12 AÑOS DE ESCLATIVUD / 12 YEARS A SLAVE (02)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
SADISMO ILUSTRADO
12 años de esclavitud / 12 Years a Slave, EEE.UU-Reino Unido, 2013
Dirigida por Steve McQueen. Escrita por John Ridley
* Tiene un rasgo redimible
El tercer film de McQueen va directo a su consagración californiana debido a su presunta revisión de un tema caro a la democracia estadounidense.
12 años de esclavitud está basada en el libro homónimo en el que el propio Solomon Northup reconstruye sus dolorosas memorias entre 1841 y 1853, una obra literaria de un valor histórico inobjetable. La lucha por la libertad nunca es abstracta.
Establecido en Nueva York, durante un viaje de trabajo a Washington Solomon (Chiwetel Ejiofor) es engañado por unos traficantes de esclavos. De un momento a otro, lo que también implica un desplazamiento del norte al sur de Estados Unidos, su vida feliz junto a su familia en Saratoga Springs será sustituida por la miserable experiencia de convertirse en un esclavo. Después de un largo tiempo, Solomon conseguirá recobrar su libertad y librarse de su último dueño, Edwin Epps (Michael Fassbender), un demente capaz de combinar lecturas del Evangelio con castigos corporales diversos. Eso es todo. No es poco, pero el tema es cómo.
No es la primera vez que Steve McQueen retrata una cuestión de extrema violencia en un contexto político. Hunger, su ópera prima, reconstruía la huelga de hambre del mítico líder irlandés Bobby Sands en una prisión británica. Las dos películas tienen una peculiar forma de filmar el padecimiento físico. Fassbender era entonces el protagonista (y la víctima), aquel que vivía en su propio cuerpo la represión de un gobierno. Aquí sintetiza el goce del poder. Gozará castigando a una de las esclavas que viola y gozará también cuando le pida a Solomon que se encargue de darle con el látigo hasta que la carne y el hueso de su sierva preferencial sean uno. Ese segmento es la culminación de una pedagogía para que el espectador sienta repugnancia. Ejercicio de empatía extrema sin mediación de la palabra. Es esto lo que le hacían a los esclavos. ¿Es suficiente?
No es novedosa esta forma de ilustrar el sadismo (piénsese en La pasión de Cristo, que privilegiaba mostrar puntillosamente los suplicios de una divinidad). Pero en este modelo estético de impugnación las condiciones históricas y políticas de la esclavitud enmudecen. Todo remite a la maldad esencial de los hombres y no se examina qué tipo de organización social legitima una práctica. La sustitución de un realismo crítico por un realismo sádico termina envileciendo a los personajes como si cada amo fuera por naturaleza un depravado.
De allí la unidimensionalidad de todos los personajes. O son buenos o son malos, pues en realidad son figuras conceptuales de un universo reduccionista. Es por eso que cuando en un plano en contrapicado vemos a una esclava cantar un spiritual junto a sus iguales, la película respira como nunca. La paliza se ha detenido un rato para todos.
Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de febrero 2014
Roger Koza / Copyleft 2014
Lo único que rescato de la película es que me generó la suficiente bronca como para escribir sobre ella.
Siempre es un gusto leerte, Roger. Se aprende leyendo tus textos, los de Prividera y los demás autores.
Estimado MGE: gracias por contármelo. De verdad. RK
Querido Roger:
Estoy de acuerdo con vos: sí, opera sobre la base de la unidimensionalidad y el maniqueísmo. El bien y el mal se presentan como puros. Hay que «reconocer» también que siempre aparece la figura redentora, el blanco lúcido y antiesclavista (encarnado por Brad Pitt) que se mete como una cuña (por decirlo así) entre esa forma reduccionista de elaborar (¿elaborar?) un período de la historia de EEUU cuyos ramalazos se hacen sentir todavía hoy en día. No obstante, es más de lo mismo; ese personaje no sale de esa unidimensionalidad que atraviesa el film. Pero hay dos momentos que rescato: no es fácil encontrar imágenes abstractas en el cine contemporáneo (no digo: imposible). Cuando Solomon quema la carta que le ha escrito a su mujer y se produce un fundido a negro sólo salpicado con esos ojos de fuego pequeños que van consumiendo los pedacitos de papel me parece digno de destacarse por la forma abstracta que adquiere el plano; o también el modo en que McQueen resuelve desde un gran plano general hasta un primer plano el momento en que Solomon con la soga al cuello mueve los pies en punta en el lodo, como una suerte de bailarín, para no auto-ahorcarse. Sé igualmente que un film no se justifica o redime (para usar de nuevo este término tan caro a la filmografía estadounidense) por unos pocos planos bien resueltos.
