EL FUTURO ES HOY: 318 PALABRAS LIGERAMENTE A FAVOR DE TRANSFORMERS 4: LA ERA DE LA EXTINCIÓN
Por Roger Koza
En un viejo texto publicado en Film Comment, el lúcido crítico Kent Jones decía del cine de Michael Bay: “Su despiadada aproximación maximalista al oficio de hacer películas tiene poco que ver con la destrucción de una preciada idea sobre el cine y mucho con la construcción de una idea enteramente nueva de él”. El enunciado sirve para pensar qué es Transformers 4: la era de la extinción.
El preámbulo de Transformers 4 propone otra hipótesis acerca de la extinción masiva del Cretácico-Terciario, fenómeno planetario que tuvo lugar 65 millones de años atrás: los dinosaurios dejaron de existir debido a una intervención alienígena comandada por los famosos robots. ¿Es esta la extinción a la que alude el título? ¿O la desaparición de Chicago? En el inicio, el inventor interpretado por Mark Whalberg visita un viejo cine destruido, en el que se puede ver un viejo póster de El Dorado, un western tardío de Howard Hawks.
En otra escena clave del filme, el personaje que encarna Stanley Tucci, un científico entregado al poder económico que recuperará su responsabilidad ética frente a su saber en el epílogo, dice: “El pasado es historia. El presente es pasado. El futuro es hoy”. Esta declaración, sumada al pasaje que tiene lugar en el cine, sugieren una vía de interpretación sobre qué es la película de Bay: un amoroso intento (fallido aunque honesto) de superación dialéctica donde el cine clásico sobrevive homeopáticamente en un nuevo cine desvinculado casi por completo del registro de lo real. Los autobots son criaturas digitales, pero el modelo de interacción entre ellos que muestra la película remite al universo del western.
Bay, además, no renuncia a la elegancia: los contrapicados sobre los edificios de Hong Kong y la maravillosa mutación material de los robots son placeres visuales de una película que dista bastante de ser solamente una orgía óptica en 3D. Esto es cine del futuro, cine de hoy.
Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de julio 2014
Roger Koza / Copyleft 2014
No vi ninguna de Transformers, salvo haciendo zapping, porque es una saga que reune todo lo que detesto, tanto en particular (los robots desangelados, entre ellos Michael Bay) como en general (el gigantismo, la primacia del efecto, etc). Todo lo que me hace apreciar, en cambio, la nueva saga de «El planeta de los simios»: con todos sus defectos, ahí sí veo «un amoroso intento de superación dialéctica donde el cine clásico sobrevive homeopáticamente en un nuevo cine desvinculado casi por completo del registro de lo real». Diría que por primera vez acepto la «(r)revolución» digital, aunque claramente sea la excrepción a la regla y todo esté perdido: el futuro le pertenece a los robots, no a los homo sapiens.
Querido Nico: no vi ninguna de las Transformers precedentes porque me pasa lo mismo que a vos: no me interesa(ba) ni los robots, ni Bay. Detesto profundamente Pearl Harbour, entre otras cosas. A diferencia de Jones y otros, no puedo asumir una idea de autor vulgar en él, o, en todo caso, no es un autor (muy) vulgar que me interese. Si hay algo que no tengo en mi mirada sobre cine es una actitud acrítica sobre los tanques de Hollywood. Pero creo que en esta T4 pasa algo. La primera entrega de El planeta de los simios me pareció fascinante, ejemplar. Esta segunda, querido amigo, me parece una difusa remake de El rey león. Excepto el inicio y una escena en el final, el resto es todo mecánico y filosóficamente nulo. Se ha perdido una oportunidad. Y tenía muchas expectativas: Clooverfield, como a vos, de Reeves, me había impresionado muy bien. En el primitivismo del fin de Bay hay algo que sí me interesó: los modos de transformación de la materia. Por otro lado, hay un intento de pensar la relacione entre el cine de carne y hueso y el cine digital. Es algo en el medio de nada.
De más está decir que este cine no me interesa en lo más mínimo. Aún así, no veo, a pesar de mis prejuicios y mis juicios, no hacerme cargo de lo que veo. Si de pronto en esto he visto algo distinto prefiero ser amigo de la verdad y decirlo. Lo más fácil es sumarse a la corriente y dictar que T4 es una mierda. Y yo no soy un crítico que se define en torno a estar en contra del consenso.
Abrazo.
