LA SALADA

LA SALADA

por - Críticas
14 Jun, 2015 06:14 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

EN LA ALDEA GLOBAL

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La salada, Argentina, 2014

Escrita y dirigida por Juan Martín Hsu

*** Hay que verla

Debut noble, película actual, su director, Hsu, encuentra equlibrio entre la intimidad y una perspectiva sociológica ineludible

Siempre fue un término difuso y laxo pero tan concreto como los ladrillos y el polvo; en las tres últimas décadas, el uso conceptual de él fue especialmente excesivo a tal punto que su fuerza semántica quedó exangüe. ¿Qué tipo de novedad o esclarecimiento sobre el presente aporta hoy el concepto de globalización? Ninguno. Y sin embargo, detrás de él, o junto con él, las ideas previas del mundo desfallecen y aún no se sabe bien en qué consiste hoy estar en él.

En la ópera prima de Juan Martín Hsu, la globalización no es un concepto que sirva de pretexto para publicar papers de dudosa recepción, sino el espectro que organiza la experiencia personal y topológica de todos los personajes. En La salada, ser y estar no resulta precisamente una conjugación simultánea y una elección de cómo referirse a la posición subjetiva con la que se habita y se siente. En una escena particularmente extraordinaria por su hondura emocional desprovista del característico sentimentalismo chapucero de este tipo de secuencias, una mujer interpretada por Mimi Ardú y uno de los protagonistas, Huang, mantienen una conversación precedida por un tema de Phil Collins en la que este joven deja el castellano por el chino y le cuenta un par de cosas en su propio idioma. El último cuento que cierra la escena sintetiza una forma de estar en el mundo en pleno siglo XXI, la era de la emigración permanente, cuya moraleja podría ser: ni aquí, ni allá, en ningún lugar del todo y siempre en varios idiomas (aquí en quechua, chino mandarín, coreano, español).

No es la primera vez que una película transcurre en esa feria alternativa del mercado ortodoxo llamada La salada, correlato estructural de la economía real, cuyo funcionamiento no responde a las reglas de la oferta y demanda tal cual las entendemos. Y Hsu lo sabe cuando ya en el inicio se llega a leer en la computadora en la que copia películas para vender el título de la estupenda y lúcida Hacerme feriante. Su película funciona como un contracampo intimista de la película de Juan D’Angiolillo pero, al igual que ésta, también se preocupa por denotar la geografía de la feria para que se entienda esa experiencia colectiva. Sus panorámicas y planos generales sobre el territorio son precisos y alcanzan para situar las pequeñas historias que articulan el relato, sin ceder entonces al solipsismo de los sentimientos amorosos.

En efecto, la soledad es el tema central, el desarraigo también, pero ambos estados anímicos son atravesados por un orden económico específico. Los personajes son encantadores: un padre y su hija coreanos: ella a punto de casarse con un compatriota, él un hombre solo, viudo inamovible. Un joven taiwanés que vive solo, extraña a su madre que sigue en su país y le gusta mucho una joven policía enteramente argentina. Los otros protagonistas son dos bolivianos, tío y sobrino. Todos ellos han llegado a Argentina para mejorar. El cariño que profesa el director por sus criaturas es constante, pero se evidencia particularmente en una escena hermosa en la que el joven boliviano y el comerciante coreano que le dará trabajo comparten un instante de ocio.

Pequeña gran película La salada. Hsu, siempre consciente de que el cine es una especie de esperanto en el que todas las culturas pueden encontrarse, da sus guiños y sugiere cómo uno de sus personajes aprende sobre Argentina a través del cine (de Caetano, Bielinsky, Favio), ese país suplementario que ha cimentado desde sus primeras décadas una verdadera internacional de imágenes en movimiento. Película notable en su sincronía con el tiempo en el que está inscripta, precisa para establecerse como un signo perpetuo y de interés para entender lo que pasó en un tiempo específico en el que cambió la relación intrínseca entre la identidad y el territorio.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La voz del interior durante el mes de junio 2015

Roger Koza / Copyleft 2015