EL PASAJERO / THE COMMUTER

EL PASAJERO / THE COMMUTER

por - Críticas
27 Ene, 2018 01:31 | 1 comentario
La persistencia de insistir con Neeson como intérprete de thrillers es un misterio. Ni el actor, ni una buena idea son suficientes para hacer una buena película.

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

DESCARRILADO

El pasajero / The Commuter, Reino Unido-EE.UU., 2018

Dirigida por Jaume Collet-Serra. Escrita por Byron Willinger, Philip de Blasi,  Ryan Engle

* Tiene un rasgo redimible

Después de un inicio prometedor todo se descarrila en este thriller que transcurre en un tren

El mito de origen los une. El cine y los trenes van juntos. Los cineastas lo saben, o quizás lo intuyen, y desde siempre se han hecho películas hermosas que transcurren en esa invención móvil tan emblemática de la Segunda Revolución Industrial. El maquinista de La General, La dama desaparece, The Iron Ministry, Invasión zombie pertenecen honrosamente a esa tradición. Es probable que a Jaume Collet-Serra le hubiera gustado sumarse con El pasajero; no sucederá.

El inicio es prometedor. Un ingenioso falso raccord presenta la dinámica de la vida del personaje que interpreta Liam Neeson, en uno de esos tantos papeles que no le exigen nada, excepto un estado físico aceptable. Su personaje tiene 60 años, él 65. Aquí interpreta a un vendedor de seguros, cuya economía dista de ser onerosa. De un momento a otro, y con su retiro ya en el horizonte, la compañía para la que trabaja lo dejará en la calle.

Como queda establecido desde un inicio, Michael MacCauley viaja en tren todos los días para llegar a Manhattan a su trabajo. Hace décadas que toma ese transporte, en el que todos los pasajeros se conocen. En este día tan especial y doloroso, una misteriosa mujer le ofrece una suma de dinero considerable a cambio de hallar a una persona en el tren que viaja con una valija. Lo que viene después es la búsqueda de ese pasajero desconocido, y como es de suponerse, hay detrás de este juego macabro otras intenciones, que el filme de inmediato sugiere.

Las vueltas de tuerca, los efectos especiales, las peleas cuerpo a cuerpo, las proezas físicas del personaje, capaz de trompearse con un agente del FBI y un posible sospechoso con una Fender Stratocaster, van delineando a un hombre que será decretado como héroe. En efecto, a este hombre común, apasionado por la buena literatura de ficción, le falta tan solo la máscara y un poder sobrenatural para ser enteramente lo que el filme vindica sin ambages, un héroe. La patológica fijación estadounidense por hallar héroes por todos los rincones de la nación ni siquiera se matiza si el mandamás detrás de cámara ha nacido en Barcelona.

El toque de distinción que tenían películas precedentes como La casa de cera y La huérfana están ausentes en El pasajero. Todo se explica, todo se amontona, todo se desborda. Los escasos pasajes que devuelven al joven director a su mejor forma se esfuman frente a la prepotencia de recursos visuales y sonoros que responden al imperativo del impacto, regla poética de las llamadas películas de acción. Pero la adrenalina no es un argumento.

*Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en enero 2018

Roger Koza / Copyleft 2018