Por Marcela Gamberini

Domínguez Seré es además del director de la película, o por eso mismo, el protagonista de No Cow in the Snow. Él emigra a Suecia a la búsqueda de trabajo, en búsqueda de eso que últimamente España le ha negado. La película, una especie de diario de viaje, se centra no sólo en la figura del emigrado sino en el tema del lenguaje como constitutivo de la identidad de un país, como su tesoro más preciado. Domínguez Seré intentará durante todo su viaje aprender sueco; le dedica mucho tiempo al día mientras trabaja nueve horas en la construcción. Una novia le enseñará con paciencia y cariño, mientras el paisaje lo embelesa y lo envuelve. La nieve, el otoño bajo sus pies, la cadencia de los árboles dejan leer que la naturaleza es también una nación, un país y los cielos de Suecia, como sus lluvias y sus nevadas, filmadas en hermosas escenas por Domínguez Seré. En algún momento la cámara pasa a manos de su novia y también la película habla sobre el cine, sobre quién filma, sobre qué es posible filmar. La cámara en mano en este caso es conmovedora: refleja la sensibilidad de un hombre, su temor y su temblor. El hombre cineasta es aquí un buscador que descubre otro paisaje y otra vida posible. Cada tanto los planos se recortan y podemos espiar – como si la vida de Domínguez Seré fuera privada- los acontecimientos. Espiar por entre una ventana y ver cuerpos que se recortan, gestos que se detienen. Lo que vemos siempre es el transcurso de la aventura de un emigrado que, no deja de tener algo de melancólico, algo de tristeza y mucho de descubrimiento. La emigración parece ser un acto de fe, como lo es también la apropiación de nuevas experiencias, de nuevos amores, de nuevos trabajos. El mundo del trabajo está muy presente en la película: es la cotidianeidad y el azar; el mundo del trabajo que encubre el mundo del dinero. Entre el trabajo y la naturaleza, con momentos cercanos al amor, sucede No Cow in the Ice, esa expresión que sugiere que “no hay de qué preocuparse”. Y es justamente la película la que le pide al espectador que la contemple, goce, sienta y se deje llevar. Que en definitiva eso es el cine.

Marcela Gamberini / Copyleft 2015