8MCI LC: PRIMERA SEMANA
BELGRANO 470, SALA LUIS BERTI, LA CUMBRE
MARTES 3
21.15hs: Ceremonia de apertura
Las acacias, de Pablo Giorgelli, Argentina-España, 2011
85’ / ATP
Cortometraje: Secundario (11’), de Mariano Luque, Argentina, 2010
Ambos directores estarán presentes en la función
El plano inicial es imponente. En un contrapicado virtuoso se ve un bosque majestuoso. De allí sale la madera que el protagonista, Rubén, un camionero que recorre el país, tendrá que llevar desde Paraguay hasta Buenos Aires. Por pedido de un amigo, en este viaje, a contramano de sus costumbres, llevará a una mujer llamada Jacinta y a su hija de ocho meses, Anahí. En un principio será una travesía silenciosa, pues la soledad y la parquedad constituyen el carácter de Rubén, que tiene un hijo mayor en Mendoza al que no ve y una hermana a la que le dejará un regalo en una de las paradas de su itinerario, pero ante la pregunta de si tiene familia responde que no. Lo que en un principio parece una road-movie de Lisandro Alonso matizada por un humanismo cándido que remite al cine de Sorín termina siendo una película amable y cuidadosa sobre un posible romance entre un hombre adulto y una madre soltera oriunda de Paraguay. Giorgelli debe haber trabajado mucho en el registro y en los tiempos del montaje. Se trata de un film de gestos mínimos en donde una bebé de meses, a través de sus expresiones y berrinches, va conquistando a un hombre curtido y cansado. Formalmente impecable, Giorgelli, con planos fijos desprovistos de música y piruetas estéticas, cimienta en su austeridad y precisión narrativa una mutación sentimental discreta pero extraordinaria de sus personajes: un hombre, una mujer y una criatura bastan para hacer una gran película. En este sentido, fue lógico que se llevara la Cámara de Oro en Cannes y los premios que vinieron después. (Roger Koza)
23.45hs: Planos y pentagramas
Los hombres que gritan, de Mika Ronkainen, Finlandia-Dinamarca, 2003
76’ / ATP
Cortometraje: La nota desafinada (10’), de Raoul Servais, Bélgica, 1963 (Servais en foco)
Los planos generalísimos que abren la película de Ronkainen sobre el famoso grupo musical “Screaming Men”, coro de hombres vestidos de traje negro al mejor estilo Armani que sin esa vestimenta bien podrían ser identificados como vikingos, punks y motoqueros, anuncian una aproximación hiperbólica a un fenómeno cultural menor pero sorprendente, en un retrato ligeramente sociológico (véanse los inserts de otros films como breves apuntes históricos y sociales destinados a contextualizar la agenda secreta de esta empresa). Un barco rompehielos atraviesa la blancura acuática congelada en algún lugar perdido del Polo Norte y unos hombres caminan en fila como pingüinos con el propósito de cantar. Más que cantar gritan, pero un sentido musical inteligente ordena los aullidos, rugidos y bramidos de los intérpretes. A veces gritan cuentos infantiles, en ocasiones textos jurídicos o mitos, aunque la predilección pasa por varios himnos nacionales, excepto el de Islandia: en ciertas culturas, con la patria no se jode. El discreto sentido provocador de la agrupación que dirige Petri Sirviö, en algún sentido el protagonista excluyente, que compone y arregla este heterodoxo género musical, tan posmoderno como tribal, se adivina cada tanto, pero para estos cantantes “primitivos” gritar no sólo es un pasatiempo lúdico sino una terapia elemental; el film sugiere un cierto hastío generacional y nacional, que la propuesta consigue conjurar sin precipitar una conciencia de esto. Ronkainen sigue al grupo durante una gira mundial que incluye una escala en Japón, uno de los pasajes más cómicos de la película, aunque ver las reacciones de algunos franceses ante la versión de la “Marsellesa” de Sirviö y los suyos resulta cómicamente insuperable. (RK)
MIÉRCOLES 4
15.00hs: Planos y pentagramas
De la noche a la mañana, de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet, Francia-Alemania, 1997
59’ / ATP
Cortometraje: Valparaíso (27’), de Joris Ivens, Chile-Francia, 1965 (Ivens en foco)
