28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DE PLATA (14): FUERA DE ESTE MUNDO: MAMBO COOL

28 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DE PLATA (14): FUERA DE ESTE MUNDO: MAMBO COOL

por - Críticas, Festivales
19 Nov, 2013 05:45 | 1 comentario
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Mambo Cool

Por  Santiago Gonzalez Cragnolino

Lo insólito no se hizo esperar en la competencia latinoamericana. La película del estadounidense Chris Gude, Mambo Cool  es una victoria en sí misma, no importa contra qué o quién compita.

Sobrevolaba la película el fantasma del prejuicio: un gringo que va a Colombia a filmar una villa miseria, con una galería de personajes marginales y un título espantoso; la explotación está a la vuelta de la esquina.

Comenzada la película aparece un referente claro, el cine de Pedro Costa. Por su cercanía a los personajes y su paleta de colores, con una sensibilidad visual exquisita en un mundo de marginalidad asfixiante. Aparece otro motivo del cineasta portugués, la composición de naturalezas muertas con unos pocos objetos en la precariedad de una vivienda insalubre: un encendedor, una trincheta, unos tubitos de plástico, tijeras y papel metalizado, con pasta base espolvoreada por aquí y por allá. No es provocación ni sensacionalismo ni denuncia; no hay desprecio ni fascinación, pero tampoco una utópica objetividad. Es una mezcla de cosas, es otra cosa. La filiación con Costa es clara, pero también es claro que es una plataforma de despegue y que Gude aterriza en otro mundo.

Es más fácil definir Mambo Cool por lo que no es. No es la clínica mostración de cómo se genera la diferencia entre los modos de vivir de los marginales y de los que no lo somos, la inocua denuncia de las operaciones del mundo capitalista. No es una mirada compasiva sobre los pobres, con el velado paternalismo que solemos ver en las películas de mal canalizado compromiso social. La película es difícil, es ajena, no se promueve empatía ni identificación. Es extraña, donde el marco de referencia que uno se arma para tratar de entenderla parece funcionar como una racionalización de esta otra cosa a la que asistimos.

Es el bajo fondo colombiano, es otro mundo en nuestro planeta. Hay cosas concretas. Sus habitantes, su idioma y sus expresiones, sus diálogos afiebrados que suenan a poesía maldita, a veces producto de la locura, otras del humo de la droga tóxica. Quizás es un gran malentendido y todo lo que dicen tiene su coherencia; un malentendido entre ellos y yo.

Más cosas concretas: sus colores, su noche casi eterna y sobre todo su música. Una cadencia particular, de planos que son escenas en sí mismas pero sin un núcleo dramático, de palabras que se pierden en ese lugar inhóspito, seguido por silencios, seguidos por explosiones de cumbia y salsa. En otra película esa música es parte del paisaje, de excursión cultural. En Mambo Cool se desnaturaliza la escucha. La sección rítmica suena convulsionada, levemente agresiva; los vientos son chirriantes. Un par de planos nos muestran como realizan el baile estos personajes: no parece la forma típica de seguir el ritmo, es una danza personal, una interpretación de esas personas sobre esa música, bailando en ese contexto, un baile autobiográfico.

Mambo Cool teje una forma anti narrativa, que arranca y se para en seco con placas negras. Cuando vuelve a empezar estamos en el mismo lugar, pero no se sabe si es antes o después o durante. No parece haber forma de hacer una linealidad de este mundo, de estas vidas. Desde la confrontación directa, el esfuerzo de Chris Gude deja expuesto que incluso desde adentro no se puede entender a simple vista (y escucha) el mundo de un otro, de una vida radicalmente distinta. La mediación del cine hace una confrontación de esa confrontación.

Esta es una primera aproximación a Mambo cool, pasado el choque inicial y la confusión apenas disipada. Mambo Cool está en la competencia pero esta fuera de la competencia: Su victoria o su derrota está en otro plano, que trasciende el marco de un festival. Es una película que se desmarca de prácticamente todas las otras y da para discutir largo y tendido. Lo importante ahora, me parece, no son premios ni preseas sino que hacemos de Mambo Cool.

Santiago Gonzalez Cragnolino / Copyleft 2013