EL INDIO DE PENNSYLVANIA: M. NIGHT SHYAMALAN
Por Roger Koza
El cinéfilo de la India. Fue justamente en el año en el que muchos se preparaban para el fin del mundo, una invasión de alienígenas, el caos informático o tantas otras fantasías de fin de milenio, cuando se estrenaba Sexto sentido, la tercera película de un director desconocido hasta entonces que fue una de las grandes películas de ese tiempo, acaso una innovación sensible y metafísica en el género de terror. Este desconocido nacido en Pondicherry, mítica ciudad sureña de la India, cuya infancia transcurrió en Estados Unidos, ya desde muy joven había demostrado una pasión precoz por el cine. Desde los 8 años hasta los 17 había hecho más de 45 películas amateur. Su cinefilia es manifiesta en todo su cine. Shyamalan cree en lo que filma.
El intérprete. Hay algo notable en muchas películas de Shyamalan, relativo a cómo el director es capaz de captar y reunir ciertas fantasías colectivas que atraviesan el imaginario de una sociedad en un tiempo específico. En La aldea, por ejemplo, Shyamalan escenificaba un deseo de fuga en clave mítica y religiosa; en ese filme, un grupo de personas vivían en una comunidad secreta y aislada del resto del mundo. Excepto por unos pocos, la mayoría de los miembros desconocían el tiempo histórico real y la locación de su mundo, Estados Unidos. Se trataba en el fondo de un escape radical a la violencia contemporánea, como también a la decadencia moral del capitalismo, a partir de un mito fundacional. En casi todas las películas de Shyamalan, una inquietud vital no del todo articulada en discurso organiza el relato.
La escena. Si bien después de Sexto sentido el cine de Shyamalan se caracterizó por albergar una vuelta de tuerca ingeniosa y significativa en el final de cada una de sus películas, una de las mejores secuencias de su obra estriba en un inicio: en El protegido, su indiscutible obra maestra y cuarta película, el plano secuencia inicial es ejemplar: sin pronunciar una palabra, el personaje de Bruce Willis divisa a una mujer hermosa y a un niño en el asiento del tren más cerca suyo. Willis juega con el niño por un rato y en cierto momento se saca su anillo de bodas. Son indicaciones precisas sin explicaciones verbales que las refuercen: el personaje quizás tenga un hijo y es probable también que no esté muy bien con su esposa. En pocos minutos y en una sola secuencia, las coordenadas simbólicas del drama quedan expuestas. Así se filma, así se narra.
El humanista. El director indio puede ser finísimo para representar ciertos sentimientos reconocibles y universales que definen en cierta medida la vida de la gente. Cuando cierta tendencia sensiblera y esotérica que amenaza en ocasiones a sus películas se conjura, aflora una sensibilidad humanista admirable, cuya apoteosis y perfección narrativa se puede ver en Señales, cuando el personaje del religioso interpretado por Mel Gibson acompaña a su hijo en un ataque de asma fulminante. Los lazos familiares primarios son una especialidad del director.
El formalista. La veta humanista del director es una de las claras influencias de unos de sus héroes cinematográficos, Steven Spielberg; su costado formalista está más asociado al gran Alfred Hitchcock. En Los huéspedes es el concepto sonoro el que garantiza la ascensión paulatina del terror al que serán sometidos los dos hermanos que visitan a sus abuelos en una cabaña alejada de la ciudad. Es cierto que varios encuadres heterodoxos van enrareciendo la percepción visual, pero la gran fuerza desestabilizadora llega por el sonido, el cual está concebido en capas sin referencias identificables que interrumpen la normalidad doméstica y preparan el escenario para la revelación psicótica que fundamenta aquí el terror.
Este texto fue comisionado por el diario La voz del interior en el mes de noviembre de 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
Nunca entenderé por qué El protegido es considerada la «indiscutible» obra maestra del indoamericano. De hecho no creo que tenga una obra maestra, pero puestos a elegir me quedo con la habitualmente subvalorada The Happening, acaso la mejor película apocalìptica post 2001.
The Happening es muy buena; la vi solamente una vez y no la recordaba muy bien. Creo que El protegido es la paciente y solapada deconstrucción de la pasión absurda del imaginario de un país, cuyas coordenadas simbólicas no son otras a las que organizan los comics. Es decir: una nación proclive a la infantilismo metafísico. A la luz de ese film, me parece a mí, hay que leer el desmedido entusiasmo y devoción que se suele tener por los superhéroes. Hay otras capas semánticas a tener en cuenta en ese film, y he dejado de nombrar cuestiones formales.
Ah bueno, si así fuera me parecería perfecto. Pero me parece que más que «solapada» es ambigua, y el indio se rinde ante la capitana América. En cambio en The Happening el «infantilismo metafísico» se convierte en una broma siniestra. Tal vez por eso ha sido tan incomprendida.
the happening parece un chiste.
Si me apuran diría que The Village y The Happening son lo mejorcito de…
Debería revisarla, pero mepa que «The last airbender» es la más subestimada de (las de aventura siempre corren ese riesgo, lo mismo le pasó a Fleischer con «Red Sonja»… :»overninguneada» :D)
«Unbreakable» es inferior a «The visit» IMO, but who cares?!
Jeliz Navidá and HNY!!
«su costado formalista está más asociado al gran Alfred Hitchcock.»
Sí, pero no a cualquier Hitchcock. Podría decirse que «The Birds» es su película de cabecera: «The Village», «Signs» y «The Happening» son diferentes «mixes» de esa película con el costado humanista de Spielberg.
Sí, estoy de acuerdo con su descripción, pero agregaría: también tiene o se llega a ver un costado ominoso que a veces asoma en los films de Spielberg como también en los suyos. RK
Coincido en que el Protegido es la mejor película de Shyamalan, por lo menos para mi, y el resto de sus peliculas son obras subvaloradas, en mayor o menor medida, sin dejar de ser nuy buenas películas. Esa pasion desmedida, esa necesidad ferrea de creer se refleja en la eacena donde el el hijo apunta con un arma, en plena cena, a su padre (Bruce Willis) preguntadole qye si le dispara nada va a pasarle, escena en la cual se refleja esa sensibilidad que se mencionaba sobre su director