El inicio del film de los Staub es inequívoco: un travelling que va desde una orquesta afinando sus instrumentos, quizá preparándose para una velada, a las butacas vacías de una sala para volver sobre la orquesta; estamos en un teatro. Segundo plano: un enigmático graffiti que dice “¿Dónde yace vuestra sonrisa escondida?”, la premonición fílmica de lo que Pedro Costa casi una década después mostrará al mundo sobre los Straub: trabajar, trabajar, trabajar. Tercer plano: una pareja, de gala, entra a una suerte de living de los 60’; parece el inicio de un policial negro o de una comedia de enredos. Pero no, es una ópera. Despojando al escenario teatral de los consabidos tres muros, desarmando el espacio teatral donde siempre vemos “todo” lo que ocurre, recurriendo al encuadre selectivo de lo que se desarrolla sobre aquel escenario, los Straub (re)convierten la puesta en escena teatral de una ópera en una puesta en escena cinematográfica de esa misma ópera. Utilizando sutiles planos-contraplanos en los diálogos, los fuera de campo cuando los personajes se retiran del escenario (para cambiarse de vestido, por ejemplo), fijando la cámara en el rostro de uno de ellos mientras el texto discurre a través del otro, primeros planos para resaltar no sólo la gestualidad de los actores sino también la importancia dramática o no de sus monólogos, y hasta profundidad de campo en una secuencia sobre una charla telefónica. Lo importante aquí es la utilización de los recursos específicos del cine no ya para “adaptar” una obra, no ya para filmarla tal como transcurre arriba del escenario, sino para transformarla en una película. No es magia o alquimia o genio lo que vemos: es tan sólo conocimiento, trabajo e imaginación. (Fernando Pujato)
17.00hs: Mi primera película
La vida de Jesús, de Bruno Dumont, Francia, 1997
96’ / +18
Cortometraje: Astrónomos de mi barrio (11’), de Patricio Guzmán, Chile-Francia, 2010 (Guzmán en foco)
La ópera prima de Bruno Dumont contiene en algún sentido las películas que el realizador galo hizo desde entonces: la (in)transcendencia del mundo, la enajenación rural, la intolerancia religiosa y social, el sexo como expresión elemental y ocasionalmente satisfactoria de la especie y un interés sostenido pero difuso por la experiencia religiosa en clave materialista. Probablemente su mejor film después de Fuera Satanás (2011), La vida de Jesús nada tiene que ver con el fundador del cristianismo, excepto por una alusión fugaz a la resurrección en un cuadro de un hospital y tal vez por la piedad que transmite la cámara por su criatura protagónica, Freddy, un joven epiléptico sin trabajo y apenas alfabetizado, que vive con su madre en Bailleul, al norte de Francia. La cotidianidad monótona rural solamente parece neutralizarse andando a gran velocidad en una moto y teniendo sexo. Freddy, en sus propios términos, ama a Marie, y Dumont no deja de sugerirlo en reiteradas ocasiones, a pesar de que Freddy pueda llegar a matar a un joven árabe y toquetear con sus amigos a una colegiala. El actor no profesional David Douche es en sí una presencia, y el formidable plano sobre su rostro al final del film excede la lógica del relato. Dumont ofrece aquí una pintura del nihilismo contemporáneo pero su punto de vista no es nihilista, y menos aún su aproximación a sus personajes modélicos, donde el respeto y la ternura son ostensibles. Es notable cómo el director consigue “tocar” el espacio viviente de sus personajes: el tono grisáceo del cielo rural, las calles sin árboles, la arquitectura serial y austera, la hierba de las afueras del pueblo son los otros protagonistas de este debut sobresaliente. (RK)
19.15hs: Horizontes contemporáneos
Singularidades de una chica rubia, de Manoel de Oliveira, Portugal-España-Francia, 2009
61’ / ATP
Cortometraje: Para el mistral (30’), de Joris Ivens, Francia, 1966 (Ivens en foco)
“Lo que no se puede contar a un amigo o a una esposa, se lo puede contar a un desconocido”. Esto es lo que piensa Macário mientras viaja en tren, y efectivizará su pensamiento minutos después con la pasajera que tiene al lado. El relato en cuestión será la película, una historia de amor fallida entre él y una rubia bellísima y muy joven que verá por primera vez desde la ventana de su trabajo. No será la última vez que veremos a su confidente, pues la puesta en abismo articula el relato y no sólo habrá un par de flashbacks entre quien relata y el relato en sí sino también una visita a una casa dedicada a Eça de Queiroz, autor de la pieza aquí adaptada, y un homenaje a Fernando Pessoa (referencia constante en la obra de De