LAS PELÍCULAS DEL BAFICI 2017: NANNI MORETTI, NUESTRO TANO FAVORITO
El cine italiano es grandioso. Pasolini, Fellini, Ferreri, Antonioni, Rossellini, Visconti; nombres no faltan. Mejor dicho, para no faltar a la verdad, el cine italiano fue grandioso, o al menos su grandeza fue mancillada por un clima cultural que duró demasiado y tuvo sus consecuencias. Una forma de cultura apoyada en el mero pragmatismo económico y la frivolidad nunca debe subestimarse. Desde que Il Cavaliere reinó en la tierra de Dante el cine italiano descendió a los infiernos.
Hubo dos cineastas excepcionales que marcaron una diferencia; ambos de izquierda e iconoclastas, aunque los films de Marco Bellocchio y Nanni Moretti poco tienen en común: la sofisticación formal del cine del primero y el poder onírico de su poética difieren de la retórica humorística de Nanni Moretti, que también suele prodigar en sus películas escenas que detentan un dominio manifiesto del lenguaje cinematográfico. Quien recuerde la primera y la última secuencia de Mia madre tendrá de inmediato una inobjetable evidencia de la capacidad de Moretti como cineasta, más allá de la fuerza cómica de sus parlamentos, que suelen seducir de inmediato.
Este cinéfilo confeso estará en el Bafici y será el gran invitado de honor. La retrospectiva es casi completa, y será suficiente para apreciar la obra de Moretti y divisar la evolución de su poética y el desarrollo de sus temáticas, que a lo largo del tiempo no cambiaron en demasía, pero sí fueron encontrando variaciones. No es lo mismo La misa ha terminado que Habemus Papa. El psicoanalista del Papa, una comedia misteriosamente profética en la que el Santo Padre se cansaba de interpretar ese papel para los fieles del Altísimo y prefería volver al teatro donde los hombres representan sus dramas. Lógicamente, la dimisión de Benedicto XVI poco tuvo que ver con la añoranza de las bambalinas, pero un poco antes Moretti presintió que el designio divino podía ser contradicho.
La neurosis, el narcisismo, la política, la omnipresencia del discurso religioso, la historia de Italia siempre aparecen de una u otra forma en el cine de Moretti, en el que el humor suele ser un organizador simbólico de todo lo que ocurre en escena. ¿A quién se le puede ocurrir hacer un musical con un pastelero trotskista? ¿Quién puede concebir algo semejante al segundo capítulo de Caro diario, en el que un hombre que ha dejado de ver televisión y vive lejos de todo en una isla puede ser seducido por una pantalla en un viaje en ferry y perder paulatinamente la razón? El absurdo como método para resaltar las exageradas creencias que asfixian la cintura ideológica es también una especialidad del cineasta. Moretti se ríe de todo, y casi siempre el absurdo es el primer estímulo que le permite desarmar certezas y dogmas.
El jueves 20, a las 19.45 h, Moretti dialogará primero con Javier Porta Fouz (director del Bafici) y un poco después con el público, que seguramente colmará la sala 7 del Village Recoleta. Para ese momento, ya se habrá podido ver y revisar viejos títulos del director, incluidos algunos que nunca se han estrenado en el país. A su vez, si bien los últimos films de Moretti se han estrenado todos, nunca estará de más volver sobre algunos y en especial sobre su obra maestra indiscutible: Caro diario, una de las piezas más simples y originales del director, en el que su presencia en escena es insustituible.
Es en Caro diario donde brilla Moretti como nunca. En ese film lúdico y lúcido el cineasta debe haber hecho el mejor homenaje que un director le haya dedicado a un colega: el breve fragmento destinado al gran Pier Paolo Pasolini es de una profunda congoja, pues la ausencia de aquel cineasta constituye uno de los vacíos irreparables del cine moderno. En ese mismo film, Moretti enseña a leer la historia de un país en la arquitectura de una ciudad y también invita a respetar la cultura pop. La inesperada aparición de la bellísima actriz Jennifer Beals en el inicio del film es bastante más que una mera ocurrencia.
