255 PALABRAS SOBRE EL DICTADOR

255 PALABRAS SOBRE EL DICTADOR

por - Críticas, Varios
24 Ago, 2012 03:01 | comentarios

Un traíler de 83 minutos

Por Roger Koza

El comediante inglés Sacha Baron Cohen es brillante. Su humor consiste en una combinación veloz del conjunto de prejuicios inconfesables que cualquier orden simbólico intenta conjurar y desterrar vía una buena pedagogía. La blasfemia, la animosidad del fanático, el horror puritano frente a los dictados del instinto constituyen su evidente incorrección política. A veces funciona perfectamente, como en Borat, a veces no tanto, como en El dictador.

En El gran dictador, el barbero judío de Chaplin era confundido con Hynkel (Hitler) y lo sustituía para defender la democracia; aquí el tirano Aladeen, en su periplo a la tierra de la (semi)democracia, por un complot familiar será reemplazado por un doble. Si bien el filme está dedicado a la memoria de Kim Jong-Il y los fantasmas de Gadafi y Sadam Hussein merodean, como también la tragedia del 11/9, la comicidad se asienta en terreno seguro. Chaplin no sólo disputaba con Hitler los derechos de autor del famoso bigote; en aquel contexto, su humor político era heroicamente transgresor.

Aquí SBC se enfrenta con dos problemas, uno cultural y otro cinematográfico: la trasgresión es hoy un imperativo social y su comicidad, por ende, inquieta poco, de allí que más que ser un heredero lógico de Lenny Bruce parece serlo de Mel Brooks; y al abandonar el falso documental (Borat, Bruno), su nueva película no sólo resulta demasiado convencional sino que por momentos parece más una suma de gags elegidos para un tráiler o, peor aún, de esos sketches humorísticos breves que suelen proyectarse durante los vuelos de cabotaje.

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior durante el mes de agosto 2012 en la columna Miradas opuestas.

Roger Koza / Copyle 2012