SEMANA DEL 22 AL 28 DE JUNIO EN CINECLUBES
LA CUMBRE: SALA LUIS BERTI, BELGRANO 470
24 de junio, a las 18.00hs: Ciclo Cine sin concesiones
¿Dónde yace tu sonrisa escondida?, de Pedro Costa, Portugal-Francia, 2001
103’ / ATP
No es necesario haber visto ninguna película de Jean-Marie Straub y la recientemente fallecida Danièle Huillet para apreciar este sublime y frecuentemente cómico film sobre cómo trabajan juntos en el montaje de una película. Esta pareja peleadora, amable y excéntrica y el director Pedro Costa son vanguardistas que poseen un agudo entendimiento del llamado cine clásico (Chaplin, Ford, Hawks, Mizoguchi, Ozu), lo que llega a ser evidente en los monólogos de Straub, los cortes precisos en el montaje de Huillet (que se ven en detalle), y en el hermoso modo en el que Costa los filma a los dos. El crítico australiano Adrian Martin dice: “probablemente es el mejor documental que he visto en mi vida”; sin duda, es el mejor film jamás hecho acerca del montaje cinematográfico. Codirigió Thierry Lounas. (Jonathan Rosenbaum)
A las 20.30hs:
El fuego artificial del miércoles, Asghar Farhadi, Irán, 2007
98 minutos / ATP
Cortometraje previo, a las 20.00hs: La propia historia de ella, de Jane Campion, Nueva Zelandia, 1984
La tercera película de Farhadi es un estudio sensible e inteligente sobre los celos y el adulterio en el seno de una familia de clase media en Teherán, aunque indirectamente también se trata de un film sobre la interacción de clase, aquí entre una joven doméstica y un matrimonio en crisis. Farhadi es meticuloso en los detalles: el sonido anticipa una amenaza, y la fluidez de sus planos secuencia le imprime a la película un ritmo que se combina con la ansiedad de uno de los protagonistas. Universal por su temática y singular por su tratamiento, El fuego artificial del miércoles trabaja sobre el espacio como un ente dramático: el departamento del matrimonio parece una metáfora del vínculo; los pasajes que transcurren en las calles, en plenas festividades, subrayan la algarabía colectiva de una sociedad. Farhadi es un exponente del nuevo cine iraní que nada le debe ni a Kiarostami ni a Majid Majidi, dos figuras emblemáticas del cine persa contemporáneo; su elegante puesta en escena induce a pensar que se está ante un realizador cuyo techo es todavía impredecible. (Roger Koza)
VILLA GIARDINO: SALA TEATRO-CINE ALEJANDRO GIARDINO
28 de junio, 20.00hs:
El jefe de todo esto, de Lars von Trier, Dinamarca, 2006
99’ / +16
Cortometraje previo, a las 20.00hs: Forklift Driver Klaus, de S. Prehn y J. Wagner, Dinamarca, 2000
Secretamente inteligente y formalmente extravagante, la última película del provocador profesional conocido como Lars von Trier es menos pretenciosa que las películas de sus trilogías sobre la bondad y los Estados Unidos, y menos provocadora que su mejor trabajo hasta la fecha, Los idiotas, pero no deja de ser una grata sorpresa. Como el propio von Trier afirma al inicio, se trata de una simple comedia (sobre el universo del management) y no se deben esperar, por consiguiente, grandes meditaciones sobre la vida. Pero este ensayo humorístico sobre la manipulación laboral y el funcionamiento estructural de los roles en una empresa dista de ser light y pasatista. Así, la contratación de un actor desempleado, por parte de un alto funcionario, para simular e interpretar al jefe de una firma danesa a punto de ser vendida a un grupo islandés (de lo que se predican consecuencias ingratas) devela una lógica institucional específica. Con esta película von Trier retoma algunas ideas del ya vetusto y ridículo Dogma 95, e inaugura aquí un sistema de encuadres automáticos (Automavision) en donde el control del director deja de ser total. El resultado es inocuo, aunque así se privilegian planos fijos en contraposición a los planos en movimiento característicos del Dogma. (RK)
Ya lo creo que el resultado de ese sistema de encuadres automático es inocuo. «El jefe de todo esto» demuestra que se necesita un director, alguien que tome decisiones de encuadre, duración de los planos, elección del punto de vista, etc. No le encontré sentido a esta idea de filmar en piloto automático, salvo, claro, poner el foco sobre el nombre de (paradójicamente) su director. Creo que el cine evoluciona con otro tipo de aportes.
Un abrazo.