29º FICVALDIVIA (07): LOS PREMIOS (PERO NO LOS DE CRAGNOLINO)
La ceremonia de premios del 29º FICValdivia se llevó a cabo en el precioso Teatro Cervantes. Eran las 18:00 y la ciudad ya comenzaba a despedir al festival. Las calles se vaciaban paulatinamente y las personas con credenciales y abonos al cuello, las mismas que antes andaban gozosas de acá para allá, comenzaban a mostrar ojeras y un caminar cansino. Pero la festividad seguía. La ceremonia fue conducida por la actriz Blanca Lewin (habitué del evento hasta en tiempos pandémicos donde la ceremonia fue vía zoom) y estuvo marcada por ir directo al grano:palo y a la bolsa, había muchos premios para repartir.
En la competencia de la Selección Oficial Largometraje el jurado demostró una muy buena labor con un palmarés que dio como ganadora principal a la película de María Aparicio Sobre las nubes. Por su parte, el Premio Especial del Jurado fue para el documental chileno Tan inmunda y tan feliz de Wincy Oyarce, el cual también se llevó el Premio del Público. Además, el jurado le otorgó una Mención Especial a Nous Étudiants! de Rafiki Farialai. Que dos películas latinoamericanas y una africana barran con los premios internacionales de un festival de cine de la envergadura de Valdivia constituye una muy bienvenida rareza. Pero más raro es, en primer lugar, encontrarse con un festival donde toda su programación se construye como reverso de las estéticas del sensacionalismo, la crueldad, la misantropía, la corrección política tribunera y otros males que circulan por los festivales del mundo coleccionando laureles y premios. Films cuyo espíritu, juego con las formas e inquietudes estéticas aparecen en otros festivales grandes como hallazgos y pequeñas perlas de las programaciones son el núcleo de Valdivia. Tanto en el catálogo, como en la ceremonia de apertura o en la presentación del Film de Clausura, Raúl Camargo se la pasó repitiendo estos versos de Jorge Teillier: “Un día seremos leyenda, mientras tanto seamos felices. Llegó la medianoche y aún estamos vivos”. La línea estética del festival va por ahí: celebrar la vida a través del cine y exhibir un cine que siga alimentando las potencialidades del arte y suscitando debates fértiles con rebeldías que empujen hacia adelante nuevos puentes que conecten al cine con las sensibilidades de las personas y el mundo.
En su discurso de aceptación del premio, Maria Aparicio destacó algo que fue un continuo desde el día lunes: la calidez y amabilidad que circula en el festival. Para que lo entienda un lector argentino: FICValdivia viene a conjugar la calidad y el peso de un festival como Mar del Plata con la convivencia cercana y algo de la hechura casera del FICIC (Festival Internacional de Cine de Cosquín). En medio de esa unión improbable está este festival que, en una nota crítica, si tiene un campo de disputa abierto es el de la generación de una mayor integración de la ciudadanía local a las salas del festival. Hay muchas medidas en marcha en ese sentido que apuntan hacia la formación de audiencias; ojalá resulten y cada vez se vean más y más valdivianos y valdivianas disputando el porcentaje del aforo dentro de las salas a los santiaguinos y demás migrantes ávidos de ver cine. Desde aquí nuestros mejores deseos.
Los asistentes de la ceremonia de premiación tuvieron dos cómodas horas para picar algo y cruzar el puente Pedro de Valdivia, llegar a la Isla Teja, sacarse unas últimas fotos y peregrinar hacia el cierre del festival en el campus de la UACH. Contrario a lo que sucedió con Mato seco em chamas (Largometraje de Apertura) y Unrest (Film Central), el Largometraje de Clausura fue proyectado en una Aula Magna repleta de gente. La presentación del film estuvo a cargo de Raúl Camargo, quien invitó al escenario a Ignacio Agüero llamándolo “el cineasta vivo más importante de Chile”. El realizador recibió una ovación de pie de parte de todo el auditorio. En otro festival se contarían los minutos de aplauso (que fueron bastantes); aquí se aplaudió mucho, se presentó al equipo técnico, Agüero hizo un par de chistes y se lanzó la proyección.
Que el título diga que lo que estamos por ver son «notas» habla de entrada de un carácter fragmentario y heterogéneo, como así también induce la sospecha de que podemos encontrarnos con algo hecho con la pasión de lo que está escrito al vuelo, en los tiempos de kairos. Lo nuevo de Agüero, Notas para una película, cumple con todo esto. El argumento podría ser descrito más o menos así: a partir del texto “Diez años en Araucanía 1889-1899” de Gustave Verniory, un ingeniero belga llega a Chile pocos años después de la “pacificación” para construir líneas férreas sobre territorios ancestrales mapuches. Un equipo de filmación recorre libremente sus ideas y los territorios descritos para contraponer las injusticias del pasado con las del presente, bastante parecidas entre sí. Decimos “Más o menos” porque resumir en pocos conceptos el nuevo film de Agüero sería injusto.
Notas para una película no sigue ningún patrón o estructura cerrada, acuña una constante metamorfosis de sus formas: partes ficcionalizadas dan lugar a documentos de archivo o entrevistas actuales a miembros de comunidades mapuches, pasando también por momentos de pura conducción a cargo del mismísimo Agüero dentro del film. El realizador comparte protagonismo con una versión ficcionalizada de Verniory y con la comunidad mapuche. Este triángulo de protagonistas genera una saludable tensión donde termina por primar una reflexión sobre las formas en las que el cine puede releer la historia y acercarse sin ser extractivista a pueblos oprimidos. El film toma recodos poéticos, momentos autorreflexivos cómicos, pero es consciente de cuándo hay que dejarse de bromas. Un plano secuencia extensísimo muestra el relato oral que un padre de familia mapuche reconstruye frente a su familia sobre la pervivencia histórica, a través de décadas y siglos, de los ataques del Estado chileno a los pueblos del Wallmapu. En el film de Agüero la tradición oral (propiedad del pueblo) se cruza con la tradición del cine (una propiedad en disputa): las líneas de tren de Verniory son eje de este film que, como muchos otros, encuentra en la relación ferroviario-cinematográfica un mapeo de los conflictos del Siglo XX y XXI. El tren y el cine, inventos de un modernismo que en sus imágenes y vías aparentemente inocentes guardaba, sin saberlo, la memoria de muchos pueblos.
El último plano de la película de la película de Agüero es una buena síntesis de lo que deja el final de esta 29ª edición del FICValdivia: mucha gente cansada y llena de cine, emocionados y procesando lo visto, volviendo a sus hogares siendo personas distintas a las que eran cuando emprendieron la ida.
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Lista de cinco películas contemporáneas recomendadas:
Pacifiction (Albert Serra)
Sobre las nubes (María Aparicio)
Il n’y Aura Plus de Nuit (Éléonore Weber)
Nous, Ètudions! (Rafiki Fariala)
Notas para una película (Ignacio Agüero)
Tomás Guarnaccia / Copyleft 2022
FICVALDIVIA 2022:
6. Las grandes (leer acá)
5. Las formas (leer acá)
4. Más disidencias, obreras y sonoras (leer acá)
3. Disidencia, contraimágenes (leer acá)
2. Las llegas y las tramas (leer acá)
1. Las primeras líneas (leer acá)
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