LA MAESTRA DE JARDÍN / HAGANENET
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
EL NIÑO DE ISRAEL
La maestra de jardín /Haganenet, Israel, 2014
Escrita y dirigida por Nadav Lapid
*** Hay que verla
Segunda película de Lapid, confirmación de que es uno de los mejores cineastas del presente
La sensibilidad de los hombres. ¿A quién puede interesarle? Menos todavía la poesía, una actividad improductiva por excelencia, desatinada forma de expresión frente al imperativo pragmático que se apodera del mundo. “Ser un poeta en nuestro mundo es oponerse a la naturaleza del mundo”, dice un personaje en La maestra de jardín.
Pero lo que importa aquí no es sólo el clamor universal de ese enfrentamiento imaginario, sino la singularidad del mundo en el que se enuncia ese parte de guerra. La contienda entre los signos poéticos y los discursos productivos tiene aquí un marco simbólico específico: la cultura israelí. La pregunta es entonces: ¿qué significa ser sensible en un país como Israel? En una nación signada por su esteticismo castrense y una teología ubicua, la militancia por la poesía o la existencia de un poeta no puede ser otra cosa que una anomalía. Están son las coordenadas simbólicas de la magnífica segunda película de Nadav Lapid.
En el centro del relato están dos personajes: un niño de cinco años llamado Yoav, que vive con su padre adinerado, y Nira, una maestra jardinera de clase media. El primero es un poeta precoz, tal vez un genio de la rima. ¿De dónde provienen sus versos? La lucidez es manifiesta y el estilo literario poco tiene que ver con un posible naturalismo descriptivo adecuado a la infancia. La abstracción de los poemas es contundente, no menos que el método de “escritura”: Yoav camina de un lado a otro y dicta sus rimas. Primero anuncia: “Tengo un poema”, luego su niñera y después su maestra transcriben. La conducta remite a la de un niño autista, la precocidad literaria a la de un Mozart de la palabra. Si los versos suenan ontológicamente inverosímiles, hay que decir que pertenecen al propio director y que fueron escritos por él entre sus 5 y 7 años. Un verdadero misterio.
Por su parte, Nira está casada con un ingeniero, tiene dos hijos mayores (uno en el ejército, otro en la escuela secundaria) y en su tiempo libre asiste a un taller literario y escribe poesía. La obsesión que desarrollará por el niño poeta resulta comprensible. Deslumbramiento no exento de envidia, que, cuando la docente lleve adelante un acto extremo que puede ser leído de modos diversos, lucirá superficialmente como patología. En la indeterminación del punto de vista de ese personaje reside en parte la fuerza crítica del filme.
Lapid es un cineasta virtuoso: los planos secuencia con los que sigue a sus personajes, las originales subjetivas que remiten a la mirada del niño o la maestra, la elegancia tan peculiar en el uso del primer plano para pasar cada tanto de una escena a otra, el trabajo preciso con sus intérpretes y la utilización justa de temas musicales en ciertas escenas poco tiene de pomposidad estilística. Un cineasta necesita componer su mundo y sus obsesiones.
El microfascismo y la violencia concomitante y comedida en el seno de la identidad israelí es lo que le interesa a Lapid. La ausencia de palestinos, tanto en Policeman como en La maestra de jardín, constituye un fuera de campo consciente y recargado, y aquí alcanza una intensidad simbólica cuando la maestra le enseña al niño a distinguir entre judíos asquenazíes y sefaradíes. Ese fascismo estructural aunque difuso también se personaliza en la figura del padre del niño y su ejercicio obsceno de poder frente a sus empleados. Su riqueza es una filosofía generalizada y de un par de generaciones, consustancial al reconocible hedonismo que sobrevuela en ciertas ocasiones.
En la protección casi delirante de un niño poeta, La maestra de jardín visualiza un acto de rebeldía mínimo frente a una sociedad cerrada en sus propias certezas y configurada en sus permanentes exclusiones. Los poetas son como los palestinos, imperceptibles, ciudadanos del infortunio y la insignificancia.
Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La voz del interior en el mes de septiembre 2015
Roger Koza / Coypeleft 2015
Muy buen texto, Roger. Vi la película hace unos días y me resultó sorprendente, singular, extraña, una pieza solitaria en el contexto del cine que se hace y se estrena en las salas comerciales.
Es muy difícil hacer una película como esta, con un punto de partida tan inusual y sostenerla con tanto sentido e interés a lo largo de todo el relato. Además del trabajo profundo e intenso sobre el punto de vista de la maestra, que sostiene el desarrollo enigmático de la obra, el director construye con gran inteligencia el personaje de Yoav, evitando todos los acercamientos premoldeados a la infancia y a los «niños geniales» y dotando al personaje de un espesor que comunica bien lo inasible de su «don» y, a la vez, lo extraño que resulta en ese mundo de gente que se presenta preguntándose por la cantidad de dinero que posee, por la riqueza o por la posición social en la que viven.
La escena de Nira y su profesor es notable en este sentido: el deseo, la aventura que comparten, surge de la poesía apropiada por Nira y se pone en palabra a partir de una pregunta sobre el dinero de parte de él.
Había visto Policeman y me había resultado interesante el planteo de la película, aunque no tanto su resolución. En este film me parece que Lapíd da señales nítidas de que le interesa hacer cine en sus propios términos y que tiene ideas y recursos para hacerlo.
Gracias Scotti. Sobre lo que decís no tengo mucho que agregar. La escena clave, desde mi punto de vista, es el encuentro de la maestra con el hermano del padre del niño. Saludos. RK
Gran película. Pude verla en el último BAFICI. Es indudable que el desempeño de la actriz Sarit Larry da el tono justo a su personaje de la maestra. Sin su brillante actuación, la película se resentiría bastante.
Como cuestionamiento, diré que el final me pareció pobre, un desenlace que va en contradicción con el gran dramatismo de la huida de los dos personajes principales. Cuando todo hacía presagiar un desastre, el filme implosiona, y la situación se resuelve de un modo trivial. Solo rescato de ese final, la crítica a la policía, que sabiendo que había un niño de por medio, no ahorra acciones desmedidas de violencia.
Me cuesta ver el final como trivial. Y valoro justamente el hecho de que no terminen a los tiros aunque sí se pueda apreciar la violencia policíaca. Saludos. RK
Pocos días después de finalizado el BAFICI, el crítico Jorge García escribió en este blog, a propósito de este filme, y entre otros conceptos, afirma: «el ex soldado Lapid, como en la anterior Police, vuelve a mostrar aquí su simpatía por policías y militares».
Mi respuesta fue:
«No creo que haya nada en el filme que demuestre la simpatía del director por policías y militares. Y a las pruebas me remito: en uno de los diálogos de la pareja central, la maestra y su esposo ingeniero, se habla de la posibilidad de que su hijo, que está en el ejército siga la carrera militar, y el padre rechaza la idea argumentando que el ejército, como medio de vida, es para los pobres y los tontos.
En las escena final, cuando la policía interviene para liberar al niño, actúa con una violencia desmedida, a pesar de saber que estaba involucrado un niño, y que la maestra no estaba armada.»
Habría que agregar ahora que también la escena del baile del hijo con sus camaradas de armas, todos de uniformes, en su aparente sencillez, produce verdaderos escalofríos y ninguna simpatía por el ejército israelí.
Exactamente. Esa escena es consustancial al hedonismo de los jóvenes en la disco. Saludos. RK
Roger,
¿Qué te parecieron los planos en los cuales los personajes parecen llevarse por delante la cámara? Realmente me quedé un poco afuera de la película y hay cosas que no pude comprender tanto desde lo formal como desde lo narrativo, por ejemplo la reacción del público ante los poemas expuestos por el niño.
Un saludo.
