EL SECRETO ANTE LOS OJOS
A PROPÓSITO DE EL SECRETO DE SUS OJOS (SEGUNDA PARTE)
a F.B.
A dos semanas de su estreno, El secreto de sus ojos ha llevado a los cines a más de medio millón de espectadores: esa es la única enmienda para hacer sobre lo escrito en la nota posterior a su estreno (ya que tal vez sí logre superar a El hijo de la novia). Por lo demás, ciertas respuestas de la crítica (a pesar de haber sido menos virulentas de lo esperable), persisten en un error conceptual (replicando de algún modo lo que dicen criticar) ya que critican al film por su “incoherencia” (de forma y fondo). Es momento entonces de volver sobre esa supuesta “incoherencia” (incluida la que pretenden descubrir quienes se asombran de que no “destroce” la película): intentaré explicar esas aparentes paradojas (para detenerme finalmente en el que sí creo que es el gran problema de El secreto de sus ojos, que buena parte de la crítica no termina de ver).
1.
El afecto de los espectadores es un efecto que la película contenía en potencia, porque con su juego de géneros (thriller y comedia dramática, básicamente) era capaz de arrastrar a ambos géneros (masculino y femenino). También era esperable el efecto crítico sobre el dispar afecto de los críticos, que vuelven a dirimir su versión de Campanella desde la propia visión (favorable o desfavorable) de su cine. Y es que así como el film desnuda las contradicciones entre “los” Campanella (esbozadas en la nota anterior), también logra mostrar las de cierta crítica (que pretende imponer su mirada sobre el cine -en general, y el cine argentino en particular-, en vez de aprovecharlo para ponerla tan en cuestión como el film). Recapitulando: los argumentos en contra son de forma y fondo, pero además de ser inconsistentes en sí (como veremos a continuación), no terminan de hacer centro en la relación entre ambos (cosa que intentaré en el último punto).
2.
En cuanto a la forma, voy a citar un par de frases leídas en distintas columnas (que hablan de “diálogos prefabricados” y “falta de coherencia narrativa”) para postular que esos problemas son más bien propios de esas lecturas: pues lo que ellas ven como negativo (abusando de una mirada sesgada o falaz) son los modos opuestos en que la película de Campanella resuelve su doble condición o herencia (moderna y posmoderna). El “diálogo prefabricado” (así como todo lo demás, dentro de su rígido sistema formal) ha sido la base del cine clásico de Hollywood (sin que esa hiperformalización haya sido un problema, sino todo lo contrario), mientras que la “falta de coherencia narrativa” es la característica de buena parte del cine contemporáneo (incluido el propio cine norteamericano, por supuesto, al menos desde el Tarantino de los ’90 o el De Palma de los ‘80): Campanella es deudor de ambas tradiciones (porque la posmodernidad es ya una vieja costumbre), y un ejemplo de cómo pueden ser felizmente reunidas (para seguir siendo modernos). Algo que cualquier crítico alabaría si es made in Hollywood, pero que molesta dicho en un reconocible tono porteño.
(Mención aparte merecen las descalificaciones banales que tildan su estilo de “televisivo” –algo achacable al 95% del cine mainstrean argentino, pero no precisamente a Campanella- o al “abuso de primeros planos” –y a la unión de ambos delirios en la afirmación de que el primer plano es televisivo-. Este tipo de argumentos directamente rondan la mala fe o el desconocimiento de la forma cinematográfica.)
En cuando al fondo: ciertos críticos sólo se molestan en leer lo político cuando es explícito como contenido, para juzgar esa explicitación negativamente (ya que entienden lo “ideológico” como opuesto a lo “ambiguo” del arte). Es decir, sin tener en cuenta que: 1) Lo político no es un contenido sino una dimensión, y por tanto está presente en cualquier film. 2) Lo ambiguo no es una condición sine qua non ni se aplica necesariamente a la dimensión política del arte (y como ejemplo definitivo no citaremos una obra política revolucionaria sino reaccionaria –que ni aun así pierde su paradójica grandeza-: El triunfo de la voluntad). El problema es mucho más complejo que la simple “corrección” (formal y/o política).
