GODARD EN 3D: LA EXCEPCIÓN PARA TODOS
Por Roger Koza
Es un acontecimiento, debería serlo. Se estrena comercialmente un nuevo filme de Jean-Luc Godard y es en 3D. ¿Quién podría imaginarlo? ¿Godard capituló, se entregó? Justamente, en ese nuevo dispositivo técnico en el que la industria del cine celebra sus victorias numéricas y estéticas llega una película del director de Los carabineros. En ella se discute casi humorísticamente este nuevo imperativo naturalizado por el cual el cine (digital) de principios de siglo debe ser estereoscópico. El resultado es genial y hermoso, porque mal que les pese a los detractores del director nacido en Suiza, Adiós al lenguaje demuestra una vía poética para el cine en 3D, lo que constituye en cierta medida una forma política de resistencia.
Del siglo XX al siglo XXI
Como es sabido, la carrera de Jean-Luc Godard empezó a mitad de la década del ‘50, primero como crítico de cine, después como director, aunque para Godard filmar fue siempre escribir crítica de cine por otros medios. Sus textos en Cahiers du cinema y sus primeras películas, como Sin aliento y Vivir su vida (títulos míticos de la nouvelle vague), son citas ineludibles de la historia de cine, pues la modernidad cinematográfica sin él resultaría, si no inconcebible, al menos huérfana, y la evidencia de esta afirmación se la puede constatar en Historia(s) de cine, el monumental ensayo sonoro y visual con el que Godard prueba su mayor tesis: el siglo XX y el cine se pertenecen, o dicho de otro modo, las imágenes del cine son también las imágenes del siglo XX, signado tanto por una nueva época de la técnica y una inesperada crueldad a escala mayor llamada nazismo.
Godard ha probado de todo en el cine: comedias, musicales, policiales, dramas, ensayos. En cierto momento, creyó que el cine debía responder al espíritu radical de la década del ‘60 y entonces concibió un cine colectivo de vanguardia y revolucionario que expresara una crítica ideológica a las coordenadas políticas conservadoras que predominaban en Europa y en el mundo. El maoísmo godardiano no duró mucho tiempo; después de la ola roja que atravesó tanto el Mayo Francés como los cuarteles de los Cahiers, Godard fue replegándose sobre sí, reinventándose como un cineasta que empezaría a trabajar en películas que, en cierta forma, analizarían por vías distintas el legado del siglo XX en una dimensión que alcanza incluso el orden civilizatorio.
El lenguaje del adiós
Desde muy temprano, Godard tuvo un interés particular por el lenguaje como un fenómeno que excede la función comunicacional. Sin lenguaje no hay mundo o, dicho de otro modo, solamente podemos hacer una experiencia del mundo con y en el lenguaje. Para quien piensa de ese modo, el cine, una invención óptica y sonora, es una práctica extraordinaria de exploración. Es por eso que el carácter experimental del cine de Godard ha sido siempre una respuesta a esta inquietud. Lo que pasa con el sonido y el trabajo sobre el montaje en toda película de Godard implica examinar cómo oímos y vemos (en el cine), y a su vez cómo el lenguaje ordena discretamente la percepción.
Ya en los inicios de su carrera, en Alphaville, Godard hizo un filme inolvidable en clave policial y de ciencia ficción que bien podría leerse y verse como un tratado moderno y pop sobre el lenguaje. Y no solamente en consonancia con la filosofía del lenguaje de aquel tiempo, pues ¿quién no recuerda ese pasaje poético, uno de los más hermosos de toda la historia del cine, que tiene lugar entre luces y sombras cuando Lemmy y Natascha recitan un poema en conjunto?
Adiós al lenguaje no es estrictamente una película narrativa, pero en el mínimo relato que la contiene hay un hombre y una mujer que discuten cada tanto, casi siempre en su casa y desnudos. Sus diálogos son tan ocasionales como filosóficos. Hay también un perro, Roxy, que vive con la pareja y cuya presencia es fundamental. En cierto momento, Godard cita a Rilke: “Lo que está afuera puede ser conocido sólo a través de la mirada animal”. Tal aseveración parece dictar gran parte de la puesta en escena: el perro mira, nos mira y a través de su mirada miramos el mundo. La presencia animal suele coincidir con la captación precisa de la belleza de las cosas que están en el mundo. Las hojas de los árboles y las flores adquieren aquí una inusitada hermosura. He aquí un uso del 3D destinado a resaltar la exuberancia física de los entes animados. Esto viene acompañado (y contrapuesto) por elementos aleatorios que remiten a preocupaciones clásicas de Godard: la violencia, el Estado, el Holocausto, la propaganda, la decadencia.
Si bien en Tres desastres, un precedente cortometraje en 3D, Godard sugería que la “D” del 3D significaba o connotaba el término dictadura –la dictadura de lo digital–, hay aquí una reivindicación del espíritu poético aludido, como así también una tendencia lúdica a trabajar cómicamente con el dispositivo. En cierto momento, el espectador tendrá que jugar con lo que ve. Literalmente, una imagen se separa de la otra y los ojos tienen que intervenir para decidir qué ver. El juego es genial debido a que el espectador tiene que abandonar su condición pasiva e involucrarse y determinar finalmente cómo ver lo que está pasando en la pantalla.
