POLVO DE ESTRELLAS / MAPS TO THE STARS
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
PSICÓTICOS DEL ESPECTÁCULO
Polvo de estrellas / Maps to the Stars, Canadá-EE.UU.-Francia-Alemania., 2014
Dirigida por David Cronenberg. Escrita por Bruce Wagner.
** Válida de ver
Una de las películas menos lograda (y misteriosamente anacrónica) de uno de los mejores directores en actividad.
En El camino de los sueños, David Lynch ya había señalado magistralmente el nudo secreto entre la psicosis y el mundo del espectáculo. La famosa fábrica de sueños físicamente situada en Hollywood incita al delirio, y basta con mirar algunos discursos de los ganadores del Oscar para observar cómo despunta una insana disparidad entre lo real y su representación. La exposición del delirio se cifra como espectáculo.
El gran David Cronenberg vuelve sobre el mismo tema, en una película menos abstrusa y misteriosa, acaso prosaica y despareja, que remite tanto a la locura del film de Lynch como también, por momentos, a la degradación moral de las películas de Todd Solondz, con registros emocionales quizás no del todo compatibles con la sensibilidad del director de Spider. Lo que aquí resulta enteramente propio del director es su lectura de la abstracción como un modo de experiencia. En este sentido, Polvo de estrellas bien podría leerse como un bonus track menor de Cosmópolis, pues como aquel inversionista millonario interpretado por Robert Pattinson (que en este film tiene un papel secundario como chofer y guionista sin suerte), aquí las estrellas de cine acumulan fortunas sin participar a fondo de una economía real de producción.
La fauna de personajes de Polvo de estrellas sintetiza una comunidad y un estado psíquico: una actriz exitosa llamada Havanna Segrand desea encarnar a su madre (una vieja estrella de cine) en una futura película; una joven llega de Florida (o de Júpiter) al corazón de la industria para encontrarse con Carrie Fischer, a quien conoció por Twitter; más tarde, trabajará como asistente de Havanna, aunque el film revelará que tiene una agenda secreta; y un gurú del bienestar espiritual (capaz de citar al Dalai Lama y a Jung como miembros de una misma elite metafísica) y su esposa cuidan obsesivamente la carrera de su pequeño hijo actor, un cretino de unos 15 años que gana millones de dólares por semana en la televisión y mira el mundo como si se tratara de un chiquero.
Todos estos personajes estarán ligados entre sí por motivos distintos y, como entidades de un axioma, paulatinamente les tocará su turno para encarnar el malestar narcisista de los millonarios del espectáculo. Algunos alucinan, otros desconocen el límite de sus caprichos, todos sufren y el egoísmo es un gen dominante.
¿En qué mundo viven las estrellas? Cronenberg descubre una galaxia abstracta. Desde la arquitectura y el decorado de interiores hasta los presuntos momentos de esparcimiento y placer, las estrellas viven en una realidad suplementaria sin puntos de fuga hacia lo real. El rumor del ambiente, los contratos y los traumas familiares constituyen la vida anímica de las estrellas. El orden social es el gran fuera de campo. En una escena de una vileza incómoda, ni siquiera una niña desahuciada en un hospital conmoverá a una de estas criaturas.
Si bien algunos temas preferidos de Cronenberg, como el complejo de Edipo y el incesto, asoman cada tanto, es la abstracción como forma de vida lo que organiza la puesta en escena. El sonido de exteriores suele alcanzar un grado cero de existencia, una ecualización que implica concebir el espacio público como una mera figura de fondo sin peso específico. El sonido encuadra el espacio y potencia la abstracción. De ahí la dudosa verosimilitud de ciertas escenas, sobre todo las violentas, en las que Cronenberg puede exagerar la falsedad de la sangre en la frente de un personaje o la incineración de un cuerpo. La propia identidad es una abstracción, a tal punto que la muerte es un acto entre otros, tanto la propia como la de los otros.
Cronenberg: no apela ni al desprecio, ni a la compasión. Se limita a contemplar a sus criaturas sumidas en un sistema abstracto en donde pueden existir en la medida en que son imaginariamente otras criaturas, lo cual es una forma más de abstracción. Es así como el entomólogo que rodó alguna vez La mosca mira con su cámara un mundo que conoce y al que pertenece. Lo ominoso acecha, los monstruos están en todas partes.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de octubre 2014
Roger Koza / Copyleft 2014
Difícil de comentar esta nueva película de Cronenberg. Confieso que en principio el tema me interesaba poco y el trialer no prometía demasiado. Al final me pareció una película sólo discreta, un poco perezosa y sin mayor intensidad ni profundidad.
Me parece que Cronenberg sólo acierta en el personaje de Mia Wasikowska -la niña expulsada que vuelve para ordenar y destrozar el mundo de sus mayores-, lo demás, desde el personaje de Julianne Moore hasta hasta las «apariciones» de los fantasmas que acechan la conciencia de las estrellas, resulta trillado y no del todo integrado en un relato sin mayor tensión ni intensidad.
La mención a varias de las figuras famosas que tapiza los diálogos me pareció una tontería, como si fuera necesario nombrarlas para que los espectadores ubiquemos que se está hablando de un mundo realmente existente -como si el de la propia ficción no alcanzara con su poder de sugestión-.
Sunset Boulevard, Fedora y la de Lynch que menciona Roger, Mullholand Drive, son, para mi, antecedentes muy superiores a este film un poco desconcertante de Cronenberg.
Saludos
A las mencionadas agrego La muerte en un beso (N. Ray). La leyenda de Lylah Clare e inclusive la hoy envejecida La intimidad de una estrella (ambas de Aldrich). Los últimos Cronenberg bien poco me interesan y esta me parece su peor película.
Yo no pude dejar de pensar en Lynch. Tiene algo de las atmósferas irreales del yanqui. También a Wild Palms (la historieta), de la que (creo) O. Stone hizo una miniserie con James Belushi.
Otro de los temas recurrentes de Cronenberg vuelve a estar: el de la identidad. La Wasikowska no es quien dice ser, Pattinson no es chofer sino guionista, etc.
A mi me gustó mucho.