Pero lo que más parece molestar es la “incorrección” de fondo antes que de forma: que se explicite una visión del mundo sin optar (claramente) por la corrección política. Así (como se puede leer –por ejemplo- en un texto de Leonardo D’Esposito publicado en Crítica) lo que se le reprocha a Campanella-Darín ante el “dilema moral absoluto” que enfrenta es que “–si ama la justicia, que parece ser su pasión– sólo tiene como respuesta condenar que alguien tome la ley en su propia mano”. Pero (como habíamos esbozado en la nota anterior) esa falta de condena o aval es lo que torna discutible a la película (tal vez más allá de sus propias intenciones, lo que por otra parte la acercaría a la “ambigüedad” reclamada…). El problema no es la opción de Campanella por la falta de condena moral (¿individual, social?), sino que se define por lo particular antes que por lo social (y en ese tránsito despolitiza la pasión). Pues es esa tensión entre lo narrativo y lo político (o como la eficacia narrativa obtura la decisión política) lo que lo acerca y aleja de la gran forma clásica: esto es lo verdaderamente “criticable”, y sobre lo que finalmente quiero detenerme.
3.
La gran forma clásica del cine norteamericano (heredada en gran parte de la novela social del XIX, según entrevió Eisenstein) se basaba en la tensión entre lo individual y lo social: los personajes siempre se debaten contra su tiempo (y cuanto más “natural” es esa imbricación más lograda es la obra). Por eso el cine norteamericano no piensa en lo “histórico” como género (como sí lo hacen las demás cinematografías): la Historia es simplemente parte de la historia… Y eso es lo que intenta El secreto de sus ojos, aunque lo consigue sólo a medias: pero no por dificultades narrativas, sino –precisamente- porque su notable eficacia narrativa termina obturando su ligera voluntad política. Veamos:
En El secreto de sus ojos no solo coexisten dos tiempos (1974-1999), sino también dos historias (la de Darín y Rago). Y si bien en un principio la primera va siendo literalmente devorada por la segunda (así como por ese pasado incómodo: y no es poca cosa animarse a indagar en la poco revisitada primera mitad de los ’70), el final intenta restablecer el equilibrio (sin poder hacerlo de modo “coherente” con la Historia, aunque sí con la historia). Es decir: la historia de una pasión oculta (la del fiscal por la jueza) termina pesando más que la historia de esa otra pasión oculta (la del asesino y el perseguidor).
Lo que une a ambas historias es una mujer víctima de un crimen pasional, no político (y de ese modo queda en primer plano la pasión personal, no la política). Y tampoco es política –finalmente- esa pasión subterránea que vertebra todo el film (y es el verdadero secreto de sus ojos: primero la pasión del asesino por su víctima, y luego la de la víctima por el asesino). Pues las elecciones de Darín y Rago son íntimas, no políticas (y la Historia –que había logrado separarse del mero” telón de fondo” al mostrar el enrarecimiento del clima político-, al final vuelve a ser una mera excusa para una acción al margen de la Historia). Y esa no es una muestra de “incoherencia”, sino más bien una muestra de la coherencia de Campanella en relación al punto de vista (moral) del espectador medio (o, lo que es lo mismo, de la clase media).
Pero esa paradoja no deja de estar ahí, para quien quiera verla (y es enunciada por el personaje de Rago cuando dice –con palabras que contradicen sus actos-: “olvídese”). Pues si algo queda claro es que uno ve lo que quiere ver (como Darín comprende en su recapitulación final, aunque tal vez el espectador medio no). Pero para eso no hace falta estar ante un film “de arte y ensayo”: si algo nos enseña el cine (sobre todo el de Hollywood) es que cualquier película refleja su tiempo, tanto como la propia mirada de cada espectador. Ya sea la del simple público satisfecho o la del estudiado crítico indignado (y ambas posiciones son demasiado cómodas): es más productivo asumir las propias contradicciones (como el film lo demuestra, tal vez a pesar suyo).
