UNE AFFAIRE D'AMOUR
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
ENCUENTROS LEJANOS
rUne affaire d’amour / Mademoiselle Chambon, Francia, 2009.
Dirigida por Stéphane Brizé. Escrita por S. Brizé y Florence Vignon
***Hay que verla
El gran Vincent Lindon y su ex-mujer Sandrine Kiberlain interpretan un romance inconcluso en un filme discreto pero poderoso a la hora de indagar sobre el deseo.
En algún lugar del sur de Francia, Jean (el excelente Vincent Lindon) vive tranquilo con su mujer y su único hijo. Él es albañil y su mujer obrera de una fábrica, oficios que en este primer mundo permiten vivir dignamente. El plano inicial en el que la familia tipo disfruta de un picnic en la campiña francesa resulta una postal de una felicidad mínima pero legítima. El desarrollo del filme no objetará esencialmente ese modelo de felicidad, aunque su relato involuntariamente trastocará ese orden familiar luminoso.
Es lo que sucederá cuando la maestra del hijo de Jean, Véronique (Sandrine Kiberlain), por cuestiones vinculadas al colegio se encuentre con Jean. No será amor a primera vista, sino la construcción (in)voluntaria de un vínculo indefinido entre un hombre y una mujer, aunque nada será igual. La atracción desafía a la lógica, y, más allá de los compromisos con quienes amamos, el deseo no siempre obedece la voluntad de lealtad.
La puesta en escena sutilmente acentúa el dilema de Jean: a cada plano en el que él y Véronique se saben atraídos, le sigue un plano familiar. Esa construcción narrativa expresa la oscilación afectiva de Jean. En ese sentido, en la secuencia en la que Verónique interpreta con su violín un pasaje de “Salut d’amour” de Elgar se la verá de espaldas. Más tarde, en una escena esencial, ella volverá a interpretar la canción en el aniversario del padre de Jean, y se la verá tocando de frente. Son motivos formales que denotan la posición psíquica de Jean. Es un instante de una riqueza narrativa admirable: la familia está reunida, la mujer de Jean observa y en un gesto mínimo entiende todo.
En el libro Las metástasis del goce, Slavoj Zizek sostiene: “Hay una ley que, lejos de oponerse al deseo, es la Ley del deseo mismo, el imperativo que soporta el deseo, que le dice al sujeto que no renuncie a su deseo: la única culpa que esta ley reconoce es la traición del deseo”. Es una declaración que bien podría ser la moraleja de la inteligente película de Stéphane Brizé. El travelling hacia atrás con el que termina Une affaire d’amour no dice otra cosa.
Este crítica se publicó en el mes de octubre en La voz del interior.
Roger Alan Koza / Copyleft 2010
Lo único feo de esta hermosa, delicada y triste película es el ridículo título que le pusieron para su estreno en nuestro país.
Es cierto: el nombre es cualquiera, aunque su título en francés tampoco es muy agraciado. Abrazo para vos. RK
el primer parrafo que le dedica a esta pelicula hace pensar en «lafelicidad» de agne s varda.» la ley del deseo» un titulo muy para jollibud. se podría decirque es uan tradición francesa hacer películas que comienzan con picnics y sensaciones superficiales d efelicidad familiar ocomunal.»la felicidad no e s alegre»f rase maupassantiana que los d ela nueva ola hacían suya.¿tampoco e alegre el deseo o su consumación?¿que e s en definitiva ala felicidad?