327 CUADERNOS (02)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
VIDAS POSIBLES
327 cuadernos, Argentina, 2015
Escrita y dirigida por Andrés Di Tella
*** Hay verla
Un encuentro entre un escritor y un cineasta, una gran película íntima y política.
Sin palabra no hay yo; sin lenguaje no hay memoria. El notable escritor argentino ve que llegó el tiempo de revisar sus diarios y pensar sobre cómo llegó a ser quien es. En sus cuadernos escritos por décadas puede haber algunos indicios. Lo que está ahí son los restos, el fuera de campo de sus obras publicadas y palabras proferidas en clases y conferencias. Quizás en esos signos excluidos se revele algo de sí. Es hora de destituir la clandestinidad de la transcripción asistemática de las sensaciones, sentimientos e ideas que se tuvo por tanto tiempo; así lo cree. Publicar es entonces aquí descifrarse y exponerse de un modo casi directo. No obstante, Ricardo Piglia preferirá ser Emilio Renzi. Él mismo pero por otros medios; más bien, por otros nombres (propios).
El cineasta Andrés Di Tella se encuentra azarosamente con él en la universidad de Princeton, justo cuando Piglia decide volver a su país. Se conocen, se respetan, se tienen afecto. El escritor ha decidido ponerse a trabajar en sus cuadernos para publicar un diario y Di Tella acompañará entonces ese proceso de selección. En cierta forma, 327 cuadernos es el sofisticado making off del Diario de Emilio Renzi. Años de formación (y de los dos tomos que faltan publicarse), pero no solamente eso, porque en verdad lo que aquí sucede finalmente estriba en una forma de transcripción de las experiencias articuladas en el lenguaje por un escritor en imágenes y sonidos matizados por la mirada de un cineasta. En otras palabras: la literatura en contrapunto con el cine en tanto indagación sobre la identidad. Se trata entonces de filmar la organización discursiva de la sensibilidad de un exquisito, y Di Tella encontrará la forma exacta.
Tras los fragmentos leídos habrá que ir a buscar otros fragmentos visuales que dialoguen con estos. En ocasiones, la secuencia visual entra en consonancia simbólica con el relato. Por ejemplo: Piglia lee unas notas sobre una militante del ERP que se escondió en su casa. Di Tella acompaña la lectura con un material de archivo que evoca ese tiempo y una acción específica del grupo político aludido. Una evidencia del registro: los eventos históricos constituyen al escritor. En efecto, el derrocamiento de Perón en el ’55, el regreso de este en el ’73 y la muerte del Che son signos externos que determinaron al escritor. Para cada caso habrá imágenes de archivo pertinentes, que refuerzan sin duplicar lo dicho antes, durante o después por Piglia. A veces, Di Tella utiliza imágenes de su autoría. Los atildados planos nebulosos de la ruta 2, cuando Piglia recuerda la mudanza forzosa en 1955 de Adrogué a Mar del Plata, son una prueba de la poética del cineasta.
El otro procedimiento responde a un sistema de asociación poético-visual, que opera como un idea y vuelta respecto de lo leído y dicho por Piglia. Algún concepto del escritor tiene un correlato en ciertas imágenes misteriosas, a veces provenientes de archivo, otras filmadas por el director: un camión pasa por el abdomen de un Hércules criollo; algunos perros caen en paracaídas en la Antártida; escenas familiares anónimas se repiten en distintos momentos. La mayor eficacia semántica se constata hacia la mitad de la película, cuando el propio Piglia cruza por un túnel oscuro en el que las cañerías no pueden contener el agua que pasa por los caños. Ese conjunto de imágenes forman una polifonía visual y sonora de los trabajos de la memoria.
Sucede que la memoria es una pieza oscura de la conciencia, que la escritura pretende iluminar sin vencer del todo al olvido, o sin saber por qué un evento se recuerda y resultará más relevante que otro. Un recuerdo lleva a una asociación inesperada, y así sucesivamente. En un pasaje, Piglia se dará cuenta de que una acción lleva a otra y descubre por consiguiente que su destino, como el de los otros, es pura contingencia. Tal clarividencia está implícita en la lógica del montaje durante todo el filme. Es que la identidad como tal es un montaje, acaso un sistema de asociaciones más o menos lógico. Pero la revisión del diario dará como resultado la vida que fue y sigue siendo, una vida que fue la posible, finalmente. Podría haber sido otra, de eso no habrá dudas.
Para el bien de muchos, Piglia fue y es Piglia: escribió, publicó, enseñó y aún sigue en pie. Para el bien de muchos, también, Di Tella fue quien estuvo en el momento justo para filmarlo cuando él sintió que su tiempo le exigía una nueva perspectiva de sí mismo. Es por eso que somos dichosos: en este filme hermoso y breve se destila amablemente una experiencia posible de hacer con la literatura: la de la elección de una vida.
Esta crítica fue publicada en otra versión en el suplemento Ciudad X del diario La voz del interior en el mes de octubre 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
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