27 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE (2012): LOS IMPENETRABLES
Por Roger Koza
Soko, una joven actriz francesa protagonista de Augustine, película que participa de la competencia internacional, está varada en el aeropuerto de Ezeiza y junto a ella otros invitados internacionales. Intentarán cruzar una ciudad convulsionada por un paro general y llegar a Mar del Plata. El microcosmos absorbente de un festival de cine no es inmune a los imponderables de la política y el descontento.
Pero los problemas que debe encarnar Soko en Augustine son de otro orden. De pronto proliferan los filmes de histéricas, esa patología clásica del siglo XIX, que poco tiene que ver con el uso popular del término. La ópera prima de Alice Winocour revisa un caso clave en la prehistoria del psicoanálisis. En pleno siglo XIX, el mítico neurólogo Jean-Martin Charcot intenta descifrar el misterioso comportamiento de las histéricas mientras explora una terapéutica eficaz.
A diferencia de Histeria, ese filme infantil estrenado recientemente, Augustine se toma en serio el sufrimiento femenino. La histeria no es un privilegio de clase, y no mucho tiempo atrás cualquier mujer con síntomas histéricos podría haber sido confundida con una bruja. La hoguera antes, el confinamiento hospitalario después, como bien puede verse aquí, cuando la joven Augustine, todavía una adolescente y trabajando como sirvienta, experimenta una crisis en medio de una cena aristocrática.
En el famoso hospital psiquiátrico de Salpêtrière, Charcot elegirá a Augustine como su enferma modelo. El problema de la histeria no reside en una disfunción en el útero sino en una zona no del todo identificable del cerebro. Lo que sucede entre ellos, naturalmente, excederá la siempre problemática relación paciente-médico, aunque el filme no se centra (directamente) en el escándalo del deseo y las relaciones de poder, sino en algo aún más escandaloso: la precariedad del conocimiento sobre el comportamiento humano. El trabajo de Vincent Lindon como Charcot es admirable y, por lo visto hasta aquí, Soko es candidata, junto con Roxana Blanco (la protagonista de El muerto y ser feliz), a llevarse el premio a mejor actriz.
El impenetrable, de Danièle Incalcaterra y Fausta Quattrini, es una de las tres películas que representan a Argentina en la competencia internacional. A pesar de que Incalcaterra es italiano y Quattrini suiza (los dos viven en Buenos Aires), y que la película transcurre en Paraguay, este retrato sólido y delirante sobre el problemático concepto de propiedad y su relación intrínseca y necesaria con el ejercicio de la burocracia como forma de organización y sistema de vida es un tema tan criollo como la dialéctica entre la civilización y la barbarie.
Como si fuera un Michael Moore menos histriónico y sin un ápice del narcisismo bufón del progresista estadounidense, Incalcaterra frente a cámara y devenido en personaje central de su “épica” intenta recuperar unas 5000 hectáreas adquiridas por su padre. Su deseo es loable: convertirlas en una reserva natural. El problema es que el mismo territorio tiene dos dueños (lo que remite a la dictadura de Stroessner) y la ocupación (lo que remite a las multinacionales) es una práctica naturalizada. Lo impenetrable aquí no sólo será el Chaco Paraguayo sino el entramado jurídico-legal en el que se asienta la compra de tierras. Al respecto, hay un pasaje increíble en el que Incalcaterra se encuentra con el ex-presidente Fernando Lugo, aún en el poder, con el objetivo de declarar sus tierras como una reserva nacional. Es un momento lúgubre y triste, porque incluso quien parecía ser sensible a una política distinta participa de una política donde todo se reduce a una puesta en escena permanente.
Roger Koza / Copyleft 2012
El microcosmos absorbente de un festival de cine no es inmune a los imponderables de la política y el descontento.
La verdad, el mejor eufemismo para describir el paro forro y chantajista del otro día,