50 PRIMAVERAS / AURORE

50 PRIMAVERAS / AURORE

por - Críticas
15 Oct, 2017 07:25 | Sin comentarios
He aquí la veta inspiracional en el cine francés. En esta ocasión todo se subscribe a un drama de madurez desarrollado en las coordenadas de la superstición burguesa del verdadero amor.

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

EL AJUSTE

50 primaveras / Aurore, Francia, 2017

Dirigida por Blandine Lenoir. Escrita por Jean-Luc Gaget, B. Lenoir y Océane Michel.

*Tiene un rasgo redimible

La simpática Agnès Joui, aquí solamente como actriz, sostiene este drama bastante cerca de ser un film terapéutico e inspiracional para mujeres maduras. 

La insistencia sobre el cine como un espejo de la sociedad, inevitable para el (re)conocimiento, goza de una legitimidad sorprendente. La desmedida metáfora insinúa que la realidad resplandece en toda representación cinematográfica; de ser así, hay películas que devuelven una imagen nítida, otras borrosa y algunas arcana. El género costumbrista refuerza y recobra una versión ideal del yo y los otros, a veces amenazada; la función de esas películas es desarrollar una idea de ajuste. Frente a la eventual descomposición del orden de las cosas, siempre se encontrará una solución.

50 primaveras es puro costumbrismo con acento francés (no parisino). A sus 50 años, una mujer llamada Aurora, a punto de ser abuela, lidiando con las primeras fases de la menopausia y en búsqueda de empleo, tendrá una segunda oportunidad en el amor. Azarosamente, se reencontrará con el primer hombre importante de su vida, y quizás reanuden la pretérita pasión que les prodigó la juventud, cuando la vida prometía dulzuras y libertades infinitas. Que el personaje interpretado por Agnès Jaoui recuerde con nostalgia la era en la que el musical Hair definía su posición en el mundo es un indicio preciso de lo que se cree defender, pero no transitar.

Que toda la tensión dramática de 50 primaveras recaiga en el éxito o no de la relación amorosa de Aurora es la operación más evidente de un costumbrismo cuya máxima ambición reside en el fulgurante mito del amor romántico. La desazón y el rancio conformismo que se desprenden de una vida delineada bajo el yugo de la supervivencia y el bienestar económico solamente pueden ser superados por la aventura del corazón, algo que el film se encargará de democratizar hasta los años de la inexorable vejez. En este lustroso espejo de Blandine Lenoir la imagen es única e irrefutable, y no admite controversia: el hallazgo de un buen compañero basta para dar sentido a todo.

El costumbrismo no es otra cosa que un ajuste entre lo que se quiere y lo que se puede, o entre la oportunidad y la oferta. En ese orden todos pueden acomodarse, disfrutar del ornamento y seguir las reglas con elegancia. Así también está filmada 50 primaveras: los planos ilustran una ilusión, el relato rubrica su filosofía de medio pelo y las secuencias de mayor riesgo se circunscriben a sueños demasiado domesticados por un imaginario libertario de ama de casa según el cual una mujer solamente puede ser madre, abuela o amante.

Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de octubre de 2017

Roger Koza / Copyleft 2017