RETROSPECTIVA CHRISTOPH SCHLINGENSIEF: EL ICONOCLASTA INCÓMODO
No es demasiado frecuente en estos tiempos que se realice una retrospectiva de un cineasta absolutamente desconocido en nuestro país. Sin embargo, esto es lo que ha ocurrido en la Sala Lugones del Teatro San Martín con la muestra dedicada al alemán Christoph Schlingensief, un artista polifacético que excede ampliamente la categoría de director de cine.
Nacido en Oberhausen en 1960 en un hogar de clase media (su padre era farmacéutico y su madre enfermera), desde muy niño mostró su vocación artística filmando algunos cortos, a pesar de lo cual fue rechazado dos veces en la Universidad de Cine de Munich. Desarrolló diversos estudios de lengua, literatura y música, y comenzó a trabajar como asistente del cineasta experimental Werner Nekes realizando en 1984 su primer film. Pero, como se señaló, Schlingensief fue un artista de amplio espectro ya que fue también ensayista, autor y director de teatro y creador de diversas performances notoriamente provocativas con las que logró se le atribuyera el poco original mote de “enfant terrible” dentro del arte alemán, dándose además tiempo para fundar en partido político, Chance 2000, con el que participó en las elecciones.
Algunos de sus trabajos más controversiales fueron una puesta en escena de Hamlet que motivó que el actor principal se fuera de la obra, acusándolo de nazi; también sus trabajos con la activista feminista y Premio Nobel Elfriede Jelinek: la versión del Parsifal wagneriano escandalizó en Bayreuth (y asimismo pasó con una performance en Viena con un contenedor de la que se hablará más adelante).
Aunque tal vez resulte sorpresivo por sus críticas a la iglesia y la religión, Schlingensief fue un ferviente católico y –como todo artista anárquico e iconoclasta-, provocó rechazos por izquierda y por derecha.
En 2008 se le diagnosticó un cáncer de pulmón que lo llevó a la muerte en 2010, con solo 49 años e innumerable proyectos pendientes, algo que también utilizó para realizar tres obras y escribir un libro sobre el tema. En el año 2009 se había casado con Aino Laberenz, vestuarista de sus films, quien continúa un proyecto filantrópico-cultural en Burkina Faso, el Operndorf Afrika, con escuela, centro de salud y centro artístico cultural destinado a fomentar la creatividad y autodeterminación de los lugareños. Christoph Schlingensief fue una rara avis dentro de la cultura alemana, admirado, vg, por una personalidad tan disímil como la de Alexander Kluge, un director de un riguroso intelectualismo quien le hizo varias entrevistas.
En lo estrictamente referido al cine, posiblemente debido a la admiración que le profesaba, se ha intentado comparar a Schlingensief con Rainer Werner Fassbinder, algo que no parece demasiado acertado ya que son ostensibles las diferencias entre ambos directores. Es cierto que trabajó con varios de los actores más connotados de la troupe de RWF, pero son muy marcadas las diferencias entre el rigor en la planificación y la precisión de la puesta en escena de Fassbinder con el estilo anárquico y desordenado de Schlingensief, siempre propenso a amalgamar elementos políticos con el cine trash. Tampoco nada hay del distanciamiento reflexivo de RWF en las películas de CS, mucho más directas y viscerales. Pasemos entonces a un breve repaso de los films de Schlingensief vistos en la retrospectiva, no todos dirigidos por él.
En 1944, Veit Harlan, probablemente el más notorio director nazi (aparte de Leni Riefenstahl) realizó Sublime sacrificio, una historia romántica en la que se glorificaba la muerte. En Avidez por vivir, Alexander Kluge dialoga con Schlingensief acerca de los motivos que lo llevaron a realizar una remake de aquella antigua película en 1988. Esta remake fue La máscara de mamá (1988), en la que el director transforma el melodrama de Harlan en una virulenta comedia de rasgos muy negros en la que resuenan diversos ecos de la historia del cine alemán expresionista (vg. de Nosferatu) y en la que Udo Kier interpreta a un siniestro funcionario nazi. Una corrosiva relectura de un clásico del cine del nazismo.