Oliveira), citado y leído por el gran Luís Miguel Cintra: “Existir claramente, y saber hacerlo sin pensar en ello”, frase que pertenece a “El cuidador de rebaños” y que tácitamente alude al comportamiento del amante alicaído. La sencillez de la historia, un joven contador que pierde injustamente su trabajo y busca la forma de garantizar seguridad económica a su enamorada sin lograrlo del todo, hasta que su tío y previo empleador acepta la decisión del sobrino de casarse, se combina perfectamente con la magistral puesta en escena: el extraordinario uso de la profundidad de campo en varias escenas (como en varias ocasiones sucede con las miradas entre los enamorados desde las ventanas, o como se elige mostrar y vincular el recitado de Pessoa con el devenir del relato entre los personajes, durante una reunión social aristocrática), el contrapunto entre las convenciones y conductas de un cuento moral decimonónico y la contemporaneidad política aludida en algunas ocasiones y la inteligencia del director de 104 años para transmitir a través de planos generales de Lisboa y sus calles y monumentos la Historia (y la civilización) contenida en los ladrillos y el espacio público. (RK)
21.15hs: Guzmán en foco
Nostalgia de la luz, de Patricio Guzmán, Chile-Francia-Alemania, 2010
90’ / ATP
Cortometraje: Próximo (9’), de Barry Purves, Reino Unido, 1989 (Purves en foco)
Este ensayo cosmológico y político sobre la memoria y la dignidad humana en clave materialista empieza con unos magníficos planos fijos sobre unos telescopios monumentales en el desierto de Atacama. Allí, varios científicos de todo el mundo intentar leer el pasado del cosmos. Es un lugar ideal, un súper wifi estelar capaz de sintonizar con las memorias del universo. ¿Arqueología cosmológica? Se trata de entender el pasado físico del mundo, interrogar la materia difuminada como recuerdo. Guzmán confiesa su pasión por la astronomía, un hobby interrumpido por un cambio histórico en las coordenadas sociopolíticas del mundo y de Chile. Después de los ’60, la contemplación cósmica quedó diluida en el pretérito mundo de las inquietudes infantiles, pues la naturaleza del mundo en aquel entonces había mutado para siempre: el discreto sosiego de un orden social sin conflictos (“los políticos caminaban sin guardaespaldas”) había sido reemplazado por un viento revolucionario, un fenómeno sociológico más que geológico y cosmológico; nacía otra conciencia política, sugiere la voz en off del propio director. La historia es conocida: después del 73, Pinochet instauró un nuevo orden, y con él se impuso un modo de concebir la historia y un modo de invocarla. Nostalgia de la luz es simplemente una deconstrucción de ese régimen de evocación y conmemoración instituido en tiempos de un dictador cuyos efectos persisten en el presente. La tesis de Guzmán se enuncia después de recoger evidencia: quienes tienen memoria pueden vivir en el tenue presente, quienes no la tienen se condenan a vivir en ningún lado. El lazo entre geología y cosmología por un lado y la historia política por el otro está dado por el espacio físico elegido para embestir la memoria colectiva de un pueblo. El desierto de Atacama, visto aquí tanto desde un plano cenital como en primerísimo plano, es una zona ideal para la investigación científica de los cielos, pero allí también, nos informa Guzmán, existió un campo de concentración. (RK)
23.15hs: Horizontes contemporáneos
Los fuegos artificiales del miércoles, de Asghar Farhadi, Irán, 2007
101’ / +13
Cortometraje: Mariposas nocturnas (8’), de Raoul Servais, Bélgica, 1998 (Servais en foco)
La tercera película de Farhadi es un estudio sensible e inteligente sobre los celos y el adulterio en el seno de una familia de clase media en Teherán, aunque indirectamente también se trata de un film sobre la interacción de clase, aquí entre una joven doméstica y un matrimonio en crisis. Farhadi es meticuloso en los detalles: el sonido anticipa una amenaza, y la fluidez de sus planos secuencia le imprime a la película un ritmo que se combina con la ansiedad de uno de los protagonistas. Universal por su temática y singular por su tratamiento, Los fuegos artificiales del miércoles trabaja sobre el espacio como un ente dramático: el departamento del matrimonio parece una metáfora del vínculo; los pasajes que transcurren en las calles, en plenas festividades, subrayan la algarabía colectiva de una sociedad. Farhadi es un exponente del nuevo cine iraní que nada le debe ni a Kiarostami ni a Majid Majidi, dos figuras emblemáticas del cine persa contemporáneo; su elegante puesta en escena induce a pensar que se está ante un realizador cuyo techo es todavía impredecible. (RK)