Copyleft 2009 / Nicolás Prividera
Para mas informacion del film
EL SECRETO DE SUS OJOS
http://www.elsecretodesusojos.com
prensavaleriaherrera@gmail.com
Usted, Sr. Prividera, festeja al cine yanqui, lo ve usted como el verdadero cine, igual siento que es un muy buen analista de cine.
Y, Prividera, que pensas de como lo mandó a ver de nuevo a Deposito su peli. Y que decis del despresio a Batlle. Te respeto, pero creo que ahora sos muy bueno con JJC
Muchachos:
1) No se que es el «verdadero» cine. Ni siquiera se «qué es el cine», aunque no puedo dejar de pensarlo. Incluyendo la gran forma clasica (que es «yanqui», si, pero me resisto a esencializarla como destino imperial).
2) No se que a se refiere lo de D’Espósito ni lo de Batlle (este último mencionó en su site que mantuvo una cordial correspondencia con el director…). En cuanto a lo de «ahora sos muy bueno con JJC» es una doble falacia: a) porque es la primera vez que escribo sobre él. Y b) porque las dos largas notas que pueden leerse en este blog son evidentemente «críticas» (solo que también lo son con la crítica…).
Privaderia, si «no sabés lo que es el cine» como bien lo aclarás en tu aclaración, estaría bueno entonces, que recién vuelvas a opinar del mismo cuando descubras lo que es. O al menos cuando largues el «Foucault ilustrado» al que sos tan afecto -¿ese comentario pseudo biográfico sobre las películas de Kawase intento ser «poético»?- porque -entre otros comentarios intelectualoides- hablar de público posmoderno (gran invento galo esta categoría si los hay) en un país que ni siquiera entró en la modernidad queda, como poco, medio estúpido.
Y por Dios, no jodamos: estamos hablando de una película de ¡Campanella!: el de Luna de Avellaneda y el otro bodrio con Darín, Leandro y la gallega que salía ahi; en 2 meses todos se olvidan de esta película (como se olvidaron de las otras dos).
Prefiero ver a Campanella en «Dr. House».
Saludos
Se debe marcar un error grueso en el mail de Gustavo Gros. «el Hijo de la Novia», siete años después de su estreno, salió elegida como la película fvorita de los argentinos. «Luna de Avellaneda» es la película argentina de más rating cada vez que se da por televisión. «Dr. House», también dirigida por Campanella, es la serie más vista del mundo. Y «El Secreto de Sus Ojos» va camino a ser la película argentina más vista de los últimos quince años. Está bien que no te guste, Gros, pero no digas pelotudeces, que sonás como un nene caprichoso al que le sacaron el chupete.
Jaja, Altamira: bueno, por caprichoso nomás (y porque no encuentro el chupete) te voy a contestar (aunque creo que con tus «estupideces estadísticas» te contestaste solo): que sea la «película favorita de los argentinos» más que un halago, creo, es la PEOR de las consideraciones (Privadeira creo que estaría de acuerdo conmigo y todo): ¡POR DIOS!: ¿esos «argentinos» de los que hablás, son los mismos que eligen a Tinelli como el programa mas popular, a Cristina por el bolsón de comida como la nueva presidente, a Rial como el programa más visto de la tarde y ni que hablar de las épocas de las películas de olmedo y porcel y todo el sofovichismo de tetas y mas tetas que desbordaban cines; de hecho, estos argentinos son los mismos que llenaron cines viendo a «los bañeros mas locos del mundo 2» y «los superagentes nueva generación» el año pasado? Síiiiiiii, creo que si: y me supongo que estas deben ser tus películas favoritas también.