Hay una suerte de aforismo de Godard que dice así: “La regla quiere la muerte de la excepción”. Léase aquí entonces: el cine en 3D es la regla, y he aquí una excepción de su uso: el espectador recupera inesperada y alegremente su disposición a mirar de una forma activa, de lo que se predica una manera amable de sentir en el cine el poder de mirar, es decir, el encuentro del espectador con su autonomía, al ser capaz de sentir y aprehender que una imagen es una forma que (nos) piensa.
Este texto fue publicadoen el diario La voz del interior durante el mes de diciembre de 2014.
Roger Koza / Copyleft 2014
Roger, se agradece enormemente tu generosa y precisa cobertura de la película, es verdaderamente un acontecimiento cinematográfico que se estrene en 3D en varias salas. Ayer la vi y la emoción me sigue acompañando, es una experiencia sobrecogedora. La lucidez política y filosófica, no exenta de un espíritu lúdico y un humor por momentos desopilante, y la profunda capacidad inventiva de imaginación poética con que Godard lleva al límite las posibilidades del cine y del 3D son algo único. ¿Quién más podría hoy en día hacer algo así, dar vuelta como un guante la gramática cinematográfica y forzar al ojo de semejante manera? No sé si me habrá pasado sólo a mí, pero hay algo del orden fisiológico y cerebral en el trabajo de desafío cognitivo y percepetual con el 3D que regularmente me obligaba a cerrar un ojo unos segundos para lograr procesar la multiplicidad del plano, enfocando ora el fondo, ora el frente, y recién después de ese ejercicio podía integrar ambas dimensiones abriendo los dos ojos y superar el choque y la confusión iniciales.
Migo: así es; hay una suerte de juego cognitivo, una comicidad de la forma. Lo que he notado es un problema con el subtitulado. No está bien hecho, al menos en Argentina; los subtítulos quedan molestando porque no salen sino están hacia adentro. Esto molesta en la visión. La vi en Cannes tres veces y ahí el subtítulo en inglés salía y no producía un problema de visión. Ayer la volví a ver en Córdoba, acompañé a mi hija y a mi mujer que querían verla. Y esa fue mi percepción. Saludos, y muchas gracias por sus palabras iniciales. En ciertas ocasiones, tanta insistencia parece no importan a nadie. Lo que usted me dice me lleva reconsiderar mi lectura negativa. RK
Está en lo correcto Koza, el subtítulo es pésimo y dificulta mucho la lectura con la visión de las imágenes que de por si requieren mucha atención.
Un saludo y felicidades!
Cine Showcase de Córdoba, función de las 22,15 hs del sábado 20/12, eramos unas 60 personas en una sala con 200 butacas. Nada mal. Además, solo 4 se fueron antes del final. Pero me llamó la atención el escaso público joven: la mayoría de los asistentes parecía tener la misma edad de Godard.
Coincido con la crítica. Creo que lo que se señala es pertinente a lo que se ve en la pantalla.
Primera impresión -y habrá miles posteriores, espero-: se trata de una obra extraordinaria de una cineasta único. Ciero es que esto dice poco, pero en parte sirve para agradecer la perseverancia de Roger desde su estreno en Cannes. Es como si Godard inventara el cine en el momento mismo en el que desespera de su realidad y aún así, en esa desesperación, radica parte de esa realidad.
No se si para el cine, pero mi experiencia como espectador hay un antes y un después de esta película.
Gracias Roger.
Un abrazo
Gracias por hacerme saber qué sucedió con usted frente a Adios al lenguaje. RK
Estimado Roger, tengo el agrado de encontrarme con su blog y sus ricas y deconstructivos análisis. Es la primera vez en mis 31 años de vida, que me vuelco con entusiasmo al campo de «las cŕiticas del cine» y su reducto web es un nuevo hogar. En relación a este film de Godard, fué el primero que ví junto a mi pareja, y estos tópicos «»posmodernos»», o del giro linguistico moderno auto-reflexionado nos apasiona. En el film hay mucho de Lacan, en cuanto a la realidad inalcanzable por el humano debido al velo que, todo lo abarca del lenguaje. Y también nos encantó, que los planos de la naturaleza en las situaciones de dialogo de la pareja, siempre están enmarcados, o en la TV, o en el marco de la ventana, haciendo alusión al marco cultural del hombre sobre la naturaleza. Pero Godard, no solo deconstruye, sino que como acertadamente describe usted, produce una yuxtaposición del signo, o del sentido cultural del espectador del 3D, y esta dimensión que nos acerca a Derrida y a Barthes nos parece la mas rescatable de esta aventura creativa, nos da felicidad esta superación de lo nomenclado como «cine posmoderno».
Un gran agradecimiento por su valioso trabajo.