Jueves 5
14.15hs: Clásicos para un canon
Metrópolis, de Fritz Lang, Alemania, 1927
124’ / +13
La épica silente de Fritz Lang de 1927 sobre la lucha de clases en una ciudad del siglo XXI todavía cuenta con muchos adeptos, pero nunca ha sido la favorita de los críticos. Esta versión de 124 minutos es la más extensa desde la estrenada en Alemania, y el discreto uso de intertítulos para llenar algunos espacios le da más coherencia a la película. La restauración clarifica las relaciones entre el héroe (Gustav Fröhlich), su difunta madre, que murió al darle a luz, su padre, el soberano de Metrópolis (Alfred Abel), y el amargado rival romántico del padre (Rudolf Klein-Rogge), un inventor que ha creado un robot con la imagen de la madre. Después, el robot también personificará a la enamorada del héroe (Brigitte Helm), una predicadora radical que ayuda a organizarse a los trabajadores explotados de la ciudad. La película se ve fabulosa, y el agregado de la banda de sonido original de Gottfried Huppertz resulta muy valioso. (Jonathan Rosenbaum)
17.00hs: Ivens en foco
Paralelo 17: La guerra del pueblo, de Joris Ivens, Francia-Vietnam, 1968
113’ / +13
Cortometraje: Principio (10’), de Artavazd Peleshyan, Rusia, 1967 (Peleshyan en foco)
El título hace referencia a la línea divisoria entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur, y esta película de 1968 del gran documentalista Joris Ivens es una oportunidad para pasar un par de horas con algunos de los pobladores y soldados que bombardeamos hasta el cansancio en aquel entonces. Ivens, junto con su compañera y colaboradora Marceline Loridan, vivieron entre los vietnamitas durante dos meses, esquivando nuestras municiones y filmando lo que podían. En contraste con los colores profusos y la música rock con sonido Dolby de Apocalypse Now Redux (que fue rodada en Las Filipinas), ésta es en blanco negro, de textura granulosa y sonido sincronizado, por lo que posee todas las ventajas y desventajas de lo real. La película muestra los refugios contra bombas bajo tierra: cuando son construidos, bombardeados, reparados y utilizados; algunas secuencias allí registradas son de una belleza inesperada. Al finalizar la película tal vez haya conocido algunas cosas sobre esta comunidad: el juego de cartas de los niños, el trabajo en el campo y varios tipos de preparación (práctica e ideológica) para los bombardeos aéreos. Eche una mirada sobre lo que hemos hecho, si se atreve. (JR)
19.15hs: Horizontes contemporáneos
La boca del lobo, de Pietro Marcello, Italia-Francia, 2009
76’ / +13
Cortometraje: Aquiles (11’), de Barry Purves, Reino Unido, 1995 (Purves en foco)
“El universo de la pantalla no puede yuxtaponerse al nuestro; lo sustituye necesariamente ya que el concepto mismo del universo es espacialmente exclusivo. Durante cierto tiempo, el film es el Universo, el Mundo o, si se quiere, la Naturaleza”. Y no agregaría más a lo que dice Bazin, pero… Salvo el final del film, cuando esa poética voz en off “explica” lo que se ha visto, incluso dándole un sentido –el del director, el del guionista, el del productor, el de cualquiera–, todo lo anterior es absolutamente fascinante. Y esta fascinación proviene, en parte, de no saber ante qué clase de objeto estamos. ¿Es un documental acerca de los “modernos” habitantes de las cavernas? ¿Es una ficción construida a partir de un trabajo documental? ¿Es acerca del tiempo, de cómo se puede jugar con él? ¿Enzo visita a María en la iglesia porque está muerta? ¿La entrevista a los dos personajes es antes o después de lo que se nos cuenta, o está pautada, arreglada, formateada? Hay imágenes que son, claramente, de archivo, pero otras podrían no serlo, podrían ser una elaboración de Marcello: las del barrio de travestis, las del puerto, las de toda esa gente que habita en esas “cavernas”. Y todo esto no importa, no importa saber si son actores o no, si es una película por encargo, si mientras estaba rodando un film de ciencia ficción descubrió ese mundo y se dijo: “¿Por qué no hacer un film sobre la esperanza de los que ya no la tienen, los sin futuro, los que han perdido lo único que tenían, su libertad, y siguen empeñados en permanecer en este mundo, pese a todo y, tal vez, contra todo; y registrarlo sin nostalgia, sin el sempiterno rescate de los desposeídos, sin ese discurso tan burgués de que los marginados desde siempre (y los niños y los locos) tiene la clave del vivir; y entonces pongo en la pantalla lo atroz de ese vivir en esa Génova histórica, casi retrofuturista, y mezclo imágenes y registros y desarmo cualquier pretensión de lo que sea…”? (FP)
