CINCO MINUTOS DE GLORIA / FIVE MINUTES OF HEAVEN
NO MATARÁS
Cinco minutos de gloria / Five Minutes of Heaven, Reino Unido-Irlanda, 2009
Dirigida por Oliver Hirschbiegel. Escrita por Escrita por Guy Hibbert.
**Válida de ver
Menos ambiciosa que La caída, Cinco minutos de gloria, a veces muy cerca de un telefilm, no deja de ser interesante por sus premisas, aunque no está a la altura de las mismas.
Ideal como disparador para un debate hipotético sobre violencia política y justicia en un sexto año de secundario o en un curso de ingreso universitario, Cinco minutos de gloria pretende ahondar sobre un fenómeno casi universal y un imperativo cívico que suele repetirse en donde haya existido una sociedad enfrentada políticamente: la reconciliación.
Dividida en tres actos, el inicio es el prólogo de una desgracia y de un espíritu de época. Es 1975. En un pueblo de Irlanda del Norte, Alistair, un joven protestante de 17 años, simpatizante de la soberanía inglesa, asesina a un joven católico de 19 años como “rito de pasaje” y respuesta a las coordenadas políticas de su tiempo (“The Troubles”, o el enfrentamiento por décadas entre católicos y protestantes en torno a la pertenencia de Irlanda del Norte a Inglaterra). Habrá un testigo, Joe, el hermano de la víctima, un niño de 11 años.
25 años más tarde, Joe (J. Nesbitt) y Alistair (L. Neeson), por separado, se dirigen a un mismo destino: una mansión que servirá como un set de filmación de la BBC. Se trata de un programa sobre la reconciliación. La tensión es evidente, y el montaje paralelo acentúa, como sucede en el inicio, la eminente colisión. ¿Joe le dará la mano o lo querrá matar? La respuesta será explícita, aunque no será en ese truculento show bienpensante, en sintonía con esas propuestas altruistas que gestionan el perdón como si se tratara de un acto de magnanimidad, en donde Joe y Alistair se verán cara a cara (lo que jamás sucedió entre los hombres que inspiraron el filme).
Hirschbiegel y Hibbert eligen psicologizar el conflicto. Eso explica que a menudo escuchemos los pensamientos de sus criaturas. Políticamente reduccionista, la película sugiere que la elección de Alistair, como podría suceder hoy con un joven musulmán, es un asunto de pertenencia y no de rabia ante la injusticia: los jóvenes no deberían unirse a grupos políticos que los separen de la sociedad. Es una perspectiva conservadora e inadecuada, si se desea descifrar la subjetividad que ante la inequidad toma la opción por las armas.
A diferencia de Invictus, otro filme sobre la reconciliación, en el que el pensamiento mágico se vale de una gesta deportiva para declarar el fin de un enfrentamiento social, Cinco minutos de gloria plasma el tormento de haber matado y la furia de quien padece por motivos políticos la muerte de un ser querido. La reconciliación aquí es sustituida por la confrontación: no se trata ni de perdón, ni de olvido. Quizás alcance con reconocerse y elegir cohabitar a la distancia.
Esta crítica fue publicada en otra versión por La Voz del Interior durante el mes de agosto 2010
Roger Koza / Copyleft 2010
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