UNA GRAN MUJER / DYLDA / BEANPOLE

UNA GRAN MUJER / DYLDA / BEANPOLE

por - Críticas
15 Ago, 2020 11:35 | 1 comentario
Segundo film del joven director ruso; se puede esperar de este cada vez más. Gran retrato de una época y de un estado de ánimo colectivo.

EL DESEO DE LOS SOBREVIVIENTES

En un momento, el personaje central, una mujer llamado Iya, dice que no tiene vida dentro de sí, que se siente vacía. La declaración es tan precisa como equívoca. Sin duda, la mujer rubia y de altura considerable habla de que no ha podido quedar embarazada, deseo que no es el suyo, sino que representa el cumplimiento de la necesidad de su más querida amiga, Masha, que, debido a las condiciones inhumanas de la guerra, ha perdido el poder de engendrar. La esterilidad es una desgracia, pero no es solamente aquí una condición ligada a la maternidad. Después de las batallas, tras la humillación que comportan los eventos bélicos, el cuerpo se disocia de la vida. Volver a desear constituye una aventura capital del espíritu. 

Beanpole es muchísimas cosas: el retrato de una intensa amistad entre dos mujeres, también el de los primeros meses posteriores a la finalización de la Segunda Guerra Mundial en Leningrado y un acercamiento microscópico a la institución hospitalaria y por ende a la idiosincrasia soviética en ese tiempo. Iya y Masha trabajan como enfermeras de un emplazamiento médico abocado a la atención de los heridos de la guerra, y lo que ahí sucede funciona como una extensión y exteriorización de lo que ellas sienten, como también sus coetáneos: contrarrestar la devastación requiere una concentración absoluta y un deseo férreo por volver a elegir el encanto de existir. A veces no se puede, como bien se glosa en la situación de un soldado que ha quedado paralizado, quien no está dispuesto a que sus hijas tengan que cuidar de él por siempre cuando el orden natural es el opuesto. El filme acopia circunstancias distintas con un mismo señalamiento: las consecuencias de una guerra son holísticas; afectan la materia y el espíritu.

Kantemir Balagov, con apenas 29 años y dos películas, confirma aquí su talento indesmentible: la reconstrucción histórica es puntillosa, la caracterización de los personajes es aguda y cada decisión formal resulta admirable. Basta con observar cómo registra la felicidad de un niño de 3 años y el destino de este en el relato para comprender el conocimiento cabal que ejerce sobre el medio. Ni qué decir respecto al esplendor cromático que se despliega a través de los tonos verdes, azules, anaranjados y amarillos: las lámparas, el vestuario y los interiores de los edificios configuran con esos colores un universo simbólico que evoca un estado de ánimo colectivo. Para el cineasta, cualquier pormenor es un acontecimiento, como la aparición de un perro blanco caminando en la nieve, llevado por su dueña. Nada está librado al acaso.

Balagov, como Alexander Zolotukhin (A Russian Youth), ha salido de una escuela de cine liderada por Alexander Sokurov, el cineasta más importante de su país de las últimas tres décadas. Hay rumores de que vendrán otros cineastas nóveles y magníficos, pero con estos dos, solamente, la gran tradición cinematográfica que prodigó genios como Tarkovski y German se asegura la supervivencia. Es que cada plano de Beanpole revive la gloria de esta tradición encomiable.

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Una gran mujer / Dylda / Beanpole, Rusia, 2019.

Dirigida por Kantemir Balagov. Escrita por K. Balagov y , Aleksandr Terekhov

Esta reseña fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de agosto 2020.

Roger Koza / Copyleft 2020