21.15hs: Horizontes contemporáneos
Estómago, de Marcos Jorge, Brasil, 2007
113’ / +16
Cortometraje: Alumbramiento (11’), de Víctor Erice, España, 2002
Que un film sobre cocina empiece con un discurso y termine con un culo denota coherencia, pues se trata de la travesía literal y natural de cualquier alimento, aunque aquí el viaje nutricional es conscientemente simbólico y político: este film divertido y sorpresivo, este relato gastronómico y carcelario alude directamente al poder como un sistema digestivo. Raimundo Nonato (el genial João Miguel) es oriundo de la zona rural del norte de Brasil. En una metrópolis imprecisa del sur aprenderá el oficio gastronómico. Su aprendizaje dietético es proporcional a su educación “cívica”: el amoroso Nonato es también “Nonato Navaja”. ¿Acaba de salir de la cárcel o por algún motivo se convirtió en el cocinero oficial de unos reos, compañeros de celda? Jorge se las ingenia para despistar desde un inicio (gracias a un inteligente uso del flashback) y develar el secreto de la trama casi llegando al final (a través de un plano secuencia formidable). Nonato amará a una prostituta y refinará su sensibilidad culinaria, pero Estómago –un título cuya visceralidad poco sugiere el encantamiento y seducción de los films gourmet típicos (a pesar de no traicionar al género, ya que se puede palpar el placer de las buenas comidas y el famoso arte culinario)– posee una agenda precisa que reenvía al film a un universo mayor que el legítimo pero limitado territorio de los chefs. La innecesaria musicalización y algunas decisiones de puesta en escena, tal vez cuestionables, no llegan a minimizar el núcleo de una película sólida en la construcción de un mundo y pertinente en su crítica social. (RK)
23.30hs: Horizontes contemporáneos
Turistas, de Alicia Scherson, Chile, 2009
104’ / ATP
Cortometraje: Goldframe (5’), de Raoul Servais, Bélgica, 1969 (Servais en foco)
La segunda película de la realizadora más interesante del cine chileno contemporáneo, Alicia Scherson, es una gentil e inteligente meditación sobre la contingencia de la identidad. Carla, una mujer de 37 años, bioquímica, que acaba de decidir aplazar su potencial maternidad, tras discutir civilizadamente con su marido, habrá de reconsiderar el conjunto de variables que constituyen su vida. En efecto, en vez de empezar sus vacaciones con él emprenderá un viaje personal. Así, la mirada de una langosta anticipa su deriva, y después de una introducción secretamente formidable Turistas (cuyo título más que fijar la posición de sus protagonistas en un espacio desconocido indica una posición de ellos mismos respecto de quiénes son) se convierte en una comedia heterodoxa en la que Carla, un misterioso y simpático joven noruego y un ex músico popular devenido en guardaparque (y algunos otros personajes pintorescos) interactúan entre sí y con la naturaleza prístina del parque nacional, lo que le permite a la directora sugerir algunas lecturas menos evidentes de lo que el film revela a una mirada desatenta. La inquietud por la vida de los insectos es una constante, y funciona como un contrapunto biológico de los sentimientos más íntimos de la protagonista. Son primeros planos que no cumplen una función naturalista ni decorativa, sino más bien de representación psíquica, de lo que se predica una intuición filosófica: un lugar específico recontextualiza la identidad y el espacio de la intimidad (de allí que la futura ruta en construcción cercana al parque le preocupe instintivamente a Carla). Turistas, además, involucra sonoramente a quien mira, y por sus sonidos facilita una experiencia “musical” de un ecosistema. (RK)
¡Impresionante! Da para internarse en el Berti 🙂 ¡Feliz comienzo!