SIETE AÑOS EN MAYO / SETE ANOS EM MAIO
LA PALABRA DE LOS MALOGRADOS
No hay muchas películas como Siete años en mayo; ni en Brasil, ni acá, ni dónde sea. La voluntad de filmar el presente, el incómodo presente, para que este devuelva aquello que los ojos y los oídos no perciben, incluso cuando la evidencia es indesmentible, es escasa. Se prefiere la evasión y la indiferencia; el láudano del entretenimiento infinito es comprensible, porque las asimetrías entre los que viven en las sombras y los que gozan de una vida más o menos decente resulta en ocasiones intolerable. Pero algunos cineastas deben insistir en lo que no se mira, y uno de esos es Affonso Uchôa.
Después de A Vizinhança do Tigre y Arábia, el joven director de Contagem vuelve sobre los malogrados, ese ejército espectral de hombres y mujeres que nunca consiguen vivir con dignidad. En Brasil son millones, y encima, en los últimos años, los desposeídos creen hallar consuelo en supersticiones deletéreas. El caso elegido como representante de todos ellos es un joven llamado Rafael dos Santos Rocha. A mediados de la década pasada, un comando de policías le adjudicó tener en su posesión un kilo de marihuana. Lo interrogan y lo castigan; él se declara inocente, y lo es, pero amedrentar es el goce de quien detenta la fuerza y así avisan que pueden volver por él. La familia le sugiere que huya de Belo Horizonte y así recala en São Paulo. Y ahora sí, Rafael terminará vendiendo drogas, atravesando las peripecias sombrías que pueden predecirse cuando se transita por el delito y las mafias que anidan en cualquier sociedad y aúnan a los traficantes con los mismos policías. La lucidez del cineasta radica en cómo muestra esto y en algunas inferencias que permite entresacar de lo que no se dice.
Dividida en tres actos, Siete años en mayo empieza con una recreación del momento en que Rafael es interceptado por los policías. La representación de esa desgracia incluye a los amigos del joven preparándose para la escena. Es una decisión sociológicamente pertinente: los miembros de las fuerzas policiales provienen del mismo universo social que sus víctimas. ¿Hace faltar señalar que un ligero cambio en el reparto del azar sitúa a unos y a otros de un lado o su opuesto? Lo que viene después es un plano de 14 minutos en que Rafael, al lado de una fogata, recapitula todo lo que le sucedió. Parece una confesión, y la escala del plano elegida y la tenue iluminación pueden remitir al mejor cine de Pedro Costa. Pero esa escena, de pronto, cambia, prodiga una sorpresa, justo cuando un repentino empleo del plano-contraplano revela una presencia. Es entonces el momento en que la confesión es sustituida por una presunción general del orden del mundo y asimismo se lanza un pronóstico acerca de un porvenir sin luz alguna.
El cierre es un juego, mortífero quizás, una representación lúdica del poder que permite advertir un gesto minúsculo de resistencia, aun un cuestionamiento a lo dicho en el precedente acto, donde se creía que la relación asimétrica entre los que ejercen el poder y un pueblo cómplice y disciplinado (mayoría despojada hasta de su rebeldía) era invencible. Quizás no. Ante la orden de un uniformado aún se puede desobedecer; empieza todo con un individuo y un gesto, faltan otros, muchos, el pueblo.
Siete años en mayo / Sete anos em maio, Brasil, 2018. Dirigida por Affonso Uchôa. Escrita por A. Uchôa, Rafael dos Santos Rocha, João Dumans
Roger Koza / Copyleft 2020
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