Antes del amanecer

Por Roger Koza

La causa del éxito de cualquier film es un misterio. En su momento, la respuesta al estreno de Antes del amanecer, de Richard Linklater, fue discreto. La película conquistó a su público de a poco. Se convirtió en el ícono de una generación (y de una clase) sin proponérselo. El pretencioso concepto sociológico de Zeitgeist no era impertinente al pensar cómo una película pequeña atrapaba una experiencia reconocible por muchos: el encuentro azaroso en un tren entre dos jóvenes en Europa, ella de ese continente, él estadounidense, escenificaba una selección de temáticas filosóficas y políticas propias de una generación que ya no podía creer en un relato universal del sentido del mundo, pero que tampoco estaba dispuesta a entregarse a la indefinida trivialidad del cinismo. Ese film fue un compañero fiel, un bloque de tiempo que se convirtió en una memoria en común para muchos miembros de una generación. He aquí otra forma de definir a un clásico.

El hit latinoamericano del momento se llama El abrazo de la serpiente. En Argentina sigue en cartel, como si se tratara de un thriller o una película de superhéroes. Ya han pasado varios meses desde su estreno y nadie sabe muy bien explicar la razón del éxito, algo que también sucede en otros países. Más allá de la seducción que comportan las películas con chamanes y paisajes exóticos, el film de Ciro Guerra, a veces desparejo, casi siempre amable y en ocasiones fascinante, no es otra cosa que un film que tiene su mayor virtud en situar su relato en un extraño intercambio epistemológico. Los saberes médicos de un chamán llamado Karamakate no son ni más ni menos importantes o esenciales que el conocimiento científico de Theodor Koch-Grünberg (1872-1924) y Richard Evan Schultes (1915-2001), el primero un etnólogo alemán, el segundo un biólogo estadounidense especializado en plantas medicinales y alucinógenas.

El film de Guerra se centra en una aventura antropológica que tiene lugar en las primeras décadas del siglo pasado en la Amazonia. Para Guerra se trataba de filmar una locación que exigía un gesto de constricción estética para no abusar de la majestuosidad del paisaje. Cuando su grandiosidad debe cumplir un papel concreto en el relato, la virginidad de la selva adquiere el protagonismo que se merece. De lo contrario, la selva es una extensión del paisaje imaginario de sus habitantes originarios.

Algo similar pasa con Antes del atardecer, en donde el espacio es también un protagonista excluyente. La Viena de Linklater no es la ciudad del turismo, sino la metrópolis profusa de cultura y tradiciones en la que se pasean Jessie y Céline. Cada locación, un restaurante, una disquería, un bar, una plaza, un puente, un cementerio, algunas calles, suman una serie completa de escenarios inseparables de la progresión dramática y afectiva de los personajes. Los lugares reconocibles que van transitando los futuros amantes serán revisitados en planos fijos en el final del film, una magnífica síntesis de que esos espacios públicos han sido testigos de un entrecruzamiento amoroso entre dos jóvenes que en ese momento desconocen la importancia capital de lo que significa su encuentro. Esos espacios inmortalizados por Linklater jamás serán turísticos sino cinematográficos. Para el cinéfilo se tratará siempre de una postal afectiva en su biografía como espectador. El viaje de Jessie y Céline es su propio viaje.

Un clásico: película que atraviesa el tiempo y las modas por condensar una experiencia universal que conecta con generaciones pasadas y futuras. Un hit: una curiosa aceptación colectiva de un film, en este caso, al que el público le responde entusiasmado por un tiempo. Que en el inicio un film sea exitoso o no nunca garantiza que se convertirá en un clásico. Antes del amanecer lo es, y no fue un hit; para saber sobre el destino de El abrazo de la serpiente es demasiado temprano; vaticinar su suerte es aún materia de clarividentes. Por ahora le basta ser la sensación del año, lo que debe ser suficiente para Guerra y sus productores.

(Hoy a las 18 h se podrá ver el film de Linklater en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49; El abrazo de la serpiente estará en cartelera de hoy al miércoles 11, siempre a las 21 h, en el Centro Cultural Córdoba, Av. Poeta Lugones 401).

*Aquí se pueden leer dos críticas más extensas que escribí sobre El abrazo de la serpiente: la primera aquí, la segunda acá.

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de mayo 2016

Roger Koza / Copyleft 2016