Posiblemente el trabajo cinematográfico más representativo de CS sea la Trilogía Alemana, una vitriólica mirada sobre el pasado y el presente de su país. Esto ya se puede apreciar en la primera parte de la trilogía, Cien años de Hitler– La última hora en el búnker del Führer (1989) en la que Udo Kier ofrece una interpretación que oscila entre lo cómico, lo patético, lo grotesco y lo dramático de Hitler en su última hora de vida. Filmada en un auténtico búnker de guerra, la película muestra a nueve personajes (cinco hombre y cuatro mujeres) en una ininterrumpida sucesión de intrigas, traiciones e incestos tratados con ostensible humor negro, con Margit Carstensen (inolvidable Petra von Kant fassbinderiana) como la siniestra mujer de Goebbles y Brigitte Kaush como una Eva Braun al borde de la caricatura. Un notable trabajo destinado a mantener viva la memoria.
La segunda parte de la trilogía, La masacre alemana de la motosierra (1990) es una ácida mirada sobre la reunificación alemana y la película del director que más claramente apela a la estética trash. Mientras un político da un discurso sobre la unidad y la libertad, una muchacha de Alemania del Este asesina a su novio y se fuga al sector occidental y allí se relaciona con una familia de carniceros dedicándose a asesinar a habitantes del Este y convirtiéndolos en embutidos. Sangrienta y feroz parábola sobre los límites de la reunificación y las necesidades del mercado en la que, además, el director aprovecha para ridiculizar a su odiado Wim Wenders y a Helmut Kohl.
La tercera parte de la trilogía, Terror 2000 (1992), es una perturbadora fábula sobre el racismo y los ataques a los inmigrantes de sorprendente actualidad en la que dos ex mafiosos se proponen una limpieza racial en Alemania para lo que asesinan a una familia polaca y a un trabajador social. Cuando dos agentes de la Oficina de Investigaciones se dirigen al lugar se suceden una serie de acontecimientos vertiginosos en los que quedan envueltos todos los personajes, adquiriendo la película un ritmo arrollador y desenfrenado.
El ajuste ce cuentas de Schlingensief con el llamado Nuevo Cine Alemán se produce con Los 120 días de Bottrop- La última película del nuevo cine alemán (1997) en el que el único que salva es su admirado Fassbinder. En el film, varios integrantes de la factoría de RWF se encuentran para rodar una remake de Los 120 días de Sodoma, de Pasolini. Sin embargo, todo sale mal, Schlingensief es rebajado de categoría y reemplazado por un asistente que no tiene la menor idea de lo que hay que hacer y los actores deambulan como autómatas por el set sin logra engancharse con la producción. Virulenta sátira del director en la que el llamado Nuevo Cine Alemás es ridiculizado y transformado en una inesperada pesadilla.
El avance de la derecha en Europa aparece premonitoriamente en ¡Fuera extranjeros!– El contenedor de Schlingensief (2002), un documental de Paul Poet sobre Por favor amad a Austria, una performance de Schlingensief realizara en el año 2000 en Viena, donde hizo instalar delante del edificio de la Opera un contenedor en el que doce solicitantes de asilo convivieron una semana y donde se invitaba a los espectadores a votar por internet cual extranjero decía ser deportado mientras se escuchaban los discursos racistas de ultraderechista austríaco Jorg Haider. La reacción de los miles de transeúntes que pasaban por la muestra ofrece un acabado retrato de las ideas que comenzaban a imponerse en Europa. Otro film rotundamente premonitorio.
El diagnóstico de un cáncer de pulmón en el año 2008 provocó que CS creara una trilogía autobiográfica que aludía a su enfermedad y también en ese período fue varias veces entrevistado por Alexander Kluge para su programa de televisión. En la retrospectiva se presentaron las dos últimas charlas; en Una chispa del limbo (2008) dialogan sobre El estado intermedio de las cosas, una de sus obras autobiográficas en la cual en un intercambio de ideas recargado y por momentos confuso, Schlingensief relaciona su enfermedad con cierto misticismo. La última entrevista, Un vistazo al más allá (2010), realizada poco antes de la muerte de CS gira alrededor de su barroca obra musical Mea culpa y profundiza las ideas expuestas en el film anterior y habla en general de toda su obra. Un diálogo por momentos estremecedor.
Una muy atractiva retrospectiva que permitió acercarnos a la obra cinematográfica de un artista polifacético y provocativo desconocido en nuestros pagos.
Fotogramas: 1) La última hora en el búnker del Führer (encabezado); 2) Christoph Schlingensief; 3) La máscara de mamá; 4) Los 120 días de Bottrop- La última película del nuevo cine alemán .
Jorge García / Copyleft 2019
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