Nicolás González:
Disculpá la intromisión, se que las preguntas van dirigidas a Roger pero no puedo evitar la tentación de intervenir. Me parece que lo importante es TU punto de vista. Qué lectura hacés vos de las escenas, mas que tratar de descifrar “lo que el director quiso decir”. Depende por supuesto de cada director, pero en muchos casos, y creo que esta película es un buen ejemplo, no hay códigos ocultos a descifrar. Son imágenes que nos desafían y nos exigen nuestra propia reflexión o punto de vista. No se si viste la anterior de Nadav Lapid, titulada Policeman. Allí vas a ver una escena donde un grupo adolescente punk destroza un auto estacionado en plena calle. Los pibes que hacen estos destrozos no aparecen más en el filme, el auto no es de ningún personaje. Es una escena extraña, que exige mi punto de vista y no parece tener nada que ver con nada. De todas formas, la escena que citás como ejemplo, la maestra que pone al chico a recitar y recibe un repudio unánime de la platea, yo la interpreté de dos formas: la primera, más obvia, es lo que el propio público dice. Consideran a la maestra una aprovechadora. No se concentran en la calidad del poema. La segunda lectura que hago es una reivindicación de la maestra, ya que cuando en una escena anterior, ella lleva los poemas del niño al taller literario, los hace pasar por propios. Ante eso hay dos lecturas posibles: o la maestra es una “ladrona”, o intenta evitar un repudio similar al que ocurriría después en el recital de poesía. Al hacer pasar por propios los poemas, obliga a los compañeros y al director del taller a opinar sobre el poema en sí y no sobre quién lo produce. Luego, al llevar al niño al recital y hacerle decir sus propios poemas, queda claro que no quiere «robarle» nada al niño.
Jorge,
Gracias por la respuesta, no me molesta en lo más mínimo la intromisión.
Es correcto lo que usted dice, solamente de curiosidad quería saber la opinión de otra persona sobre esas escenas por lo cual agradezco su punto de vista.
Vi la anterior película, Policeman, en el Bafici. No me convenció en lo más mínimo pero no quiero entrar en detalle ya que la vi hace varios años y puede que mi memoria desvirtúe lo visto (como siempre sucede).
Retomando La maestra de jardín, debo decir que la función de «ver» la cámara me pareció un aspecto un tanto caprichoso pero al desconocer cuestiones socio-culturales del país puede que su función tome otro efecto.
La escena de recitado me confunde, por un lado creo en una desaprobación ante el acto de la maestra de llevar a un niño y hasta diría una burla-ninguneo hacia el niño. Pero una de las personas que se burla luego se disculpa y termina haciendo ese baile liberador y sin prejuicios con la maestra. Puede ser que esté delirando con lo que digo jaja, por eso digo que estoy confundido.
Un saludo.
Estimado Nicolás:
1. Las subjetivas heterodoxas me parecen apropiadas como refuerzo de otras que insisten sobre la mirada del niño y los intento de la maestra de entender cómo mira el niño.
2. Si Lapad me hubiera enviado un corte previo la escena que recita en público sería la mayor objeción de mi parte. Es torpe y en total disonancia con el resto del film.
Saludos. RK
Gracias a ambos por las respuestas.
Muy interesante el punto de las subjetivas, no lo había pensado ni asociado.
Un saludo para los dos.
Nicolás: le dejo los links a mis comentarios sobre ambas películas de Lapid, por si le interesa.
Sobre Policeman escribí aquí:
http://comentandocine.com/2015/10/03/policeman/
Sobre La maestra de jardín aquí:
http://comentandocine.com/2015/05/01/haganenet/
Saludos
vengo de ver la película. hay algo raro con la maestra… lo despierta al nene de la siesta, le lee sus poemas, lo llama por teléfono, lo lleva a un recital de poesía, acusa a la niñera de hacer algo que hace ella misma también… digamos que el secuestro final va en la misma línea de esa especie de acoso inicial que ella emprende. ya sé que se supone que ella quiere protegerlo… pero me parece que le erra un poco… en fin. no sé…
La ambivalencia de la maestra a veces pierde consistencia, pero no me parece un error; funciona como un elemento de desestabilización en el contexto general. Saludos. RK