Por lo infantil de tu comentario no sé si la cabeza te da para ver otro tipo de cine. «Luna de Avellaneda»es la película con mas raiting de la tele… Mmmm, Tinelli también ¿no?, y susana gimenez los domingos creo que igual, mmmm, ¡qué feo es no tener cable! No me jodas. Y por último y te, lo, repito, lento, a, ver, si, así, lo, entendés: ¡¡Doctor, House, me, gusta, mucho, y, por, eso, prefiero, verlo, ahí, a, Campanella!! (si no entendiste, te lo repito más lento la próxima; gajes de ser buen docente).
Y que «el secreto de tus ojos» va camino a ser la película más vista de los últimos quince años, ¡wow!, gran mérito (¿vistas por «quién»?, ¡Zapallo!: eso es lo que te tenés que preguntar, antes de agredir gratuitamente y quedar en evidencia como terrible pelotudo con «esta defensa estadística» de las películas mediocres de Campanella): más en un país (lleno de ARGENTINOS) que apoyó casi en un 60% (según las «estadísticas») la vuelta de Cavallo como ministro de economía cuando lo trajo De la Rúa.
Y cuidado con las estadisticas justamente (lento, te, lo, digo,: ¡,cuidado, con, las, estadísticas,!): ¡¡CLARÍN MIENTE!!
Haceme un favor, y hacete un favor: andá a ver «El asaltante» de Fendrick asi ves buen cine nacional.
Cuidate con el INDEC también. Chau salame!
Perdón, señor Gros, por haberlo insultado tanto. Mi comentario no se refería a la calidad de las películas, sino a su exabrupto «en 2 meses todos se olovidan de esta película, como se olvidaron de las otras dos». Si quería hablar de calidad, hubieralo aclarado, amigo. Habló de olvido, y creo que en ese caso, los números son relevantes. Ahora queda claro lo que usted piensa de mí, y lo que yo pienso de usted. No veré la película que me recomienda, porque se da la conjunción de varios factores que conspiran contra ello: 1) Es usted la única persona a la que se la oí nombrar en mi vida. 2) No acostumbro ver películas recomendadas por gente que tengo en bajísima estima, 3) Temo no entenderla, si es como usted afirma, tan superior al resto de nosotros.
Siga usted por la vida contento de sí mismo. Lo felicito. Llegará a lograr sus objetivos.
Altamira:
Me gusta que me tratés con el pronombre «ud.» (es una buena diferencia con la que los salames como vos deben tratar al resto de la gente). Y veo que hablándote lento entendés un poquito mejor las cosas. Te dije que era buen docente. Sí, tu comentario se refería a la calidad de las películas (tu forma limitada de escribir no deja lugar a muchas otras interpretaciones); de todos modos, tu aclaración de a «que te referías» sigue pivoteando (¿sabés usar el verbo «pivotear»?) sobre el mismo punto: ok, los que se «acuerdan» de la película son los mismos que hace 20 años le dan el raiting más alto a Tinelli. ¿Te das cuenta de la tontera que decís? (de hecho, la película «mas vista» según las entradas que tanto te gustan contar e igualmente olvidada en el mundo es un bodrio como «Titanic». Sin dudas que Privadeira hubiera gustado descartar tu defensa).
Cuando digo que «se la olvida en dos meses» hablo de una trascendencia (que será mínima) más alla de lo comercial porque es una película del montón que «ahora» tiene su momento de fama… pero que apenas salga de cartel nadie más hablará de ella.
Y obviamente que nunca escuchaste hablar de Fendrick y mucho menos de una película como «El asaltante». Por eso es que corto acá cualquier discusión sobre cine que pudiera tener con vos y seguí viendo a Campanella en las repeticiones que te pasan en ATC.
Y el «Siga usted por la vida contento de sí mismo. Lo felicito. Llegará a lograr sus objetivos» ¿qué tiene que ver con hablar de cine o con cualquier cosa en realidad? Mmmm, veo que debí hablarte más lento todavía…
Y una cosita más: «tan superior al resto de nosotros» Naaaaaaaaaa: sólo a VOS (y creéme que no es mucho mérito).