RK
Espero tu crítica de la nueva «El planeta de los simios»: a mi me parece valiosa en el contexto de una cartelera de blockbusters que solo apelan a emociones primitivas. Ahí, en cambio, veo al menos una «política explicada a los niños» (así como yo aprendí algo viendo la saga en los 70…). Y más allá de eso, creo que hay un uso del mundo digital a años luz de, por ejemplo, la huevada new age de «Avatar»: es como si en su hiperrrealismo simiesco hubiera un intento de mediación con lo real sin renegar del materialismo (histórico incluso, je). De eso trata la película finalmente: de expecies que pueden convivir, aunque ya sepamos como termina la película y su lucha de clases… Tal vez debería escribir un poco sobre todo esto, pero para eso tendría que ver la de Bay y no se si pueda soportarlo (por todo lo antedicho, aunque esta nota tuya me da curiosidad). Nunca entendí esa idea posmo del «autorismo vulgar»: no veo que tiene de nuevo, salvo el querer enaltecer a los que antes solo eran considerados como malos autores… menos cuando son exitosos.
Abrazo.
Justamente el tema del Vulgar auteurism es que se trata de una doble depreciación de la ya depreciada política de los autores vía la teoría del autor.
La primera de esta nueva saga de El planeta de los simios responde a lo que vos decís enteramente. Pero esta segunda, sinceramente, no me parece. Es probable que escriba sobre el film.
Sobre El planeta de los simios: confrontación:
1. El uso del 3D es notable en la medida que el film profundiza hacia adentro y no hacia afuera. La realidad anabólica del 3D, o la musculatura de lo real hinchado hacia afuera de la pantalla es sustituida con mucha eficacia por una forma precisa de hiperrealismo.
2. Existe un choque mayor, más importante que el choque de tribus contra tribus y de divisiones entre tribus, que es el de la música melosa respecto del hiperrealismo de las imágenes. Si hubiera dejado todo sin música, por ejemplo, la escena de la gasolinería sería extraordinaria.
3. Hubiera sido fascinante que Reeves explorara una forma de lucha en la que los monos no pasen a las armas. Es como si hubiera evitado la propia evolución de los monos en cuanto sus formas de fabricar herramientas de combate.
4. Las motivaciones del filme más que política terminan siendo psicológicas: la envidia y la fraternidad entre especies. La lucha de las especies no remite tanto a una lucha de clases sino más bien a una grado cero de la confrontación entre barbarie y civilización.
5. Tres escenas son buenas: el inicio, cuando vemos a los monos en la selva. El saludo final entre César y el héroe blanco. Y la secuencia en la que el mono se hace el mono, aunque el final de la escena tiene una impronta tarantinesca.
6. Insisto con el Rey León. Koba (Stalin) es Scar. César, el rey León. Y el hijo de César es Simba. No hay por ahora rastros de Hakuna Matata. El hedonismo imbécil no llegó, pero el ciclo de la vida está por empezar.
Abrazo.
Denle tiempo, muchachos… un par de generaciones y los Críticos van a estar hablando de Teletubbies. Hay algo allí…
Edgar: tu comentario irónico solamente provoca el placer de la autosatisfacción del desprecio del que cree tener una verdad en sus labios y por ende cree estar habilitado a decir lo que tenga ganas porque lo habilita un poder superior. La metafísica es así: falsamente compasiva, agresiva en su fervor por rectificar al que camina por otra vía.
Mi interés por T4 es nulo. Fui a verla por obligación laboral. Pero a pesar de mis prejuicios pude ver una película y hacer el intento de entender qué era todo ese universo que me resultaba enteramente ajeno. Como prefiero pensar más que reaccionar encontré ciertas cosas que me interesaron. La transformación de la materia, por ejemplo, mucho más simpática y estética que las maniobras a dos manos del hechicero Sai Baba, por ejemplo.
Nada más.
RK
Roger: estoy habilitado a decir lo que tengo ganas, no por un poder superior, que de metafísico me queda realmente poco, sino por mis propias convicciones, las cuales por momentos chocan con las tuyas. Eso es todo. Supuse, equivocadamente, que la ironía nos haría sonreír a los dos. Pero me quedo en orsay. Lo lamento, que te puedo decir.
Que la ironía nunca es humor.
Puede serlo y puede que no. Entre amigos funciona muy bien. La compasión, por otra parte, no implica necesariamente respetar el camino del otro. A veces es lo contrario.
Puede ser, puede ser.
…el placer de la autosatisfacción del desprecio del que cree tener una verdad en sus labios y por ende cree estar habilitado a decir lo que tenga ganas porque lo habilita un poder superior…
¿estas proyectando koza?
