CINEFILIA ONLINE (09): VARIEDADES DE VERANO
Por Roger Koza
A menos de dos semanas de que empiece el Festival Internacional de Rotterdam, el primer evento cinematográfico del año de importancia global, revisar Ostende (2011), la ópera prima de Laura Citarella, puede ser pertinente, ya que una de las tres películas argentinas que competirán en la famosa competencia denominada Tigers está dirigida por Citarella. En verdad, La mujer de los perros es una codirección, pues Verónica Llinás, la reconocida actriz y también hermana del cineasta Mariano Llinás (Historias extraordinarias), figura tanto en el elenco como también detrás de cámara.
Ostende pasó por el BAFICI, y después, como suele suceder con tantas películas argentinas valiosas, quedó relegada a la exhibición alternativa, que muchas veces condena a las películas a la inadvertencia. Por suerte, en plataformas como Cinemargentino, películas meritorias del reciente cine vernáculo se pueden recuperar y ver en una calidad óptima.
Como su título lo sugiere, el filme transcurre en ese balneario turístico cercano a Pinamar. De hecho, la llegada de la protagonista –una mujer joven que gana un concurso para pasar cuatro días en un hotel relativamente bueno– es al balneario dominante y más apto para pudientes. En taxi, llegará al pueblo vecino y a su hotel, pero ya en ese viaje breve, que parece de transición, se anticipa una estrategia: los tiempos de las escenas son consustanciales a los tiempos de observación del personaje.
Ostende remite directamente a La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock (y quizás en menor medida a Bajo la arena, una de las pocas películas verdaderamente buenas de François Ozon). Aquí no se trata del vecino como una otredad tan remota como cercana, sino de los desconocidos pasajeros de un hotel; no son muchos, pero alcanza para llamar la atención de la joven (una interpretación de matices imperceptibles por parte de Laura Paredes), que llega antes que su novio al hotel. Desde su habitación, lo pimero que hará es contemplar todos los movimientos que tienen lugar en la piscina. La relación que se establece entre los planos subjetivos generales, el rostro y el sonido (un verdadero protagonista a lo largo del filme) es notable. Misterio, placer y una preparación tan eficaz como escalonada del suspenso. Es que Ostende es un filme con asesinatos y con sexo en fuera de campo; también hay un relato delirante y lateral que involucra a varios servidores del Altísimo.
El nudo narrativo pasa por descifrar qué sucederá entre un hombre maduro y dos mujeres ostensiblemente más jóvenes, quienes se alojan en el hotel y colmarán la atención de la joven protagonista. Más allá de lo que suceda con este trío, Citarella se las ingenia para retener la resolución, acrecentar la tensión dramática e intensificar las condiciones ópticas y sonoras de su película, lo que constituye un placer autónomo. Los desenfoques, los reencuadres en el registro y la música concreta con los sonidos del mar son admirables. (Se puede ver aquí)
Ellos
Lisandro Alonso volvió con Jauja, una película arriesgada y voladera como pocas, cuya recepción en nuestro país fue ambivalente. Como se sabe, Alonso hizo un filme situado en otro tiempo, en plena Campaña del Desierto, es decir, un filme histórico. La esperadísima cuarta película de Lucrecia Martel todavía ni siquiera se rodó, pero su próxima adaptación de Zama, la novela histórica de Antonio Di Benedetto, está anclada en el siglo XVIII. Los dos han decidido explorar el pasado. Pero ¿cómo habían iniciado, a mediados de la década de 1990, sus respectivas carreras?
Dos en la vereda, de Alonso, es un evidente ejercicio de estilo. La predilección por el plano secuencia está presente de inicio a fin debido a que la duración del filme se corresponde con la duración de su única toma. La curiosidad de la película estriba en que es un film ciudadano en el que dos jóvenes simplemente escuchan rock, toman cerveza y hablan de chicas. Alonso nunca volvió a filmar la ciudad sino que siempre escapó de ésta en una búsqueda extrema en la que los hombres deben siempre confrontar con un grado cero de lo civilizatorio. (Se puede ver aquí)
Por su parte, Rey Muerto no tiene un ápice de ejercicio. Es notoria la seguridad de Martel para contar una historia sobre el poder de los hombres y la resistencia de una mujer que quiere escapar de la brutalidad de su marido y así evitarles más violencia a sus hijos. La película tiene lugar en un pueblo de Salta, y aquí la clase baja es enteramente la protagonista. La libertad estilística es asombrosa; hay momentos en que Rey Muerto parece un western, luego un melodrama, incluso hasta hay una secuencia que podría haber sido extraída de un filme sobre animales del director armenio Peleshian. (Se puede ver aquí)
Alonso y Martel: los directores que cambiaron la historia del cine argentino reciente.
Este texto fue publicado en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de enero 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
Gracias por el dato de Cinemargentino, Roger. Veo que estan varias de las peliculas que quiero ver hace tiempo, y por este mismo eterno problema que mencionas, no las pude ver en su momento.
Ouch…hace mucho que no veía el corto de Martel, que mal que envejeció. Lo que hizo después se dejaba (creo), espero que Zama reciba el tratamiento que se merece (finale Antonioni maestuoso!!)
Sdos