Debo aprender de usted, evidentmente. Cada uno de sus mensajes es una muestra de altura, inteligencia y elegancia. Sin duda las películas que usted admira deben abundar en esas cualidades. Me parece perfecto que usted se crea superior a la mayoría de los tontos que pululamos en la Argentina, aunque en realidad sigue sin entender mis mensajes. Pero admiro ese convencimiento de la propia superioridad. Le recomiendo que siga ejerciéndolo, porque de no hacerlo hasta puede llegar a darse cuenta de lo insiginificante que es su vida en nuestra sociedad. No es nuevo creerse el ser inteligente en una sociedad de tontos. En realidad, es un mecanismo de auto defensa muy utilizado por los perdedores, y ha salvado a más de uno de la depresión absoluta e incluso del suicidio. Por eso le recomiendo que lo siga ejerciendo. Yo por mi parte, seguiré ignorando la película «El asaltante», al igual que el resto de la población tonta y manipulada por los grandes medios.
¡¡Y eso que insisto con hablarte lento pero no entendés!!!!: No me creo superior a nadie más, SALVO A VOS -y digo «superior» porque, por cierto, vos lo mencionaste. Igualmente, me encantó el breve «lapsus» de psicoanálisis a lo gabriel rolón que tuviste y me encantó que usaras la palabra «perdedor» (jajajaja: ¿ves?: ahí te delataste: ¡¡no salís de ver películas dobladas al castellano, jaja o sea, ni cable tenés, jaja).
Y te nombré la obra de fendrick sólo para darte un ejemplo… Pero veo que de ignorante no querés salir así que, suerte en la próxima repetición de «luna de avellaneda».
(Al menos hacés bien siguiendo con el trato de «ud.»)
Este intercambio es realmente enriquecedor. Me encantan sus contradicciones, adoro a los seres complejos. Me fascina escuchar «Sólo me creo superior a vos», al mismo tiempo que insulta a los millones de personas que aman «Luna de Avellaneda». Por favor, hable más lento, no tanto para que yo entienda, sino porque eso extiende el momento de placer que me provocan sus rabietas. ¿Podría darme otros ejemplos de obras de arte que hayan podido pasar desapercibidas por culpa de la grosera manipulación de los medios de comunicación masiva?. Me rindo ante su sapiencia. ¡Ah! Y su dominio de los idiomas. Veo que usted ve películas con subtítulos. Yo no puedo. Sólo en DVD, que me permite detener el cuadro para llegar al final. Siga, por favor. Sientase superrior a mí. Multiplique sus «jajajaja». Podría, por ejemplo, escribir un comentario todo en mayúsculas. Es sólo una sugerencia.
Sigo analizando sus comentarios enriquecedores, pero, al igual que me pasa con algunos textos de Heidegger, me pierdo. Usted dice que sólo se considera superior a mí. Pero en otro comentario, habla de los millones que admiran a Tinelli, Rial, Cristina, etc. etc. ¿No quería decir usted que se consideraba superior a ellos? Supongo que no, ya que aclaró varias veces que sólo se siente superior a mí. Ergo, deduzco que usted se considera igual o menor que ellos. Y al llegar a esta lógica conclusión, basada en sus propias palabras, veo que no tenemos que discutir, ya que yo también lo considero menor o igual a esos millones. Digamos que igual, como mucho. La pregunta, simple de responder es: ¿Usted se cree superior a todos los que les gusta Luna de Avellaneda, o sólo a mí? Le pido eche luz sobre mi duda, ya que me tortura.
Señor Gros: Han pasado unas cuantas horas de mis preguntas anteriores. Una cosa le reconozco: El coeficiente intelectual le dió como para captar la obvia ironía de mis preguntas, y decidió hacer mutis por el foro, al verse enfrentado a una mente inferior como la mía.
