CRÍTICAS BREVES (158): MALVINEITOR
Malvineitor, Pablo Marini, Argentina 2017
Malvineitor cruza con gracia comedia y terror, además de una innumerable serie de citas (de Rambo o Depredador a Godzila y otros reconocibles objetos de la cinefilia pop), antropofagizadas por referencias no solo a la propia tradición del cine nacional (de Iluminados por el fuego a Muere, monstruo, muere, cuya criatura hermafrodita parece preparodiar) sino a la cultura política argentina del último medio siglo (de Malvinas al macrismo), como si quisiera presumir no solo una cineflia capaz de asimilarlo todo, sino comprimir también ciertos núcleos dramáticos que estallan en el presente (desde la no siempre atinada corrección política a los nuevos discursos de la vieja derecha). Con un brutal estilo trash que recuerda al cine del alemán Christoph Schlingensief (comprendiendo que cuando la realidad delira no alcanza el minimalismo ni los buenos modales), Malvineitor podría ser la película argentina más desafiante del nuevo siglo, pero no parece tomarse a sí misma demasiado en serio: esa falta (no solo atribuible a sus responsables, que parecen víctimas del desparpajo que a la película le permite volar pero los ata a un público limitado al “cine bizarro”, sino también a críticos y festivales que no supieron qué hacer con este objeto cinematográfico no identificado) parece ejemplificar el destino comedido del cine argentino actual. Los que podrían desafiar esa previsible corrección acaso no pueden darle suficiente sustento (estético), y los que pueden apoyarla no saben apreciar la apuesta cuando esta se rebela llena de sonido y furia (política).
Nicolás Prividera / Copyleft 2020
El ingreso a la barbarie restituye la libertad de los orilleros. Inversiones. Droctulft, el guerrero longobardo que, durante el sitio de Ravena, abandona a los suyos y pelea por Ravena, es hoy Historia del Malvineitor y la (crítica) cautiva. TrashHumpers. A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos.
Me gusta el acrónimo OCNI.