MES FICUNAM 2013 (21): REPETICIÓN Y DIFERENCIA
Vechnoye vozvrashcheniye / Eternal Homecoming, Kira Muratova, Ucrania, 2012
¿Quién es Kira Muratova? ¿Quién conoce sus películas? ¿Es rusa, ucraniana, rumana? ¿Soviética? Alexander Sokurov dijo que era la gran cineasta rusa de todos los tiempos. Poco importa su identidad oficial, pues el cine de Muratova, si bien tiene que ver con una cultura, es inasimilable a una tradición específica.
Y ahí está el plano secuencia inicial: ostensible maestría y vehemente personalidad. La cámara acompaña el movimiento de los actores como si se tratara de un baile secreto entre ellos y la cámara, y también suena un tema musical hermoso (Muratova parece conocer el secreto de algo que ya pocos cineastas dominan: cuándo incluir música extradiegética en una escena). Es un preludio estupendo y una prueba del poder del cine de la directora.
Todo empieza así: una bellísima mujer está terminando de preparar un dulce (o una conserva). Tocan el timbre: un viejo compañero de estudio, al que no ve hace unos 15 años, viene a pedirle consejo. Está casado hace 10 años y ama a su mujer, pero tres meses atrás se ha enamorado de otra mujer. No quiere lastimarlas pero no sabe qué hacer. La respuesta de la mujer decepcionará un poco al enamorado y nada quedará resuelto.
La escena se repetirá varias veces con actores y escenarios distintos, aunque a veces los escenarios son los mismos y algún actor vuelve a aparecer vestido de otro modo. El orden de las palabras es más o menos el mismo, pero las interpretaciones sugieren un cambio en el sentido de la escena y en su tono emocional, que puede oscilar de lo nostálgico a lo absurdo y de ahí a lo cómico. La repetición (y la diferencia) ha(n) sido siempre una obsesión de la realizadora, y aquí se develará, más que su sentido filosófico, un justificado costado práctico. La revelación es una inesperada puesta en abismo, extraordinaria decisión narrativa cuando el film promedia los 40 minutos, pasaje que también devela los propios juegos de poder en el cine.
La clave de lectura del film reside en su poético título, una refutación para el distraído que pueda creer que todo esto es un mero ejercicio de puesta en escena.
Roger Koza / Copyleft 2013
…Creo recordar que no sos muy afecto a las ‘bajadas’ de la web, pero lo mismo te digo que, en determinados sitios cinéfilos, se encuentra material de Kira (con subtítulos en algunos y sin -la mayoría- en otros)… sabiendo buscar, se encuentran éstas (y muchas otras) maravillas imposibles (o muy dificil) de conseguir de otra manera…
Saint Jacob: soy afecto a las bajadas privadas, pero sí me molesta o desapruebo la comercialización, en todos sus órdenes, de films bajados. Me han dicho los que saben bajar que a Muratova se la encuentra en la web. Es predecible porque desde Rusia y zonas aledañas llegan siempre las primeras versiones de las últimas películas que se estrenan en el mundo. Saludos. RK
…Me parece perfecto, pienso igual… la web proporciona a nuestra ‘alma cinéfila’ todo (o, mejor dicho casi todo) lo que de otra manera sería imposible de ver y, por así decirlo, disfrutar… comerciar con ello, en cambio, es algo que responde a lo más bajo, en tanto sería convertir en un negocio lo que pertenece a lo emocional…
En 2006, Groundhog Day fue incluida en los anales de la Library of Congress por su “importancia cultural, histórica y estética”. Y –Rodríguez lo leyó en algún lado– los más dedicados y profundos budistas aseguran que Groundhog Day es la mejor y más acaba representación que Occidente ha dado de los angulosos mecanismos circulares del karma en el zen.
Groundhog Day. El día de la marmota o Atrapado en el tiempo o Hechizo de tiempo: da igual cómo se la haya retitulado en español, la historia siempre es la misma. Una y otra vez. De ahí que tenga algo de gracia extra el decir “La otra noche, Rodríguez volvió a ver Groundhog Day”. Porque el film en cuestión –dirigido por Harold Ramis, con Bill Murray– transcurre en un solo día, día, día, día, etc. El 2 de febrero. Jornada en la que, año tras año, en un lugar de Estados Unidos llamado Punxsutawney, en Pensylvania, cientos de personas se reúnen alrededor de la madriguera de una marmota oracular de nombre Punxsutawney Phil. Y esperan que salga de allí y –si ve su sombra y vuelve a meterse dentro–- les advierta que el invierno aún no ha terminado y que quedan una seis semanas de frío. Y todos felices. Si no ve su sombra –y Phil se queda posando para fotógrafos, curiosos y camarógrafos que transmiten el evento en directo como si se tratase del Debate del Estado de la Nación– se entiende que la primavera se adelantará ese año. Y todos felices. En realidad, todo depende de si esa mañana está nublado o no. Y allí llega el arrogante y ácido hombre del tiempo Phil Connors (Bill Murray), quien no puede creer estar participando e informando de semejante tontería mitad rito ancestral celta y mitad argucia publicitaria sin fecha de vencimiento. Y, de golpe, caída en loop espacio-temporal, actualización del Dickens de Canción de Navidad, y la condena a repetir esa jornada hasta cambiar para siempre, para mejor. Antes, constante audición del “I Got You, Babe” en la radio/despertador, eterno cruzarse con el mismo pesado a quien no veías desde hacía siglos, muchas lecciones de idiomas y piano escultura en hielo y demasiados intentos logrados (pero infructuosos) de suicidio. Así, desde 1993, los militares norteamericanos se refieren como a “un Groundhog Day” a esas guerras tan iguales y repetitivas en las que nadie sale ganando. Muchos economistas de prestigio han utilizado el término para explicar crisis inexplicables
Peludo de regalo: El día de la marmota es una obra maestra, y un verdadero prodigio para explicar no sólo el concepto de repetición sino una introducción lúdica y perfecta del concepto del eterno retorno como lo entendió Nietzsche. Saludos. RK