CROMA. UN LIBRO DE COLOR

CROMA. UN LIBRO DE COLOR

por - Libros
26 Mar, 2018 02:56 | Sin comentarios
Un libro extraordinario de un cineasta grandioso.

EL ARCO IRIS DE DEREK

La conciencia ordinaria domestica la inagotable realidad circundante y esteriliza la experiencia sensible, que apenas sobrevive en su mínima expresión. Detenerse a pensar los colores, a revisar el lenguaje con el que se los nombra y por lo tanto se los experimenta es acaso una inquietud de artistas plásticos, diseñadores y cineastas, no un tema para cualquier individuo. Sin embargo, la lectura de Croma restituye la curiosidad por esa dimensión cromática pluralista que prodiga la relación de la luz y la naturaleza, un placer inmediato que Jarman alienta capítulo tras capítulo a reconocer.

A Derek Jarman (1942-1994) lo conocemos por películas notables como Jubilee, Caravaggio o Wittgenstein; junto con Terence Davies, fue el mayor cineasta inglés de su generación y, cómo este último, la cuestión homosexual constituyó un elemento destacado de su experiencia estética, aunque no fue decisivo. En Croma, cada tanto, para singularizar alguna sentencia específica Jarman hace referencia a un “momento queer”, una innecesaria aclaración que contrasta con el carácter universal de su retórica, límpida, erudita y libre como pocas, con la que se propone aquí erigir una especie de enciclopedia personal de los colores. El resultado es magnífico: para el lector, probablemente, la relación con los colores no será la misma luego de pasar por este libro.

Después de una introducción no muy distinta en estilo al resto de los diecinueve capítulos, Jarman acopia referencias de distinta naturaleza epistémica y de innegable pertinencia histórica. Puede citar a Aristóteles, Bruno, Newton, Goethe y Wittgenstein, entre otros, revisar los delirios discursivos de alquimistas y metafísicos trasnochados, retomar las intuiciones de algunos pintores, reparar en los orígenes físicos de algunos colores y también disponer del saber que le ha prodigado su propia práctica como cineasta. Es un método caleidoscópico de investigación, propio de un curioso irredento.

Como muy bien sugiere la excelente introducción de Hugo Salas, quien estuvo al cuidado de esta versión en español, “el libre juego de referencias” que se constataba en su obra cinematográfica se extiende a las formas de argumentación en el libro. Un capítulo puede ser sobre el color gris, otro sobre el verde, también acerca del rojo, el púrpura o el amarillo, y asimismo hay otros sobre Marsilio Ficino y Leonardo da Vinci; ninguna arbitrariedad mueve la inteligencia de Jarman, pues todo se ordena en pos de una indagación exhaustiva de la experiencia cromática en sí.

Para hablar del marrón, por ejemplo, cita primero un pasaje de Observaciones sobre los colores, de Wittgenstein, con quien parece compartir una tesis general acerca del carácter lingüístico de cualquier experiencia sobre el color, y agrega de inmediato: “Hay más marrones que verdes. Sus nombres nos permiten hacernos una idea más clara. Los pigmentos son: tierra marrón, sombra quemada, ocre quemado, siena quemado… todas tierras cocidas al rojo vivo. La cocción está presente en el marrón. El único que se distingue es el sepia, obtenido de la tinta del molusco del mismo nombre, hervida con soda cáustica para luego ser utilizada como pigmento… El marrón es un color antiguo. Sus ancestros son los caballos y los bisontes pintados en las cavernas prehistóricas. Las ropas de nuestros ancestros eran marrones. La mayoría de las pieles son marrones. Los pobres siempre se vistieron con géneros de color marrón”. Así razona a menudo el autor. ¿Eso es todo?

La meditación personal no es ajena a la cubista arquitectura discursiva del libro: los recuerdos de infancia y juventud se entrecruzan con la brutal clarividencia de saber que se puede morir en cualquier momento. La desinhibida conciencia de finitud se puede sentir con todo su esplendor en el capítulo “Hacia lo azul”, el más extenso de todos y en el que el cineasta tiene como interlocutor obligatorio los padecimientos de su cuerpo batallando contra el SIDA. “Buda Gautama me conmina a alejarme de la enfermedad. Pero él no estaba unido al goteo”. Que el libro prácticamente se haya escrito bajo la amenaza de la muerte explica paradójicamente la vitalidad de su estilo.

Legítima rareza Croma: la confesión, el rigor, la ironía y la teoría coexisten libremente y el fenómeno del color adquiere en él una importancia existencial ineludible, no menos que la del oxígeno y otros nutrientes que nada tienen que ver con el orden estético del mundo.

Derek Jarman, Croma. Un libro de color, Caja Negra , 2017. 248 páginas.

Esta reseña fue publicada en Revista Ñ en el mes de marzo 2017

Roger Koza / Copyleft 2018