UN CRIMEN COMÚN

UN CRIMEN COMÚN

por - Críticas
25 May, 2021 10:43 | Sin comentarios
Tercera película de Márquez en la que se confirma los intereses del director y las decisiones estéticas para plasmarlos.

ESA SENSACIÓN

Como una roca, un árbol, una espalda, un beso, un asesinato, un estado de ánimo puede ser filmado. Por cierto, la palabra “miedo” en boca de alguien no transmite necesariamente esa sensación; tampoco un gesto desesperado a la usanza del pretérito cine silente, que prescindía obligatoriamente del sonido de la palabra. Es cierto: un ademán de la cara puede plasmar zozobra o sosiego, aunque si a una imagen se le añade sonido la gesticulación barroca del pasado tiende a la caricatura. ¿Cómo filmar entonces un estado de ánimo? Este es el punto de partida de Un crimen común.

La historia elegida por Francisco Márquez se inscribe en el repertorio sociológico del lugar común de las noticias. Acá, la “sensación de inseguridad” define paulatinamente la vida psíquica del personaje que interpreta con matices circunspectos y justos Elisa Carricajo. Madre separada, profesora de filosofía política, la autoconciencia de clase que ostenta se apoya en los textos que enseña y en el deseo de ajustar su saber a sus acciones. Una noche cualquiera, un ruido desbarajusta el anudamiento de su posición ante el mundo. Si le quisieron robar, si conocía al presunto ladrón, estos son acertijos del relato, lo que importa pasa por cómo transitar cinematográficamente el miedo de la protagonista y asir el desconcierto de su conciencia. 

El plan estético de Un crimen común consiste en enrarecer la atmósfera. Lo que es conocido (el barrio, la casa, la universidad) deja de serlo; los ambientes que protegen desamparan y los ejes de la cotidianidad se desquician. La constatación de la vulnerabilidad doméstica precipita un desacuerdo total de la posición subjetiva de la protagonista. Esto se muestra, no se dice, y parte de la estrategia se pone en marcha debido a que el sonido de lo real ya no coincide necesariamente con las referencias habituales de los sonidos naturales de un hogar, que suelen afianzar la convicción de que el mundo es fiable. El plano en el que la profesora no consigue tranquilizarse mientras está en su propia cama durante la noche transmite desamparo y terror, ni qué decir cuando se dirige culposamente a buscar a su empleada doméstica a un barrio menesteroso para revelar un secreto que la asfixia. Esa secuencia filmada como un laberinto es correlativa a la magnífica escena de apertura, en la que el hijo de la profesora disfruta vertiginosamente en el tren fantasma de un parque de diversiones. En el sonido recae la angustia, ni el tiempo ni el espacio serán los mismos.

Sin embargo, el relato presupone algo más y el título lo invoca. Lo dicho hasta acá se refiere a la protagonista, algo que la propia narración sugiere, acaso como si se tratara de una distracción didáctica. Al miedo aludido le corresponde un crimen rutinario; es el contracampo político por el cual las vidas de algunos valen menos que las de otros. La introducción de ese contrapeso no se subraya, pero sí rodea el relato y sitúa en un límite a la profesora y asimismo a Márquez detrás de cámara. Lo que está delante de cámara es exactamente lo mismo que está detrás: ¿cómo vivir, no solo pensar, la diferencia de clase y cómo mirar y filmar el infortunio de los menos favorecidos? El inconsciente de clase resulta aquí un hallazgo, porque las buenas intenciones no son suficientes para ir hacia los otros, menos aún para saber cómo representarlos. 

Un crimen común se le puede cuestionar el control sobre todos sus materiales, como si en el cuidado maniático sobre cada pieza del universo que instaura no hubiera lugar paradójicamente para lo incierto. Aunque tal vez se trate de un señalamiento histérico, porque Márquez sabe muy bien a qué se atiene un cineasta cuando se aventura a retratar la inestable y conflictiva madeja del tejido social.

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Un crimen común, Argentina-Brasil-Suiza-Reino Unido, 2020.

Dirigida por Francisco Márquez.Escrita por F. Márquez y Tomás Downey.

*Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de mayo de 2021.