«¿Estás proyectando Koza?» No. Creo que no. ¿Le gustaría verlo así? ¿Cree usted que es así? ¿Qué le lleva a decir que es así? ¿Qué argumento tiene usted? Nunca dejo de escribir con vehemencia, pero nunca me parece estar cerrado en mi posición. Y menos aún tengo deseo que el resto de los lectores concuerden conmigo. Sinceramente, puedo tener otros defectos como crítico y sujeto, pero no me veo participar en los que creen administrar la verdad para otros. Espero su respuesta, si es que su intervención fue sincera… ¿Lo fue? Aquí tampoco estoy proyectando. Saludos. RK
Roger, estoy de acuerdo en parte de lo que decís pero disiento en algunas cuestiones. Punto por punto:
1. Si, el uso del 3D es notable, pero incluso menos que el de la construcciún de un universo digital que también apunta al hiperrealismo. Hay una suerte de resistencia baziniana (con perdón), como la de Cuarón en «Gravedad» (incluso con sus contradicciones).
2. La omnipresente música es el precio que hay que pagaral mainstream (idem Cuarón): es imposible hacer una película de 100 palos verdes sin que le metan una oruesta. Igual tampoco es John Williams.
3. Hay varios problemas en cuanto a como rsuelve la «evolución», pero lo de fabricar herramientas sería inverosimil teniendo metras a mano. El mono de «2001» hubiera hecho lo mismo, si en vez de monolito le hubieran tirado un fal, je.
4. No me parece que las motivaciones psicológicas sustitiyan a las políticas: lo que se discute es la posibilidad o no de una convivencia pacífica, que es la base misma de la política. Y todavía estamos en los albores de la creación del estado simiesco, que hasta ahora solo tiene un mandato («simio no mata a simio»), que encima rompe en la que me parece la peor rsolución posible (o sea: la tipica y humana salida hollywoodense).
5. El saludo final entre César y el héroe blanco logra esa densidad final por como la película construye pacientemente esa identificación (política, mas que psicológica, aunque el tipo le recierde a su «padre»…)
6. No es una película de Disney, de ningún modo: en todo caso, la analogía con «El rey León» viene por el lado de Shakespare (y más de «Julio César» que de «Hamlet», aunque tampoco hay que buscar esas profundidades: con su lectura de Maquiavelo alcanza). No creo que veamos mucho hedonismo, aunque si es cierto que los lazos famiilares están en primer plano: pero me parece que con suerte la cosa irá más por el trasvase generacional (aunque pareceque hay César para rato…)
Querido Nico:
1. Sobre el 3D y el posbazinismo digital pienso muy parecido, aunque creo que Gravedad es todavía aún más (pos)baziniana. Las contradicciones son ontológicas, y será el problema teórico del futuro si es que queremos aún sostener una tradición baziniana, la que estoy dispuesto a defender en principio y por principios.
2. Es un precio muy alto porque produce una disyunción negativa entre imagen y sonido. En la de Cuarón se trataba de una intromisión que remitía más a un videojuego. En ésta la omnipresencia musical alude directamente a un drama familiar hollywoodense o a una animación. Creo que la presencia de Keri Russell es de por sí un subrayado mayor. Ella cumple con el paradigma y estereotipo de mujer amorosa universal estadounidense. Le veo un gran futuro en un film próximo de Terence Malick
3. Puede ser… la metralleta es una tentación.
4. «El simio no mata a simio»es la articulación mínima de una política. Espero con ansias ver cómo se introduce el tema del estado. Por ahora, seguimos en una zona en la que se gira sin mucha elegancia en torno a la hipótesis de una guerra de todos contra todos a lo Thomas Hobbes. Me gustaría pasar rápido del primer capítulo del Leviathan.
5. Estoy de acuerdo en este punto.
6. No es de Disney, pero la filosofía trágica está dando vueltas y creo que mi hipótesis del Rey León no está aún conjurada. Es bueno invocar a Shakespeare, pero me temo que aún estamos ante una fase evolutiva del film en el que éste todavía articula sus enunciados como Koba frente al falso reconocimiento de César. Sí, tenemos César para rato.
Abrazo.
RK
Para agregar a la discusión, un interesante artículo sobre la saga original de los simios, que entre monerías parece que metía mucha bajada de línea.
http://thequietus.com/articles/15808-planet-of-the-apes-movie-retrospective
abrazo
«Oh my God. I’m back. I’m home. All the time, it was… We finally really did it.
You Maniacs! You blew it up! Ah, damn you! God damn you all to hell!»
Charlton Heston