29 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2014 (14): BALANCE (PRIMERA PARTE): LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IDENTIDAD

29 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2014 (14): BALANCE (PRIMERA PARTE): LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IDENTIDAD

por - Festivales
02 Dic, 2014 11:19 | comentarios
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Hard to Be a God

Por Marcela Gamberini

Cuando un festival incorpora a sus proyecciones películas como Jauja de Lisando Alonso, Cavalho Dinheiro de Pedro Costa, From What is Before de Lav Diaz, Hard to Be a God de Aleksei German, Favula de Raúl Perrone, por mencionar sólo algunas, construye una identidad. Esa identidad se juega en la elección de películas que se constituyen como obras esenciales, sobre todo por la fuerte apuesta al trabajo sobre la forma, moldeando al festival de una coherencia y una cohesión estética pocas veces vista. Hay mucho de lo ideológico (que siempre es político) en la selecciones que hacen los programadores, elecciones que, en este caso, fueron más que acertadas. Lo que nos ha dejado esta edición de este tan querido festival (un poco vapuleado durante los últimos años) es el esfuerzo, la inteligencia y el riesgo de sus programadores al seleccionar este tipo de películas. Quizá haya en este gesto arriesgado una mirada que se extiende hacia el futuro, éste es el tipo de películas que se desmarcan del panorama actual por su insistencia en el trabajo con la cámara, con los encuadres, con el sonido, con la puesta en escena mas allá de aquello que narran. Películas que son en sí mismas reflexiones sobre el presente cinematográfico, sobre la ontología del cine contemporáneo, sobre el hacer mismo del cine y a la vez son películas que de algún modo piden a gritos un tipo de análisis crítico que no se quede en la valoración cualitativa de sus virtudes o sus defectos, en la narración de su argumento sino un análisis más profundo, tal vez más moderno, más acorde con las obras.

El esqueleto de un festival son sus películas. Y este esqueleto está atravesado por criterios de selección que hilvanan las películas unas con otras que, en este caso, no responden a funcionarios de turno o a modas burocráticas sino a una fuerte convicción de que ese cine que se está eligiendo y programando “es” el cine contemporáneo. ¿Hay algo más contemporáneo que el foco dedicado a German? Hay películas que se parezcan a Favula o a Jauja o a Cavalo Dinheiro? ¿Hay películas que refracten el presente de la manera en que lo refleja Edén de Mia Hansen love o El perro molina de Campusano? ¿Hay alguna que homenajee al cine de los grandes maestros con la sutileza y la dignidad con que lo hace No todo es vigilia de Hermes Paralluelo?

Que hubo películas que no estuvieron a la altura de las mencionadas es verdad, pero así es el universo del cine, con altibajos, con sus mareas y bajamares.

Las buenas presentaciones de las películas en cada función, la presencia de muchos de sus directores, las afables charlas con el público sobre el final de cada proyección, el excelente libro sobre los mejores artículos de la revista Film Comment compilados por Manu Yañez Murillo y editado por el Festival, el excelente catálogo de este año, suman puntos a esta edición, enmarcando las películas, cuidándolas, dándoles el tratamiento que necesitan para sobrevivir y para ser valoradas. Sobre todo es relevante que el spot institucional haya sido, este año, no sólo una pequeña maravilla sino toda una declaración de principios. Un Institucional no es solamente la carta de presentación del Festival hacia el mundo sino que fue el modo en que se les dio la bienvenida a los espectadores que cada día a cada hora ocuparon cada butaca de cada cine. Dirigido por Esteban Sapir, en un heroico blanco y negro, mechado de melancolía y alegría a la vez, respetuoso de la tradición del festival, abrió sus imágenes a la actualidad haciéndose cargo sutilmente de los 60 años de historia y de las 28 ediciones pasadas. Este corto replica lo que fue el festival, un festival que se hizo cargo de una tradición haciendo focos en Christensen y Tinayre, en la proyección especial de El acto en cuestión de Alejandro Agresti –una película emblemática y mítica de toda una época y largamente postergada o en la excelente sección COSMOS 70 donde se revivieron esos clásicos que nos formaron en un pasado no tan pasado. El festival, como lo mostró su corto institucional, se puso al hombro una tradición y marco sus líneas de fuga hacia adelante, se hizo cargo de la contemporaneidad y de su presente inmediato.

Evidentemente, el festival de Mar del Plata este año seleccionó muchas de las mejores películas del año, incluyendo algunas que se han dado en el Bafici, o en el festival de Cosquín, entre otros. La camaradería entre festivales de la región es importante, pues alimenta y retroalimenta el circuito del cine, abriendo las posibilidades de ver películas que en el anquilosado circuito comercial, lamentablemente, ya no podemos ver.

Pero más allá de esto, quisiera insistir sobre el tema de la política de las formas que mucho del cine visto en Mar del Plata trabaja. Una insistencia saludable, renovadora. Habría que agradecer a los programadores y por qué no a Pedro Costa, a Raúl Perrone, a Lisando Alonso, a Aleksei German, a Mariano Galperín, a Claire Denis, entre otros, por la mirada que interroga al cine, a sus materiales, a la multiplicidad de sentidos, por un cine que da cuenta de una amorosa sensibilidad; por la apuesta a un tipo de películas que abren los ojos y los sentidos, sin cerrar, sin clausurar. Por un cine que acaricia y que nunca golpea.

Marcela Gamberini / Copyleft 2014