resulta sublime cuando la voz en off omnipresente en todo el film le añade un cuento en el que una felatio consigue elevarse a una dimensión sublime. Las historias siempre están atravesadas por el acaso: una pareja a punto de estrellarse con su auto, unas cartas de amor encontradas por alguien, una sesión espiritista, los efectos de un trasplante en un pintor, un fotógrafo obsesionado con los choques automovilísticos pues allí el metal, la chapa, los líquidos sintéticos, la carne y la sangre devienen en obra de arte. En un pasaje bellísimo un hombre vuela por Buenos Aires y sus recuerdos no dejan de fluir por su memoria, entre ellos sus visitas al zoológico de la ciudad, cuyos animales tienen una aparición gloriosa. Andrizzi y Lindeen pueden transformar una mesa de billar en un escenario casi metafísico que sintetiza el azar y la voluntad. Cierta obsesión por nuestra condición óptica es recurrente: los lunares de una víbora son miles de ojos y en el hueco de un árbol pueden habitar varias miradas (¿un homenaje a Metrópolis?). La música de Hans Appelqvist es un exquisito aporte atmosférico para este film notable.

Las películas pertenecen a la secciones Cámara Lúcida y Trazos.

Los textos han sido publicados por Ficunam 2012 (catálogo)

 Roger Koza / Copyleft 2012