UNA MUERTE ESTREMECEDORA, Y UN MENSAJE GRATIFICANTE («AÚN APRENDIENDO…»)
Por Jonathan Rosenbaum
No puedo recordar la primera vez que conocí a Gil Pérez, pero la primera vez que me contacté con él, que debió haber sido a fines de los ’60, fue por la reimpresión de un ensayo notable que escribió sobre Murnau, publicado en Sight and Sound, para una antología que yo estaba editando titulada Film Masters, un libro que por diversas y complejas razones nunca fue publicado (aunque, si la memoria no me falla, dos veces alcanzó la prueba de galera). Me acuerdo que Gil todavía se dedicaba a la física teórica en Estados Unidos, aunque hacía relativamente poco tiempo que había llegado de la Habana. Y cuando finalmente nos encontramos en Nueva York estaba, probablemente, haciendo su transición académica hacia el cine y la teoría del cine (para más detalles ver la introducción de su magistral libro El fantasma material –“Las películas y la física”.) Años después, a principios de los ’80, fuimos vecinos en Hoboken, vivíamos a un par de cuadras de distancia, y ocasionalmente nos mantuvimos en contacto el resto de su vida, durante sus diversos trabajos en William Peterson, Princeton, Harvard, Missouri, y Sarah Lawrence donde permaneció más tiempo y estuvo a cargo del programa de Historia del cine.
Escritor metódico y lento, pero también prolífico, Gil escribía regularmente sobre cine en The Hudson Review, The Yale Review y en London Review of Books, y con menor frecuencia en revistas académicas y de cine, y muchas veces sentí envidia por la buena recepción que tenía en esas publicaciones y otras similares como The Nation, junto con la capacidad de no ceder en sus ideas como intelectual público de sensibilidad literaria. (Recuerdo que también escribió, al menos una o dos veces sobre ficción contemporánea.) Podría hacerse una sólida colección con esas publicaciones. También estaba trabajando en un segundo libro, un proyecto ambicioso sobre la retórica de las películas que había desarrollado durante varios años. La última vez que nos vimos fue el 5 de octubre, cuando vino a la proyección de The Sandwich Man (1983) en el marco de la retrospectiva de Hou Hsiao-hsien en el Museum of the Moving Image, y después nos fuimos en su auto a una cena larga y agradable con un par de amigos y luego me llevó al lugar donde me estaba quedando.
Se lo veía en perfecto estado de salud en aquel momento, por lo que fue muy impactante cuando me enteré, hace unas horas, de su muerte a causa de un inesperado infarto de corazón. Yo estaba volviendo de una función de prensa en Chicago de Adiós al lenguaje en 3D, de Godard. Anoche, volví de una visita corta a Manhattan, donde habría llamado a Gil, o intentado llamarlo si me hubiera quedado más tiempo. El sábado había estado en la reunión anual de la Sociedad Nacional de Críticos de Cine, donde me sentí encantado y sorprendido porque la película de Godard había sido votada para el primer premio, y estoy seguro de que Gil, uno de los defensores más elocuentes de Godard, también habría estado feliz.
Por las extrañas vueltas del destino, los mails que recibí sobre la muerte de Gil llegaron al mismo tiempo que la copia de agradecimiento personal de Godard a la Sociedad de Críticos, que reproduzco aquí. Recordando la defensa apasionada que Gil hace de la Nouvelle Vague en The Nation, me gustaría pensar que la gratitud de Godard también estaría dirigida a él. Ganó ciertamente la gratitud de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet por su texto “Cine Moderno: lecciones de historia de Straub y Huillet”, publicado en Artforum en octubre de 1978, y cuando reuní una colección de artículos sobre sus películas para la única retrospectiva estadounidense que se hizo hasta la fecha, en 1982, con la guía y sugerencias de Straub y Huillet, ese fue el artículo central de la publicación.
Todavía es muy pronto para estimar el inmenso valor de la obra de Gilberto Pérez, pero sin duda merece ser conocida. [1/7/15]
Posdata: Acabo de acceder a una bibliografía de Gil Pérez: no está actualizada, pero es extremadamente útil. [1/7/15]
Jonathan Rosenbaum / Copyright 2015
Versión al español de Luciana Borrini
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