LA SOLEDAD DE LOS ASTROS
A veces se la anhela, y casi siempre resulta una experiencia entre incómoda e inquietante: la soledad no es otra cosa que la constatación de un destino final y un reparo inmediato sobre la propia conciencia. En efecto, el peso de la conciencia se siente en soledad: los pensamientos se suscitan, los sentimientos se perciben, y si la distracción escogida del día no surte los efectos sobre la conciencia esta es su propio tema de observación. ¿Se puede filmar algo semejante? ¿Es posible acceder al instante en el que la conciencia se inclina hacia sí y atiende a su propia (in)consistencia?
En una vieja película del ya casi olvidado Krzysztof Kieślowski titulada El amateur, el protagonista compra una cámara de 8 mm para filmar el nacimiento de su hija. En 1979, tiempo de estreno del filme y de su historia, no existían los teléfonos con cámaras ni las cámaras de video portátiles con las que se inició toda una revolución discreta en torno al acopio de memorias de la vida privada. El protagonista filma a su hija, pero en cierto momento su atención se desvía hacia el mundo circundante. Sin proponérselo deviene en testigo de una época y se transforma en un cronista de su tiempo. En una escena inolvidable, accede a un tercer descubrimiento. En vez de apuntar el foco hacia su hija o los obreros y transeúntes, gira la cámara hacía sí y se da cuenta de que puede filmarse a sí mismo. He aquí una forma de enunciar sin palabras la aparición de la autoconciencia.
En la extraordinaria Diego Maradona de Asif Kapadia, el cineasta emplea materiales registrados por un cameraman contratado por el astro del esférico para filmarlo a todo momento. Hay hallazgos notables, dado que este tenía permiso para registrar la cotidianidad sin pedir permiso, pero ninguno como una secuencia que tiene lugar en las vísperas de las fiestas de fin de año en 1990. Diego ya sabe que no puede seguir en Italia, porque el mundial celebrado en ese país lo ha enfrentado con la nación que lo cobijó y con el pueblo napolitano que lo envistió como una deidad.
En un instante tocado por la gracia, la cámara descubre a Maradona pensando. No se da cuenta de que está siendo filmado. Algo lo preocupa y es evidente que nadie a su alrededor puede ser su interlocutor. Los gestos del rostro expresan desolación y resignación. Un zoom hacia adelante coincide con un suspiro y un segundo gesto que es fácil tipificar como “es así, hay que seguir”. Lo que se ve es a Diego pensando y la exteriorización de la conciencia en su propio teatro; la soledad del espíritu es abrumadora, el pasaje en sí, extraordinario.
*Este texto fue publicado por Número cero en el mes de diciembre 2020
Lo dijo alguien que era capaz de no estar siempre distraído y de algún modo nos imprimió a fuego a muchos de nosotros:
Sombras inútiles del parque
los que llamaba no aparecieron
todo gigante muere cansado
de que lo observen los de afuera.
(A propósito, leí en un libelo editado en Mar del Plata un elogio de la distracción).
Este tema de Pescado es demasiado hermoso. El texto creo haberlo leído. Abz.