De todas las películas de Moretti es posible seleccionar momentos para incorporar en la propia memoria, no como un evento vivido, pero sí como una representación sentida que acompaña y se filtra en el recuerdo personal. Su homenaje a Kiarostami en Il giorno della prima di Close Up es otro recuerdo de los que, en la vida de un cinéfilo, ya no se llega a distinguir su procedencia. Solamente los grandes cineastas consiguen que un film se confunda con la vida del espectador. Las imágenes vistas pueden devenir fragmentos del yo.
Este texto fue publicado en la Revista Ñ en el mes de abril de 2017
Roger Koza / Coypleft 2017
Fechas de proyección:
Mi 26, 18.30, V. Caballito 7; Do 30, 13.00, V. Recoleta 1
Otras películas del BAFICI 2017
Take me Home (***)
La mirada escrita (**+)
Como se me da la gana 2 (***)
Yourself and Yours (***)
Austerlitz (***)
Correspondências (***)
Dawson City: Frozen Time (****)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Ha detto qualcosa di sinistra, o no incomodó a los anfitriones?
Y el libro que editó el Bafici deja en claro por qué los críticos macristas aman al «progre» Nanni, o ni eso?
Lo he visto, no lo he leído; los títulos de algunos capítulos indican que no se elude la política de Nanni. Habrá que leerlo. R
No me cabe duda que no eluden la política de Nanni, porque no habría cómo leerlo sin hacer trampa. El tema es cómo lo filtran (sipongo que por el humor, como el «amigo judio» que hace chistes de judios). Pero Nanni está muy lejos del cinismo con que se burla del progresismo buena parte de los que escriben ahí. Digo: si Nanni fuera argentino lo odiarían (y si él fuera argentino los odiaría…). Lo que abre la puerta a otra pregunta: Por qué no hay algo así como un Nanni Moretti argentino?
La burla o el desprecio por toda expresión progresista en la crítica vernácula no es prerrogativa de colegas identificados (no siempre abiertamente) con políticas de derechas, sino también con quienes también creen pertenecer al campo popular y encarnar el populismo (que en mi lectura no connota negatividad alguna, aunque tampoco una inmediata valoración inversa). Ser progresista en las coordenadas simbólicas actuales es como cuando yo era adolescente (1981-1986) y uno no se animaba a decir que era puto: una posición inconfesable.
Por otro lado, no recuerdo un tiempo más proclive como en el que estamos a la caracterización veloz como forma de precisar injurias.
¿Moretti argentino? No tenemos cineastas que amen profundamente la comedia y el pensamiento crítico. Tenemos cineastas que imitan la comedia de otras tradiciones sin apropiárselas del todo y eluden, además, la lectura crítica.
Ese Moretti imaginario que nunca existió hubiera hecho dos comedias magníficas sobre el kirchnerismo y sus detractores. En el período que transitamos, tal vez hubiera pensado en un film como El caimán, aunque en verdad ese film está en mayor sintonía con el menemismo.
R
Por fín alguien escribió esta nota:
http://encerradosafuera.com.ar/cronica-amarga-visita-de-nanni-moretti-bafici/
No estuve en ningún encuentro o actividad con la presencia del cineasta. Escuché posteriormente a mi reseña final del festival los bochornosos silbidos y gritos con la persona que hizo la pregunta. Es increíble.
Lo otro que observé fue que ciertas películas abiertamente políticas y más directas también fueron menospreciadas. El caso más evidente fue París era una fiesta. Adiós.
Lo que tiene el caso Moretti es que desnuda todo este doble discuirso de un modo pasmoso. Véase como ejemplo este intercambio entre Cuervo y Wolf:
https://twitter.com/oscaracuervo/status/859178155705323522
El año que viene el Bafici cumple 20 años. Será al fin el momento de hacer una lectura política de su historia? Me refiero a la línea oficial, no a notas de color sobre los asistentes, que de todos modos (por lo que comentás vos y la nota citada) merecería un estudio sociológico. Está claro que, como en cualquier historia lo suficientemente larga, se puede ir leyendo un clima de época.
Buen texto e intercambio posterior.
Sólo una apreciación, si se me permite: mi(s) tano(s) favorito(s) son los hermanos Taviani.
Al decir «nuestro» yo no estaba en la primera persona del plural; eran los argentinos, por decirlo así. Mi italiano favorito es Bellocchio, pero dudo que al verdadero genio de ese país se le conozca más allá de los círculos cinéfilos. R