Ha quedado usted expuesto como un verdadero pelafustán, incapaz de someterse a un breve interrogatorio lógico. La próxima vez trate de reemplazar sus «jajajaja»s con argumentos coherentes y sólidos. Los que utilizó son muy fáciles de superar, no resisten el menor análisis, imaginesé que lo ha batido un simple espectador de Luna de Avellaneda.
Me despido sin más, perdiéndome en el horizonte, luego de haberme divertido un ratito jugando al gato y el ratón, en donde huelga aclarar quién ha sido el gato.
Bueno, veo Altamira que sos un pelotudo importante y que te agarró cierta obsesión conmigo.
De cine es imposible charlar, simplemente, porque no sabés mucho al respecto, así que jueguitos jugá con tus compañeritas del boliche gay que les deben encantar el gato, el ratón y hasta el burro también, no conmigo; encima veo que por ahí viene la mano con vos (y este no es el lugar ni el sitio para que se te salgan estas cosas; y carezco de paciencia y estómago para este histeriqueo «sofisticado» que me estás queriendo hacer como loquita medio alzada y no me van los hombres por cierto).
Así que mejor la corto acá porque no dá para más la cosa y veo que te estás sobre excitando.
(Hacete un favor y disimulate, de onda te lo digo)
Ja, ja. Pobre tonto. Siga hundiéndose, imbécil.
«EL SECRETO DE TUS OJOS » ATRAPANTE EL DIRECTOR Y LOS ACTORES JUEGAN FANTASTICAMENTE CON LOS SENTIMIENTOS MAS PROFUNDOS DEL SER HUMANO O SEA DEL ESPECTADOR (amor ,odio,memoria de la historia que vivimos ect.) CON UN PRESUPUESTO ACOTADO, DONDE LOS MILLONES QUE GASTAN EN HISTORIAS EN SU GRAN MAYORIA VACIAS Y SIN CONTENIDO, HACE QUE VALORE CADA VEZ MAS NO SOLO EL CINE ARGENTINO, LOS DIRECTORES Y LA CALIDAD INCREIBLE DE ACTORES QUE TENEMOS ,ME ENCANTA EL TEATRO Y EL CINE .ACA LAS ESCENOGRAFIAS SON NATURALES ,TENEMOS UN PAIS CON POSTALES REALES.DEBIERAN DARLES EL PREMIO A LA MEJOR PELICULA Y NO SOLO A LA EXTRANGERA LOS FELICITO A TODOS Y ESPERO LA PROXIMA PELI .GRACIAS
DICE : Tu comentario está pendiente de moderación
QUE TENGO QUE MODERAR ? ME PODRIAN EXPLICAR ? ES UNA HERMOSA PELICULA «EL SECRETO DE TUS OJO»
GRACIAS MARCELA
Altamira y Gros, ambos son pelotudos cortados con la misma tijera… disfrazados de gente inteligente.
pedro: así con minúscula y casi casi, anagrama de «pedo» y/o «pedorro»: googleá si no sabés lo que es un anagrama puesto que vos EVIDENTEMENTE SOS UN PELOTUDO QUE NO SE DISFRAZA DE PELOTUDO SI NO QUE BIEN HONESTO RESULTÁS: ES DECIR, SOS UN PELOTUDO 100% PELOTUDO O UN PELOTUDO FULL TIME (googleá también estas palabras en inglés si no sabés lo que significan)… aunque sin dudas, por esas cosas del disminutivo (que debe ser paradigma en tu triste vida de PELOTUDO), das también para «pelotudito» (pues inofensivo seguro que sos o resultás o terminás siendo si es que eso llegás a ser al menos) y/o «boludito» que en su defecto es un sinónimo que calza justo con tu pequeñez, estrechez y demás cositas chiquititas, chiquitas que tenés y vas a seguir teniendo.
Igualmente, saludos y espero que este año, termines el acelerado a la noche.