MOSTRA DE CINEMA DE TIRADENTES (9): LOS VIAJES
Querido Roger:
Tanto los asuntos contables como lo que suele entenderse por equilibrio me resultan francamente inhóspitos, al igual que los cierres y las coberturas; por lo tanto, estoy muy lejos de poder hacer un balance del festival (y tampoco creo que corresponda intentarlo). Las películas y las palabras seguirán su viaje, felizmente. Me gusta pensar que las notas que escribimos en Tiradentes y los intercambios epistolares que por estos días hemos mantenido irán encontrando otras resonancias, tal vez nuevas aventuras.
Por cierto, tu sueño vampírico y canino me hizo recordar un relato de Pablo Katchadjian, incluido en su libro El caballo y el gaucho, que empieza así:
“Mis amigos me regalaron para mi cumpleaños un perro importado con un pelaje hermoso y un carácter que lo convierte en el ser vivo más desagradable de la casa. Sin embargo, tanto a mi mujer como a mis hijos les gusta mucho el perro, lo suficiente como para que el carácter les parezca gracioso, por lo que pienso que es muy probable que el problema no sea el perro sino la relación entre él y yo. Me gustaría devolverlo, pero ¿qué pensarían mis amigos? ¿Y qué pensarían mis hijos? Y, además, existe la posibilidad de que el problema no sea entre el perro y yo sino solamente mío, es decir, que haya ciertos elementos del perro –como el carácter o el pelo– que de alguna manera activan en mí cuestiones muy personales e íntimas. El problema es que no sé cuáles son esas cuestiones.”
Siento que esta pequeña fábula permite pensar algo de lo que me pasó con la película ganadora, sobre la que vos pudiste señalar con precisión varios argumentos atinados. Quizá, incluso podría conjeturar que toda experiencia con un film conlleva un momento que al principio parece insondable, más allá o más acá de la entrega erótica y del esfuerzo hermenéutico de los que hablamos, que tiene que ver con el gusto personal. Hoy por hoy, es un aspecto particularmente difícil de amparar, ya que la inmediatez de las reacciones casi automáticas que provocan las redes sociales tiende a clausurar las elecciones estéticas haciendo que el gusto suene caprichoso o arbitrario, precisamente porque no se lo busca argumentar sino usar como escudo y espada frente al desacuerdo. Pero no es a estas expresiones del gusto a las que me refiero, sino a esa intensidad de algo que asalta de modo imprevisto y original para cada uno. Escribir en presente de films recién estrenados y vistos una única vez hace correr el riesgo del error. Por suerte no existe una sola lectura (así como coexisten varios alfabetismos en conflicto: cinematográficos y audiovisuales, con lenguajes clásicos, modernos, contemporáneos o forjados en la era de las nuevas tecnologías, que no necesariamente posibilitan captar la emergencia de lo inesperado).
En este sentido, Pão e gente me resultó un verdadero descubrimiento: por la anomalía y por la discontinuidad que ese film brechtiano produce entre lo que venía(mos) viendo y lo que de pronto emerge sin previo aviso. Un salto fuera de programa, podría decir parafraseando a Beatriz Sarlo, puesto que no se integra fácilmente en una serie. Creo que esa película tiene un potencial de sentido inesperado. Es probable que la indeterminación también sea uno de los riesgos que toma Canto dos Ossos, pero sus elecciones narrativas y poéticas me interpelan de un modo muy diferente.
De todas maneras, me quedo pensando sobre las exigencias de la crítica: ¿qué esperamos de un film?, ¿qué le pedimos al cine?, ¿qué es lo que las películas son capaces de darnos? A veces, parecería que quisiéramos andar inventando o topándonos todo el tiempo cosas nuevas. Sin embargo, una obra que nos arroja algunas coordenadas para perdernos y luego encontrarnos desde otro lugar, o bien, que consigue amplificar una mirada sobre el mundo como si fuese una lupa que nos devuelve una imagen inusual, o tan solo un pasaje luminoso que toma distancia de las respuestas ya armadas, como la escena del vampiro bajo el sol (para evocar una canción de Fito Páez) acaso sean suficientes para imaginar otros rumbos. No hay duda de que la vigésimo tercera Mostra de Cinema de Tiradentes ha sido una ocasión estimulante en estas y en otras direcciones.
Fuerte abrazo, Roger.
Julia
Fotos y fotogramas: 1) Catálogo; 2) Pão e gente
Fin de la serie.
Julia Kratje / Copyleft 2020
Mostra de Cinema de Tiradentes 2020:
(En orden cronológico)
La imaginación en tiempos de crisis (JK) (leer aquí)
La barba y la nube (RK) (leer aquí)
Tempo, tempo, tempo, tempo (RK) (leer aquí)
La música del cerebro (RK) (leer aquí)
Asociaciones libres, resonancias libertarias (JK) (leer aquí)
La distancia (RK) (leer aquí)
La retórica (JK) (leer aquí)
Sueños y caminos (RK) (leer aquí)
En la inmensidad de la sala oscura con la pantalla blanca, e iluminada, solitario en la butaca, el profundo vouyreismo, espiando la vida intima, de nuestra propia intimidad, es la cinematografia!!!???. Gracias.