Abrazos,
edf
Querida EDF:
McQueen había mostrado cierta pericia formalista en Hunger: allí filmaba una paliza colosal y elegía sustraer el sonido o trabajar sobre él de tal modo que la violencia sufría una modificación en su recepción. También ahí, filmaba una conversación extraordinaria entre Sands y un cura prácticamente en un solo plano de unos 20 minutos. Defendí aquel film en su momento.
Recuerdo uno de los ejemplos que decís, el otro ya no. Recuerdo otros pocos instantes en el que se descansa un poco del sadismo; algunos planos del mar y los pantanos, pero son muy pocos momentos, y poco tienen que ver con el film en sí.
Hay un esfuerzo enorme de suavizar humanamente el sadismo a partir de insertes musicales, bastante melosos de Zimmer. Por cada golpe, un acorde; por cada expresión perversa, una nota para contrarrestar el sonido de la carne. (Es interesante que en el trailer lleva música de Zimmer, pero la banda de sonido corresponde a la Delgada línea roja).
Tampoco puedo dejar de ver que Fassbinder es el protagonista en las tres. De eso podría jugar con otras hipótesis, pero no vale la pena.
El mayor cariño posible a la lectora desconocida que siempre deja un comentario y RT.
RK
Excelente Roger. Pocas películas tuvieron tanta repercusión con semejantes baches en el guión. La mayoría de los conflictos que abre llegan a un punto muerto, como el planteado con el carpintero interpretado por Paul Dano.
Uno de los problemas, sin duda. Saludos. RK
Coincido con Emma en ese plano donde quema la carta. En el momento en que lo veía, pensaba lo mismo que vos Emma, exactamente lo mismo: abstracción pura. No así con el otro que mencionás, que me parece entronca con el sadismo que menciona Roger, que denota planificación y narración.
Lo que no entiendo es el plano del jaboncito y los travellings de inicio, como si un tigre acechara a los esclavos.
También es claro ese agujero que menciona Estudio del Bosque con el personaje de Dano: clarísimo.
Roger, una pregunta totalmente offtopic (y para cualquiera que quiera contar su experiencia). ¿cómo hacés para manejar el tema del sueño? supongo que verás muchas películas al día, no necesariamente buenas o estimulantes. Al ser una actividad (al menos fisicamente) pasiva, debe ser díficil a veces mantenerse atento -por no decir despierto-.
Saludos
PD: el título dice «esclativud»
Me sorprende que la película haya tenido una recepción tan favorable del «gran público»: es aburrida, monocorde, y, como apuntan algunos foristas, está plagada de huecos que atentan contra el sentido del ritmo y la consistencia narrativa , de principio a fin. Los momentos más fuertes provienen de la exposición explícita de la brutalidad, pero no hay en el tratamiento fílmico espacio para la reflexión ni sobre la historia particular ni sobre su contexto. Hay un plano interesante en el momento en el que el protagonista grita en la prisión en Washington: la cámara se levanta y muestra al fondo el techo del capitolio. Si Mc Queen hubiera mantenido algo de esa mirada sobre el sistema político y social, el film habría ganado espesor e interés; pero elige cerrarse sobre una historia lineal que no permite comprender ni imaginar casi nada hacia afuera del cuadro. Una cosa es que Northup haya contado así su calvario, otra, muy diferente, es que Mc Quuen lo cuente como si fuera el protagonista, mirando hacia adentro y hasta donde llega su vista. El personaje de Brad Pitt parece un ángel llegado quién sabe de dónde, acaso Northup lo haya sentido así, Mc Queen no puede presentarlo de esa manera.
Y un apunte que había desliZado tras la nota previa de Prividera: hay que revisar Amistad, el film de Spielberg de 1997 en el que también actuaba Ejiofor-y el ahora celebrado Mc Conaughey, que hacía un trabajo grandioso-. La historia que cuenta es un par de años anterior. Para quienes se interesen en un tratamiento histórico y político amplio del tema de la esclavitud y de su presencia y lugar en el sistema norteamericano, el film de Spielberg ofrece una complejidad inusual para este tipo de películas, articula sólidamente lo particular y lo general, enriqueciendo ambos aspectos de la historia y se cierra de una manera oscura que trasciende a la resolución en Estados Unidos del caso que narra. De paso, pertenece a ese tiempo en el que no estaba de moda hacer películas sobre el tema.