MES FICUNAM 2012 (11): LOS OTROS
Por Roger Koza
QU’ILS REPOSENT EN RÉVOLTE (DES FIGURES DE GUERRES), SYLVAIN GEORGE, FRANCIA, 2010
El Otro es el enemigo, la amenaza, incluso ya no en un frente de batalla preciso sino en el imaginario paranoico nacionalista en donde el Otro es quien penetra el territorio y trastoca el bienestar de una nación. Es ésta una dimensión contemporánea de la guerra. Tesis de un cineasta: “un sujeto es profundamente irreductible a las representaciones sociales y raciales que se hacen de él”. Esa declaración escrita en una carta tan bella como extensa que Sylvain George envió para compensar su ausencia el día que le tocaba recibir su premio a la mejor película en la última edición del BAFICI, en abril de 2011, es una síntesis de su extraordinario film Que descansen en la revuelta (Figuras de guerra) (2010), cuyo tema en clave documental denuncia la impunidad de los poderosos. George, después de tres años de trabajo de registro, filma la vida de los inmigrantes africanos que intentan cruzar el Canal de la Mancha desde Calais para llegar a Inglaterra. La cámara de George “viaja” con ellos. Los vemos bañarse, cantar, huir, dormir, comer, reír, aunque la secuencia imborrable es aquella en donde estos hombres, que viven en la desesperación, se queman las huellas digitales para no ser identificados por los sistemas informáticos de la policía francesa. George, que durante todo el film propone una dialéctica entre la naturaleza, los animales y los hombres, reinventa el documental y expone un campo de batalla preciso aunque no reconocido como tal.
TERRITOIRE PERDU, PIERRE-IVES VANDEWEERD, FRANCIA-BÉLGICA, 2011
La Historia escrita empezó con Herodoto, y desde entonces, la mayoría de las historias son relatos de guerra. Es posible que poco sepamos acerca de la República Democrática Árabe Saharaui, cuya independencia data de 1976, excepto si uno sigue profesionalmente los pasos del primer y pretérito historiador o, si uno es un cineasta sensible como Pierre Ives Vandeweerd, quien culmina con Territoire perdu una trilogía sobre esta región conflictiva situada en la zona occidental de Sahara, alguna vez colonia española, hoy, principalmente, territorio ocupado por y de soberanía marroquí. Casual y causal, en un festival reciente, la notable película mexicana El lugar más pequeño y este film de Vandeweerd, no menos sobresaliente, se llevaban los premios principales. Como sucedía con el film de Huezo, el director belga sólo filma el rostro (y sus manos) de quienes tendrán a cargo la reconstrucción de la memoria de un genocidio desprendiendo el testimonio de sus autores de las imágenes. A su vez, el director establece un vínculo sempiterno entre el desierto, los camellos y sus habitantes, y es quizás por eso que de los siete testimonios que se escuchan, algunos de ellos sobre las atrocidades llevadas a cabo por los marroquíes y mauritanos en el pasado y otros sobre la actualidad de la situación, pese al cese de fuego de 1991, testimonios sobre torturas, violaciones, fusilamientos y explosiones, el relato de un guía del desierto resulte visceral y ancestral, como si éste revelara una ontología y un derecho (natural) de autodeterminación. El Hisam, literalmente una muralla de 2400 kilómetros, construida por los marroquíes para demarcar un límite entre el territorio ocupado y el de los Saharauis, es un punto de definición de la puesta en escena. La cámara de 8mm reposa a 78km, a 97km, a 11km, hasta ubicarse a 400 metros. El viejo guía, quien sabe escuchar el arte del silencio, y reconoce el sonido de las piedras, las plantas y el viento, informa que del otro lado reside un sitio sagrado de peregrinación que los nómades solían visitar para honrar a sus ancestros. Hoy, en ese otro lado, por donde los camellos circulan en libertad, los jóvenes Saharauis, comprometidos o no en la Intifada, la resistencia, son detenidos ilegalmente. No son aún “la gente del vacío”, un giro lingüístico para denotar la presencia invisible de los muertos, y luego para nombrar con propiedad a los desaparecidos. En el plano final, como en el inicial, los camellos tienen la “palabra”. Sus gritos parece parafrasear un viejo dicho de Herodoto: “Lo que no es bueno para los hombres tampoco es bueno para los camellos”.
Ambas películas pertenecen a la sección Cámara lúcida.
Ambas críticas han sido publicadas por Ficunam 2012 (Catálogo)
Roger Koza / Copyleft 2012
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